Con diferencia de unos cuantos días mi Facultad de Economía recibió a dos personajes diametralmente diferentes: AMLO y Francisco Labastida. López Obrador egresado de Ciencias Políticas y Sociales y Labastida de Economía. Las recepciones fueron también diametralmente diferentes. Con AMLO los estudiante y maestros entablaron una diálogo que nunca dejó de ser crítico, pero respetuoso. Se prolongó y el tabasqueño salió entre porras y uno que otro grito de protesta. Con Labastida fue un desastre: no le dejaron hablar y la gritería en contra fue generalizada. Después el exSecretario priísta tuvo que salir rápidamente del “Ho Chi Min”. Según su versión fueron cinco o seis estudiantes gritones que bloquearon su participación. Ver el video confirma que fueron efectivamente cinco o seis entre quinientos o más que vieron callados como Labastida era rechazado por la asamblea. También afirmó que “eso no era la UNAM”.
Los que cursamos la carrera en esa Facultad, sabemos que los alumnos se caracterizan por un elevado sentido crítico. Influye mucho el instrumental analítico que proporciona el estudio del marxismo. Difícilmente un economista que se precie de tal, puede dejar al margen el estudio a fondo del marxismo, así sea para hacerlo a un lado. Es la corriente filosófica más rica para forjar el pensamiento crítico de un economista. Obviamente no debe ni puede quedarse en la pura crítica por rigurosa que sea. Pero las otras escuelas de pensamiento se encargan de adocenar las ideas de los estudiantes. Y de hacerlas converger al mantenimiento del estatus quo, es decir de apenas señalar y modificar aspectos negativos secundarios de la economía aplicada.
El estudiante de esa Facultad, contrariamente al de otras como el ITAM, concluye su carrera con una formación crítica que, ante le necesidad de adecuarse al mercado de trabajo y a sus ansias por escalar en la sociedad, frecuentemente va dejando en el camino. Por eso se decía de él:
“Estudiante inicial, guadalupano; a media carrera, marxista; en quinto año, keynesiano y como profesionista: priísta”
Muchos recorrieron ese camino. Labastida no. En la carrera formó parte de un grupo que llamaron “Los Toficos” por aquello de ¡Uhmmm qué ricos! Al egresar de la todavía Escuela de Economía, se incorporó a las filas de la exSecretaría de la Presidencia en la Dirección General de Inversiones Públicas en que imperaban los criterios tecnocráticos de Rodolfo Moctezuma y Fernando Paz Sánchez. Se desempeñó varios años como jefe de Departamento. Escaló en la burocracia e insólitamente su jefe Miguel de la Madrid lo proyectó al gobierno de Sinaloa. Fue un cambio raro: de tecnócrata a político. Se dijo que en ese cambio, se palpó la mano de Salinas De Gortari que lo vio como potencial competidor en la carrera por Los Pinos. Como Gobernador se rumoraron problemas graves con los narcos; pasó a la Embajada de Portugal. Después volvió al país y la burocracia de la que el PRI lo sacó para proyectarlo como candidato frente a Fox. Fueron célebres sus reclamos por que el “botudo”:
¡Me dijo mandilón, me dijo Mariquita! Patético.
Su espantosa derrota inició para el PRI la “travesía del desierto”. Entre escándalos por millones de pesos que vía PEMEX se transfirieron al PRI y que dejaron una estela de corrupción inaudita. Labastida tuvo enemigos en su equipo: hacían negocios con la propaganda de su campaña. La famosa casa de las calles de Cracovia devino en “bazar” en que vendían camisetas, pasarelas y toda clase de artículos para regalar en la campaña. Derrotado Labastida, amargado, se eclipsó. Pero como lo común es que no pierdan cariño a las porras, a la “línea”, a la”carga de los búfalos” y a los negocios desde el partidazo, volvió ahora en calidad de Senador de la República, con señorío en Mochis.
Sólo que ahora, en esa agria visita, olvidó las características de los alumnos de la Facultad de Economía de la UNAM. Siempre críticos, demoledores en ocasiones. Así, en pocos días vimos dos escenas radicalmente diferentes en la misma Facultad. El diálogo respetuoso con AMLO, en torno a su Proyecto de Nación, el único existente y la auténtica expulsión de Labastida, ahora como representante de un partido que participa en la venta del país, al sancionar la venta de PEMEX. Por eso los estudiantes no lo bajaron de “neoliberal”, lo cual es un elogio considerando su identificación con De la Madrid y corrupto. Esto sería objeto de refutación por Labastida de manera sencilla. Aclarando sus ingresos y egresos a lo largo de su vida burocrática.
Finalmente, una conclusión: AMLO visitó la Facultad de Economía, territorio “caliente” para dinosaurios. Sería muy saludable que Enrique Peña Nieto programara una visita a esa casa de estudios. Valdría la pena corroborar que no es un político que responde a periodicazos: en el caso de los feminicidios, primero afirmó que esa denuncia tenía “propósitos electorales”. Días después realizó un Foro, ¡otro más! y días más tarde creó una Subprocuraduría especializada; ahora anuncia un “paquete de apoyos”. Mientras, los feminicidios en el Estado de México aumentan. Pero no dudo que los alumnos de Economía, donde no estudió, le darían un caluroso recibimiento. A lo mejor como a AMLO, lo llaman Presidente de México.
rubenmv99@yahoo.com