México también tiene leyendas de amor y aquí te las contamos
Estamos a tan sólo unos días del Día del Amor y la Amistad y hoy te cantamos algunas leyendas mexicanas que tienen como escenario a uno de los destinos más bonitos de México: Yucatán.
“El Maquech”
La leyenda cuenta que una hermosa princesa llamada “Cuzán”, poseía una belleza tal que era admirada y conocida por todos los reinos de su alrededor por tan extraordinaria cualidad.
Cuzán era de personalidad alegre y amigable, características que la hacían la consentida de su padre “Ahnú Dtundtunxcaán”, el Gran Señor que se sumerge en los cielos.
Su padre tenía la firme convicción de que su hija no podría contraer matrimonio con alguien que él considerara inferior por lo que decidió, cuando Cuzán era muy pequeña, que concedería su mano al príncipe “Ek Chapt”, futuro rey de la ciudad de Nan Chan.
Los años pasaron y un día cuando el Gran Señor regresó de una batalla acompañado por su mejor guerrero de cabellera roja encendida, “Chalpol”, llamo a la princesa y al cruzar miradas ambos quedaron perdidamente enamorados.
Pero su amor venía acompañado de un injusto destino ya que Cuzán estaba comprometida con Ek Chapat, así que decidieron mantener oculto su amor y, debajo de una ceiba sagrada, juraron que su amor sería por siempre y no se separarían jamás.
Sin embargo, el padre de Cuzán los descubrió y ordenó que Chalpol fuera sacrificado.
Se cuenta que Cuzán suplicó a su padre por la vida de su amado, y el accedió, con la única condición que Cuzán jamás volviera a ver a Chalpol. Ella aceptó esperanzada con volverlo a ver. Más tarde descubrió que su padre sí le perdonó la vida, pero ordenó a un hechicero convertirlo en un maquech (escarabajo) por haber tenido la osadía de amar a su hija. La princesa entonces tomó al maquech en sus manos, y como le juró jamás separarse de él, decidió decorarlo con hermosas joyas y piedras preciosas. Sujetó sus patas con una pequeña cadena de oro y prendió al maquech en su ropa muy cerca de su corazón de esa forma la princesa y su amado estuvieron juntos para toda su vida.
Por esta razón en Yucatán, podrás encontrar artesanías que representan esta historia adornados con piedras brillantes. Y si eres un romántico o romántica sin remedio, este es un simbólico recuerdo.
“La leyenda de Nicté-Ha”
Reza la leyenda que, en lo más profundo de la selva maya, existía un reino impresiónate y el príncipe de este reino era conocido como “Chacdziedzib”, (cardenal rojo) un guerrero valiente, venerado y querido por todo su pueblo.
El príncipe estaba comprometido con una princesa de otro reino con la que contraería matrimonio cuando se convirtiera en rey, pero Chacdziedzib estaba perdidamente enamorado de “Nicté-Ha”, una plebeya, hija de un guardia del cenote sagrado.
Nicte-Ha era una joven hermosa, como su nombre lo indica, tan hermosa como una blanca flor. Siempre vestía de blanco y su amor con Chacdziedzib era único y secreto, tanto que sus familiares no sabían que ambos se reunían todas las noches en el cenote, donde el príncipe le cantaba canciones a su amada.
Un día, el sacerdote del reino descubrió este amor y estando en contra de que una simple plebeya podría ser llegar a reinar el pueblo, decidió asesinarla. Las acciones del sacerdote no tardaron en llegar a los oídos de Chacdziedzib por lo que mandó a su nana, una mujer que lo protegió y cuido durante toda su vida, a buscar a Nicte-Ha para que pudieran casarse en secreto, pero el sacerdote al enterarse de eso, siguió a la nana y la asesinó evitando que el mensaje llegará a tiempo a Nicte-ha.
Al ver que su nana no regresaba, Chacdziedzib decidió ir por su amada al cenote. Al momento de verla, la abrazó con todas sus fuerzas hasta que sintió que una flecha atravesaba el cuerpo de Nicte-Ha quitándole la, entre sus brazos.
El sacerdote había cumplido su intensión y Nicte-Ha se desvaneció rápidamente en las aguas del cenote. Chacdziedzib lloró desconsolado y le suplicó a los dioses que lo llevaran con su amada, estos lo escucharon, y el Dios de las Aguas convirtió a Nicte-Ha en una hermosa flor de loto y el Dios de los Pájaros convirtió a Chacdziedzib en un Cardenal.
Desde ese entonces, el pájaro rojo baja a las aguas del cenote para cantarle a sus flores blancas todos los días.