“Para que respeten la tierra, digan a sus hijos que ella fue enriquecida con las vidas de nuestro pueblo. Enseñen a sus niños lo que enseñamos a los nuestros, que la tierra es nuestra madre.”
Noah Sealth, 1854.
Hace algunos días compartí en mis redes sociales que estábamos siendo testigos de los efectos, cada vez más inclementes del cambio climático en Oaxaca, sin duda todos nos quejamos de las variaciones bruscas de temperatura, “el clima está loco” solemos decir. Por citar algunos de estos fenómenos, recordemos que el 5 de marzo “El Universal” en su versión digital daba cuenta de que sólo en Santo Domingo Zanatepec habían muerto más de cien bovinos debido a la sequía, mientras que el 18 de abril nos sorprende la noticia de que una tromba causa graves daños en Teotitlán de Flores Magón y algunas otras comunidades de la región; pero espere eso no fue todo, en esos mismos días, entre el 17 y el 19 de abril se tuvo registro de intensas granizadas en los Valles Centrales que causaron daños en viviendas, escuelas, árboles e infraestructura pública y por si fuera poco el 30 de abril inesperados torbellinos causaron algunos daños en Tlacolula, ese mismo día nvinoticias.com informa que en lo que va del ciclo han muerto mil cabezas de ganado vacuno en el Istmo de Tehuantepec.
Si estos acontecimientos los vemos de forma aislada, podríamos repetirnos: “el clima está loco”. Pero no es el caso, cree usted amable lector que estos tan distantes fenómenos climáticos sean casualidad, que mientras en una región se mueren los animales por sequía en otra mueren personas por exceso de agua, y que en esos mismos días en otro lugar cae granizo o que en Tuxtepec alcancen temperaturas superiores a los 40oC, todo esto en los 93,757 Km2 que es la superficie de Oaxaca. Yo estoy convencido de que no es así.
Debo confesar que no soy un experto en medio ambiente o en los efectos del cambio climático, sin embargo, tener la oportunidad de acercarme a gente que conoce del tema y que lleva muchos años estudiando y buscando soluciones, poder tener contacto con documentos e información de lo que está aconteciendo con nuestra casa, en nuestro hogar, con Pachamama; acepto que han despertado mi curiosidad y sigo en la búsqueda de profundizar en el conocimiento, pero no quiero quedarme ahí en una burbuja cómoda y sin actuar. Creo que es responsabilidad irrenunciable que quien posee información que los demás no, debe compartirla. Más aún cuando se trata de un asunto de la mayor importancia, nuestra permanencia, como especie, en la tierra.
Las cifras, que analizaremos a detalle en otras entregas, son alarmantes; pero no significa que no exista una solución. Debo aclarar que existe una diversidad de acuerdos internacionales firmados y adoptados por una gran parte de los Estados del planeta y una profunda preocupación de la comunidad científica para contribuir en la mitigación de los efectos del cambio climático, en ello se reportan avances tangibles.
Pero no sólo es una responsabilidad del Estado implementar políticas públicas que tengan como finalidad la protección del medio ambiente y contrarrestar la dura respuesta que nuestra madre naturaleza nos impone como resultado de nuestros excesos.
La contribución individual es de suma importancia, debemos conocer el daño que nuestras actividades cotidianas pueden ocasionar a nuestro planeta y con ello hacer conciencia de que debemos modificar nuestros hábitos si queremos que nuestros hijos tengan por lo menos las mismas condiciones de vida que nosotros.
Twitter: @JErnestoRuiz
Facebook: Ernesto Ruiz