Era común en los concursos de oratoria –seguramente lo sigue siendo- la (mucha veces) desleal práctica de memorizar extensas citas prosadad o fragmentos de poesías para ganarle mañosamente la batalla al tiempo. Cuando el orador no era capaz de ocupar la integridad del tiempo requerido con su puntual conocimiento del tema, echaba mano, muchas veces por orden directa de su “asesor”, de estos “mosaicos”, a veces, indiscriminadamente de suerte que al final, los discursos resultaban un “medley” de recitaciones.
Uno de los “mosaicos” favoritos de muchos de mis contemporáneos y de más antes era el siguiente:
“Eras tú, y a tus pies cayendo al verte:
—Padre, te murmuré, quiero ser fuerte:
dame tu fe, tu obstinación extraña;
quiero ser como tú, firme y sereno;
quiero ser como tú, paciente y bueno;
quiero ser como tú, nieve y montaña.
Soy una chispa; ¡enséñame a ser lumbre!
Soy un gujarro; ¡enséñame a ser cumbre!
Soy una linfa: ¡enséñame a ser río!
Soy un harapo: ¡enséñame a ser gala!
Soy una pluma: ¡enséñame a ser ala,
y que Dios te bendiga, padre mío!”
Correspondía a un texto de Amado Nervo pronunciado en la Cámara de Diputados el 19 de julio de 1902, en el marco, desde luego, del aniversario luctuoso de Benito Juárez. Por su sonoridad y grandilocuencia, con este “mosaico”, decenas de oradores cerraban sus discursos, indistintamente del tema a improvisar.
La pieza se llama “La Raza de Bronce” la misma que aludió el Presidente Obama en su discurso, cuando dijo a la juventud de Méxco el pasado 3 de mayo en el Museo Nacional de Antropología e Historia, “Tú eres el sueño, tú eres el sueño”.
¿Por cuántas manos o mejor dicho cuántas mentes tuvo que pasar ese discurso de Obama? Fue sin duda el más cuidado de su gira, el más pulcro, el más “trabajado”. Es una pieza de antología, donde cada párrafo da para un análisis completo.
¿Por qué quiso Obama hablar a la juventud? Habló sólo ante unos cientos de jóvenes mexicanos ahí reunidos, pero el mensaje iba para todos los jóvenes del país, al menos para la totalidad de la clase media. Como en su pasada visita a Israel, desdeñó a la clase política y puso en su lugar a la juventud para entregar su mensaje. Elocuente gesto que no admite muchas interpretaciones. La semilla de la esperanza de la que es portador, como jefe de la nación aún más poderosa del mundo, no puede encontrar terreno más fértil.
Obama deja en claro que le preocupa y ocupa la imagen de los Estados Unidos en el exterior. En el mundo actual en que –a decir de Alain Touraine- “el lenguaje de la economía, es sustituido por el lenguaje de la guerra” esa nación es el centro. En es choque de civilizaciones preconizado por Huntington, “América”, como le llaman sus moradores, se erige en paladín del bien, contra el mundo islámico.
El discurso de Obama fue como tenía que ser ante los jóvenes; con una buena dosis de seducción. México tiene una composición social semejante a la que hizo posible el triunfo del liberalismo de Juárez, Ramírez, Prieto, Ocampo y aquella pléyade; y las clases medias ilustradas se dejaron seducir hoy por un discurso que ninguno de sus políticos locales se ha atrevido a desplegar; un discurso que no se entrega a la retórica, pero tampoco –como desde hace tiempo tenemos por costumbre en México- se desdeña.
Su mensaje lo dejó a los jóvenes para que lo oyera la clase política. No fue una inocente reunión de unos cuantos jóvenes aborregados para escuchar a Obama. Hay mucho más que eso de fondo. Los jóvenes son presente. Ese fue el mensaje principal de Obama, de no serlo así ¿Para qué buscar hablarles… convencerles?
¿Habló con pertinencia de “la modernidad” y cómo no convencer de su tesis si invoca a uno de nuestros grandes? Parafraseó a Octavio Paz para decir que la modernidad no está fuera, sino dentro de nosotros; que “Es hoy y es la antigüedad más antigua, es mañana y es el comienzo del mundo, tiene mil años y acaba de nacer.”.
Algunas encuestas circularon antes de su llegada. Los mexicanos, según las publicaciones, no tenemos, en términos generales, una opinión desfavorable de EUA ni de su presidente. Después de ese discurso, aunque hayan sido solo palabras, esta tendencia se refuerza y las simpatía por Obama crecen.
Antes que en México, en Estados Unidos, saben que el futuro inmediato de nuestro país está en la clase media y que la movilidad social hace posible que cada vez más jóvenes se incorporen a esta.
Tal vez, a raiz de esto, tengamos a partir de ahora, al Presdente Peña Nieto, buscando encuentros más frecuentes con los jóvenes de México; con quienes lo vemos ya como un aliado y líder indiscutible y con quienes se empeñan en negarle su reconocimiento como el principal líder político para la transformación de México.