Comey, Trump y Sessions: el bueno, el malo y el feo: Raúl Castellanos

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“El Bueno, El Malo y El Feo”, fue un western situado en el antiguo oeste. Estrenado en 1966, está considerada como una de las mejores películas de la historia; dos pistoleros –El Bueno y El Feo- y un asesino sin escrúpulos –El Malo- se disputan un tesoro escondido o perdido, para el caso da igual, durante la Guerra de Secesión; cada uno conoce una parte de la información que los llevará a donde está enterrado; El Malo la ruta, El Feo el nombre del lugar (un cementerio) y El Bueno la tumba donde se encuentra. Finalmente la historia concluye en un duelo en triángulo en el patio central del cementerio.

Guardadas las proporciones de tiempo, estudio de filmación y personajes; al día de hoy tiene lugar otra batalla desde el oeste; el Ala Oeste de la Casa Blanca, donde se encuentra el Despacho Oval del Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica; desde el cual, El Malo, magistralmente interpretado por el magnate de los negocios y la farándula, Donald Trump, pretende acabar a tuitazos de alto calibre, contando con la complicidad de El Feo –Jeff Sessions- que despacha como Fiscal General de la misma nación que gobierna El Malo, con la reputación y algo más de El Bueno, -James Comey- quien desde el año pasado –después de acabar con Hillary- andaba investigando, en su condición de Director del FBI, de qué proporciones es el tesoro –de complicidades- entre El Malo, Trump y otro igual de Malo, que responde al nombre de Vladimir Putin; hasta que lo corrieron de mala manera.

En este contexto, el pasado jueves, El Bueno –para muchos no tan Bueno, sino tan solo regular- enfrentó a sus propios demonios al comparecer ante el Comité de Inteligencia del Senado. En una sesión que fue transmitida en cadena nacional como si se tratara de un concierto o del Súper Bowl; y no defraudó, dibujó el peor rostro de El Malo, lo acusó de mentir y difamarlo, de intentar “dictarle la tarea” para desviar la investigación de la participación del despedido Michael Flynn en la ópera prima “Desde Rusia con Amor”; incluso no dudó en señalar este tema –de Rusia- como causa de su intempestivo despido; configurando así, razones más que suficientes para acusar a El Malo, de obstrucción de la justicia, paso previo para el impeachment.

Basado en notas que redactó al término de cada encuentro o llamada con El Malo; El Bueno ofreció una radiografía de cómo se opera en el oeste de la Casa Blanca; en particular dibuja la tensión surgida e incluso el “respetuoso” enfrentamiento verbal entre ambos; describe los deseos de El Malo, planteados en la íntima intimidad del Salón Verde o el Despacho Oval, aplicándole la técnica del garrote y la zanahoria –y viceversa-; para sumarlo a su causa y dejase de lado la investigación, exonerarlo –a El Malo- públicamente, despejando la “nube rusa”; o insinuándole que “otros” querían su puesto; incluso El Bueno, reveló haber filtrado parte del contenido de sus notas a la prensa –The New York Times- a través de su amigo Daniel Richman, profesor de leyes de la Universidad de Columbia, para forzar el nombramiento de un Fiscal Especial para el caso ruso, como finalmente sucedió.

Contrario a lo que se podía esperar, El Malo decidió guardar silencio, absteniéndose de formular declaración o disparar algún tuit; lo hizo a través de su abogado privado Mark Kasowitz, la respuesta evidenció la que será la estrategia de El Malo, negarlo todo, entrampar el debate en una confronta de verdad o mentira contra mentira o verdad; Kazowitz acusó a El Bueno, de romper el secreto de las comunicaciones, el privilegio presidencial que impide a sus colaboradores hacer públicas las conversaciones en la Casa Blanca; ya en la ofensiva, el abogado de El Malo, negó que esté hubiese pedido lealtad a El Bueno, que le hubiese presionado en algún momento o pedido dejar fuera de las investigaciones al destituido Consejero Nacional de Seguridad, Michael Flynn y remató “nunca en forma o sustancia trató de bloquear las investigaciones”. O sea, las reuniones privadas entre El Bueno y El Malo, solo fueron sociales, para cotorrear como buenos muchachos sobre temas triviales.

Pero como el escorpión que no puede dejar de ser fiel a su condición; El Malo, al día siguiente, el viernes 9, engallado negó haber pedido a El Bueno, que le prometiera “lealtad”, ni haberle pedido “trato especial” y se declaró listo para un duelo en el cementerio “estoy cien por ciento dispuesto a declarar”; no especificó ante quien, pero suponemos que ante el Senado o el Fiscal Especial; el sábado, El Feo –Jeff Sessions- canceló su comparecencia en audiencia pública en el Senado prevista para hoy martes; el argumento no tiene pierde, no va porque supone que los miembros del Comité pretenden interrogarlo sobre “cuestiones relacionadas con las investigaciones sobre la interferencia rusa en las elecciones de 2016”, de las que está marginado por haber mentido. El domingo El Malo, despertó de malas y además de volver a acusar a los medios de “falsos” que no “ven” lo bien que les está yendo a los ricos en la Bolsa; volvió a la carga, con tono de burla vía tuiter escribió “Creo que las filtraciones de James Comey –El Bueno- serán mucho más relevantes de lo que nadie pensaba. ¿Totalmente ilegal? ¡Muy Cobarde!”.

Como se advertirá, aún correrá mucha tinta antes del desenlace de esta nueva versión de El Bueno, El Malo y El Feo; eso sí, por lo menos dos de ellos terminarán en el cementerio –político-; los guionistas prevén un desenlace en el que El Bueno, así como tiene notas, tenga grabaciones que hundirían a El Malo; o que éste sea traicionado por El Feo; o lo que sería peor, que al comparecer en algún momento ante el Senado o el Fiscal Especial, Trump –El Malo- se dispare un tiro en el pie.

¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?

RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh