Las relaciones México-Estados Unidos de N.A. han sido complejas. La historia remota, sobre todo a partir de la integración tardía de ese país, topó con los afanes expansionistas de los políticos de los partidos antes y ahora dominantes. El corrimiento y conquista de la frontera oeste fue explícita y no menos lo fue “hacia el sur”, hacia México. La Doctrina Monroe fue la más acabada expresión de original imperialismo norteamericano. Pero, en el Congreso de los Estados Unidos invariablemente imperó la intención de llevar su frontera hasta Guatemala y, para algunos, hasta el Cabo de Hornos.
Robert Lansing poderoso Secretario de Calvin Coolidge, el presidente que antecedió a la peor crisis de los EUA y del capitalismo del siglo XX, la de 1929, informó que era muy fácil dominar a México, sin disparar un tiro: controlando al presidente de México. Para garantizar esa unción era imprescindible permitir a los jóvenes universitarios mexicanos ingresar a las universidades yanquis. Adoptarían el “american wife of life” y al llegar a la presidencia uno de ellos, “haría mejor lo que querían los norteamericanos”. En pocas palabras sumar a México al área imperial de EUA. Fueron augures del salinismo que alcanzó niveles inéditos de entreguismo y extranjerización.
Esta cortesanía y obsecuencia al yanqui, derivaron en un escenario que, el que se avizora tortuoso proceso electoral, está condicionado al interés de los norteamericanos. No es solo por la prolongada frontera, es el volumen de un comercio entre países que no puede alterarse sin originar terremotos económico-políticos. Esto justifica la entrevista del Vicepresidente Biden con los tres precandidatos mexicanos. Estas sesiones aportaron un nítido resultado: la estatura política de cada uno.
AMLO destacó y celebró la declaración de Biden de que EUA no intervendría en las elecciones mexicanas. Cuestión que afirmó el tabasqueño, es incumbencia estricta de México, país soberano. Evocó la complejidad de las relaciones entrambos países en períodos en que fueron respetuosas y fructíferas, como las de Lázaro Cárdenas y Franklin Delano Roosvelt. (Al respecto vale la pena releer las cuatro históricas misivas que cruzaron los estadistas, cuando la soberana decisión mexicana de expropiar la industria petrolera auspició tambores de guerra entre los plutócratas petroleros principalmente yanquis. Esas cartas representan uno de los momentos cumbres de la diplomacia mexicana)
El tabasqueño propuso sin ambages: modificar la relación actual en que impera la lucha militarizada y sangrienta contra el narco, por una política en que impere la cooperación y el desarrollo. Con visión de futuro, sugirió las múltiples ventajas de que EUA apoye el desarrollo de México. Puntualizó aspectos que ha externado con estrategia de estadista. En pocas palabras, AMLO estuvo a la altura de las circunstancias: defensor de la soberanía nacional y reiterando su capacidad de conductor de pueblos. La verdad, levanta el ánimo corroborar que no se amilana ante la presencia de un vocero de primera línea del imperialismo yanqui.
Enrique Peña Nieto mostró su muy escasa estatura política, a la par de la física. Se concretó a informar a Biden que “nuestra prioridad- la priísta-es sostener el combate el narcotráfico”. La pobreza de su visión escandaliza, ante la existencia de cuadros priístas cuya senilidad es paralela a experiencias y conocimientos profundos de la política exterior y de las aristas punzantes que conlleva la relación México-EUA. Se intuye que el mexiquense acude solo a sus colaboradores provincianos que arrastra desde Toluca. Ninguno con presencia intelectual y menos aun diplomática destacada. ¡Ah!, eso sí: la fotografía al saludar a Biden es un cromo. Tiene el sello de un “promocional” de dentífrico antiguo. Peña Nieto, hizo lo único que le es dable: posar y rendirse cortesanamente ante el yanqui todopoderoso.
Josefina Vázquez Mota fue el acabóse. Seguro sus “sesudos” colaboradores acudieron a Wikipedia para saber algo de Biden. Así se concretó a elogiarlo por el papel que desempeñó allá por los lejanos años noventas, en defensa de las mujeres. Biden, en ese club de elogios, aludió al desempeño de “Chepina” en las secretarías en que destacó….dejando cuentas increíbles como el “Gran Capitán”. La “Viuda seudo-Presidencial”, aportó una perla gigantesca de su paupérrimo repertorio intelectual. Afirmó que Biden:
“no dijo textualmente ver con normalidad a una mujer presidenta”.
En otras palabras, ¿entendió Vázquez Mota la elusividad sajona de Biden? O ¿creerá que al referirse a mujeres políticas de fuste, como Indira Gandhi y otras, se refería a “Chepina” Vázquez Mota? Estulticia ratificada.
La carta de AMLO evoca tiempos pasados, cierto. Aquellos en que México contó con diplomáticos dignos, orgullosos de representar a nuestro país y que Isidro Fabela, en obra indispensable, ubica especialmente en los difíciles años del sexenio de Lázaro Cárdenas. Cuando la soberanía nacional era timbre de orgullo y la Cancillería Mexicana, punto de referencia continental e incluso mundial. Tiempos en que México repudió el crimen franquista en España, la defensa de Etiopía, el ejercicio soberano del derecho de asilo y muchos casos que dignificaron la diplomacia mexicana. Tiempos en que no existían presidentes caricaturescos, ujieres del imperio, caporales del capitalismo salvaje. Tiempos honorables que debemos y podemos rescatar. Para reconstruir a México