¿Y pa’l calor?: Horacio Corro Espinosa

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10-horacio-corroQuien haya leído la obra del francés Albert Camus, “El extranjero”, recordará que al señor Meursault, el protagonista de la novela, le preguntaron,  “¿Por qué mataste al árabe?” Y él responde: “porque hacía mucho calor”. Se trata de un tipo que no siente ningún remordimiento ni arrepentimiento o lástima, en una palabra, nada por nadie.

Albert Camus, escribió esta novela en 1942, pero yo creo que mientras arrastraba el lápiz, lo hacía pensando en los oaxaqueños, pues andamos medios locos y atarantados por tanto calor, y hoy, bajo los efectos de este detestable ardor, entiendo que, el calor puede despertar ese loco que llevamos dentro cuando aumenta tanto la temperatura.

Si aquí nos quejamos del extremo calor y por lo mismo casi no encontramos oxigeno, me pregunto, cómo sentirán los yucatecos que antier estuvieron  a 45 grados. Los de esa entidad han de decir o se han de reír de nuestras payasadas al quejarnos de los  minúsculos calores que padecemos. A la mejor ahí sí, en Yucatán, el calor exige crimen. Pero en realidad no es así. Yucatán es la ciudad del país con menos violencia. Es la entidad más segura. Es un lugar donde las casas tienen abiertas sus puertas para que la gente, desde la calle, admire sus patios y jardines.

A pesar del calor, me tocó ver a algunas personas que caminaban con suéter o chamarra por las calles. Sólo con ver a esa gente, se sentía más calor y como que además, se robaban el oxigeno y generaban a su alrededor una onda extremadamente caliente.

Tal vez, por esas visiones, la gente anda de malas y de peores: irritable, bravera, impaciente y belicosa. Lo malo es que hay muchos manejadores del volante que también están como planchitas, y más, si se topan con un bloqueo o una marcha, de esas que nunca faltan en la capital del estado.

Pero nunca está de más para esos días de loco calor (bueno, ya no sé si uno es el loco por andar bajo el sol durante muchas horas, o si se trata de cumplir una manda) una bebida refrescante que nos quite el ardor del gaznate, que nos aligere la sangre, que nos dé ánimo de caminar, que nos haga sentir el cuerpo como algo menos que una brasa, un horno, una llamarada sin sentido.

En lo primero que pensamos después de una buena asoleada o una buena caminada, es en beber agua. Hay gente que prefiere agua de sabor de alguna fruta natural. Hay otros, que prefieren de esa agua que anuncian por todos los medios de comunicación y que según te refrescan. Pero también hay los que en vez de agua o refresco, piensan en cervezas.

A veces me dan ganas de descubrir al que se portó tan mal que por eso nos están cayendo encima un montón de leños de fuego.

En el libro de Apocalipsis dice: El primer ángel tocó su trompeta, y desde el cielo cayeron granizo y fuego mezclados con sangre. Se quemó la tercera parte de la tierra, y también la tercera parte de todos los árboles y de toda la hierba.

Afortunadamente para algunos, comenzó a cambiar violentamente la temperatura desde ayer en la tarde, pero antes de que se repita el hecho y mueran achicharrados, les recomiendo que lean la Biblia.

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