Calderón en EU: 27 ovaciones y cero respuestas

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09:59 En un discurso de 30 minutos, que fue interrumpido 27 veces para ser ovacionado, el presidente Felipe Calderón pidió al Capitolio una reforma migratoria y freno a la venta indiscriminada de armas. Sin embargo, luego del acto legisladores republicanos descartaron eventuales acuerdos en ambos temas.

Durante la sesión conjunta del Congreso de Estados Unidos, el mandatario hizo patente su desacuerdo con la idea de que los rasgos raciales sirvan de base para aplicar la ley.

La mayoría demócrata fue evidente. Sólo unos 12 legisladores republicanos permanecieron sentados observando, con el ceño fruncido, cómo el Presidente de lo que ellos llaman su patio trasero se llevaba las palmas en su propio territorio.

Esos republicanos salieron del salón inmediatamente después de que Calderón lanzara el God bless America y el Viva México con el que cerró su discurso y, a diferencia de los demócratas y demás asistentes, no esperaron a saludar al mexicano.

Legisladores demócratas, invitados, staffers (cuerpo de asesores) y pajes (preparatorianos), que se encargan de ocupar algunas de las curules que quedan vacías, dieron un marco entusiasta al mensaje que desde ahí dirigió, en español, Felipe Calderón a los mexicanos indocumentados en EU para garantizarles que está luchando por sus derechos.

A esos que desesperanzados cruzaron el desierto estadunidense de manera ilegal, les habló del sueño de que un día no tendrán que dejar en México a su familia.

El Presidente buscó en el Capitolio lo que no ha podido logar el hombre más poderoso del mundo, Barack Obama: convencer a los republicanos de una reforma migratoria y frenar la venta indiscriminada de armas.

Sin embargo, Calderón se encontró con la realidad bipartidista estadunidense: los demócratas (de los Kennedy, los Clinton y los Obama) abiertos a la migración, y los republicanos, reacios al tema, cuya ideología cuenta con un respaldo tal que es posible que se aprueben leyes como la SB 1070 de Arizona.

Esos republicanos a los que el propio Obama ubicó como los 60 votos que le faltan para respaldar una iniciativa de ley migratoria que prospere, escucharon ayer a Calderón decir que no es un presidente al que le dé gusto ver a los mexicanos abandonar su país y recordarles que esos paisanos trabajan por la grandeza de Estados Unidos.

Setenta por ciento de las curules de la Sala del Pleno del Capitolio fueron ocupadas por invitados y la comitiva mexicana, a la que se sumaron la dirigente nacional del PRI, Beatriz Paredes —quien cuando el Presidente finalizó su discurso, levantó el dedo pulgar en señal de aprobación—, así como los presidentes de la Cámara de Diputados y el Senado, Francisco Ramírez Acuña y Carlos Navarrete, respectivamente

El legislador perredista aplaudió y hasta se puso de pie en algunas ocasiones ante la ovación emocionada de los demócratas, pero después cayó en el tedio que generaron los aplausos ante cualquier frase del Presidente.

Más tarde, legisladores republicanos manifestaron su rechazo a las exigencias del mandatario mexicano, principalmente la que se refiere al freno de la venta de armas.

John Cornyn afirmó que el problema de seguridad que enfrenta México no tiene que ver sólo con la presencia de armas. “Tengo mucho respeto por el presidente Calderón y su compromiso de combatir a los cárteles, pero no creo que los estadunidenses deban renunciar a cualquiera de sus libertades en respuesta a los problemas de otro país”, enfatizó.

A su vez, Jeff Sessions consideró que tal prohibición resulta innecesaria, porque ya existe una sobre las armas automáticas, además de que no existe el respaldo político para instaurar esa prohibición.

“No creo que pueda pasar. La petición que más hacemos es contra el movimiento ilegal de armas a México. Eso lo apoyo, creo que ese es una petición legítima”, señaló.

Por su parte, el demócrata Elliot Engel dijo estar a favor de la solicitud del mandatario mexicano, por ser algo que tiene “sentido común”.

“Creo que no tiene sentido tener cualquier arma para actividades que no tienen que ver con la caza”, una prohibición de ese tipo no truncará el derecho de los estadunidenses a portar armas, subrayó.

“No tiene que ver con el derecho constitucional de portar armas. Eso es ridículo”, aseveró.

Milenio