Por todas razones es reprobable, que el gobierno de Ecuador irrumpiera la noche del 5 de abril de 2024 en la embajada mexicana en Quito. No es la forma ni el modo. Atenta además al derecho internacional y a los acuerdos en la materia; particularmente la Convención de Viena…
Que en su artículo 27 señala: “El derecho interno y la observancia de los tratados. Una parte no podrá invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación del incumplimiento de un tratado. Esta norma se entenderá sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 46”.
Las sedes diplomáticas son inviolables (Art. 22) porque es territorio extranjero en el que se llevan a cabo las relaciones diplomáticas, comerciales, de seguridad, culturales: Así acordado en Viena.
¿Qué hubiera dicho el gobierno de Ecuador si el Reino Unido o el gobierno de Estados Unidos de América hubieran intervinieron en la embajada de Ecuador en Londres para sacar a Julián Assange que estuvo ahí de 2012 a 2019 bajo resguardo diplomático?
Pero nada, que al gobierno de Daniel Noboa -Presidente de Ecuador desde el 23 de noviembre de 2023– se le llenó el buche de piedritas. En su Mañanera del 3 de abril, como sin venir a cuento, el presidente mexicano dijo que Noboa ganó las elecciones gracias al asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio. Lo dijo así:
““Hubo elecciones en Ecuador, iba la candidata de las fuerzas progresistas, como 10 puntos arriba…” (Se refería a Luisa González, candidata de la Revolución Ciudadana, cuyo líder es Rafael Correa, quien ha mostrado afinidad política con López Obrador). “Entonces, un candidato que habla mal de la candidata que va a arriba de repente es asesinado, y la candidata que iba arriba se cae, y el candidato que iba en segundo sube”, dijo López Obrador.
El gobierno de Ecuador reaccionó al día siguiente nombrando “persona non grata a la embajadora de México, Raquel Serur Smeke. Al día siguiente el presidente mexicano repitió sus dichos.
Un mes antes Ecuador solicitó al Gobierno de México ingresar, con autorización, en la Embajada de México para detener al ex vicepresidente Jorge Glas, quien se refugió ahí desde el 17 de diciembre de 2023 “para evadir la cárcel por dos sentencias por presunta corrupción durante el gobierno de Rafael Correa, y otro en curso que investiga la Fiscalía de Ecuador.”
México no autorizó el ingreso de la policía para detener a Glas bajo el argumento cierto de que “eso violaría la inmunidad diplomática de nuestras embajadas”, y que analizaba la solicitud de asilo de Glas: “No se lo hemos otorgado, pero tampoco se lo hemos negado”. Luego de las declaraciones cruzadas, el 4 de abril el presidente mexicano decidió otorgar el asilo a Glas.
Al día siguiente ocurrió la intervención de las fuerzas de seguridad de Ecuador y sustrajeron a Glas. Inmediato el gobierno mexicano declaró la suspensión de relaciones con Ecuador y minutos después anunció el rompimiento de relaciones con el gobierno de Ecuador y que acudiría a instancias internacionales por la violación a su embajada y violación al acuerdo de la Convención de Viena.
¿Pero qué necesidad había de confrontar al gobierno de Ecuador? ¿En dónde quedó aquello de que la política exterior mexicana se rige bajo el principio de la no intervención en asuntos de otros países, según establece la Doctrina Estrada? ¿Y lo de “El respeto al derecho ajeno es la paz”?
Digamos que lo de Ecuador es la gota que derramó el vaso en materia de política exterior mexicana. Una política exterior que hoy no atiende a esa Doctrina Estrada y mucho menos al apotegma juarista y que sí ha confrontado ya a varios países, sobre todo de América Latina.
El presidente mexicano ha confrontado a España, a Austria, a Estados Unidos, a Bolivia, a Perú, a Argentina, a Ecuador… Tan sólo en este gobierno han expulsado a tres embajadores mexicanos de países sudamericanos: Bolivia, Perú y ahora Ecuador –antes del rompimiento de relaciones-.
Hace unos días el presidente de Argentina, Javier Milei, reaccionó a los dichos del presidente mexicano que lo acusó de “Facha” de “Fascista” de “ultraderecha”…
… En entrevista con Andrés Oppenheimer para CNN en español el mandatario sudamericano dijo que el presidente mexicano “es un ignorante”. Y de ahí en adelante otras declaraciones y un ambiente enrarecido y anti diplomático con el país del sur.
No siempre el gobierno de un país está de acuerdo con lo que hacen otros países o cómo llevan su gobierno. Pero es una opinión particular que no debe permitir que esto se traslade a los dichos y los hechos. Y para dirimir diferencias existe la política exterior… la diplomacia.
La que es esencial para la cooperación internacional. Es el arte de llevar a buen puerto las diferencias entre gobiernos porque afectan a los ciudadanos de cada nación en muchos aspectos: comercial, trabajo, cultura, ciencia y tecnología, educación, seguridad, migración, bien estar de ciudadanos en otro país: muchos factores que inciden en una buena relación entre naciones.
En 1930 Genaro Estrada, Secretario de Relaciones Exteriores durante la presidencia de Pascual Ortiz Rubio, escrituró lo que habría de regir la política exterior mexicana y que se consagra en el artículo 89 constitucional.
Esto es: La doctrina Estrada se fundamenta en aspectos de la política internacional, especialmente el principio de no intervención y el derecho de autodeterminación de los pueblos.
Favorece una visión cerrada de soberanía nacional. Afirma que los gobiernos extranjeros no deberían juzgar, para bien o para mal, gobiernos o cambios en gobiernos de otras naciones, ya que implicaría una violación a su soberanía.
¿Y entonces?