Víctor Raúl Martínez Vásquez
Mientras la Alianza opositora avanza y la sociedad civil se expresa a través del Foro Ciudadano para la Transición a la Democracia; la Convención Estatal Democrática “Oaxaca Libre”; la Iniciativa Ciudadana para la Transición y Democratización del Estado de Oaxaca; el anteproyecto de Ley de Participación Ciudadana elaborado por el espacio civil que agrupa a más de 40 organizaciones, etc. la pregunta que muchos se hacen ahora es ¿qué pasa con el magisterio aglutinado en la sección 22?, ¿apoyará o no la alianza opositora?.
Muchas organizaciones que participaron en el movimiento del 2006 junto con el magisterio, se han manifestado ya a favor de la Alianza, podemos mencionar a la UCIZONI, CODECI, CODEP, FIOB, Comuna Oaxaca, etc.
Las organizaciones civiles y sociales hacen propuestas para la plataforma programática, plantean criterios y procedimientos para la selección de candidatos, los rumbos que ha de tomar la transición en el estado, etc. ¿ pero los maestros, cuál será su posición?.
Lo que sabemos es que el magisterio se encuentra en un debate interno en sus más de 700 delegaciones sindicales y la asamblea estatal. Entre los grupos organizados internamente se pueden identificar hasta ahora tres tendencias generales.
La primera, de absoluto rechazo a la participación electoral; la segunda, planteando que se realicen consultas con los pueblos, las comunidades, las colonias, los padres de familia; la tercera, declarándose abiertamente a favor de la alianza opositora.
Los primeros caracterizan a todos los partidos por igual, señalan que las elecciones solo fortalecen el sistema, sostienen que aun el PT, Convergencia y el PRD “son el mismo estercolero” y que los trabajadores y el pueblo donde gobiernan como en el D. F. no se han beneficiado en nada. Este grupo y otros como los trabajadores de la educación del Partido Obrero Socialista, que coinciden con esta tendencia, llaman a no votar, “a lograr que el 60% repudien la farsa electoral”. (“La chispa clasista”, número 62, febrero 13 del 2010).
Entre la segunda tendencia se encuentra el llamado “magisterio zapatista”. En un documento difundido entre los maestros con motivo de la última asamblea estatal celebrada en Ayutla, aunque mencionan su desconfianza por “las componendas y los cochupos” de los partidos, llaman al magisterio a realizar “un severo análisis” y escuchar en foros al pueblo, en cada una de sus comunidades, a “recuperar las propuestas de lo que en realidad se requiere”. Ellos, dicen, “nos tendrán que empujar al que hacer”. (Magisterio zapatista, febrero 10 del 2010).
La tercera posición entre la que se encuentra Praxis y la Unión de Trabajadores de la Educación, sin dejar de desconfiar en los partidos y “dar un cheque en blanco” a estos, señalan, “hoy nos vemos en el imperativo moral de llamar a la conciencia crítica del pueblo de Oaxaca para que mediante un voto razonado podamos llegar este 4 de julio a la alternancia democrática de nuestro estado”. (“Praxis”, enero 16 de 2010).
Si bien es cierto que el magisterio tiene mucha razón en desconfiar en los partidos por la forma en que se han comportado sus burocracias, por los cotos familiares de poder, la forma en que se distribuyen las candidaturas, etc. también lo es que la abstención, pasividad y voto de castigo del magisterio, como ocurrió el año pasado, en los hechos, solo ha favorecido al PRI, que se ha llevado de todas, todas, con el beneplácito y ufanía por cierto de quien, al frente del PRI, se ha levantado como el triunfador de estas contiendas y las sigue presumiendo, es decir, Jorge Franco Vargas, hasta hace una semanas presidente del PRI en el estado, aspirante frustado al gobierno de Oaxaca y verdugo del magisterio en aquel fatídico 2006.
Llamar a votar nuevamente en contra de todos los partidos o abstenerse en el proceso electoral, en términos prácticos, es volver a darle el triunfo al PRI y darle la espalda a muchos sectores, grupos y ciudadanos, como los que hemos mencionado al principio de este artículo, que esperan y luchan por un cambio de régimen y ven en estas elecciones una oportunidad y no solo la fatalidad y condena de los grupos que se oponen a la participación electoral. Entre los argumentos de estos grupos, algunos falsos por cierto, se encuentran básicamente tres. El primero tiene que ver con los llamados principios rectores que fueron elaborados hace treinta años, cuando los líderes magisteriales, los secretarios generales del comité ejecutivo estatal saltaban a las diputaciones priistas casi de manera automática. Recuérdese a David Mayren por ejemplo que fue secretario general de la sección 22, dirigente del PRI y diputado local. El cargo en el sindicato, era el trampolín político para la Cámara local o federal. No es el caso ahora. No desde el sindicato al menos.
El sindicato puede, como lo hizo en el 2006, darle el plus que le falta a la oposición, sin que tenga que ser un cheque en blanco como entonces. Puede exigir, por ejemplo, compromisos programáticos que beneficien a la población en el aspecto social y económico; que fortalezcan la democracia participativa con el referéndum, el plebiscito, la iniciativa popular legislativa, la revocación de mandato, el presupuesto participativo; que se ciudadanicen realmente la Comisión Estatal de Derechos Humanos y sea dirigida de manera independiente por alguien que venga del movimiento social y sea un verdadero defensor del pueblo, al igual que quienes integren el Instituto para la Transparencia y el Acceso a la Información Pública; que se favorezca el campo y se logre la autosuficiencia alimentaria, se protejan los maíces criollos; que se respete la autonomía de los pueblos indios y su derecho a la libre determinación sobre sus recursos; la equidad de género y el respeto a los derechos de las mujeres, etc. demandas que son parte de la agenda que han venido planteando las organizaciones civiles y el mismo movimiento social del 2006. Recuérdese el Foro para la gobernabilidad y la democracia en Oaxaca o la Declaración de Santo Domingo realizados ese mismo año.
Otro argumento que esgrimen es que de nada sirvió la elección del 2006 con el voto de castigo al PRI y peor aún, que se dio una traición. ¿Cómo puede haber traición si no hubo acuerdo?, ¿qué fue lo que se traicionó?, ¿la falta de compromisos?, ¿qué compromisos?. Ese si fue un cheque en blanco, quizás explicable por la premura con la que se tomó la decisión del voto de castigo para el PRI y el PAN que favoreció a la Coalición “Por el bien de todos, primero los pobres”, integrada por los partidos del entonces Frente Amplio Progresista (FAP). Quizás porque no se esperaban esos resultados. Aun a pesar de que no hubo compromisos explícitos, creo que debemos a estos diputados y a los senadores beneficiarios del voto del movimiento social del 2006, la toma de la tribuna de la Cámara Federal en defensa del petróleo y en contra de su privatización. Lo que, dicho sea de paso, no es poca cosa en este país copado por él neoliberalismo y los grupos de interés. ¡Claro que de algo sirvió!. Ya quisiéramos ver ahora a los priistas beneficiarios del voto de castigo del magisterio el año pasado hacer algo parecido en la cámara federal.
El otro argumento, ciertamente falso, es que los diputados del PRD, votaron a favor de la entrada de las tropas federales en el 2006. No hay documento o declaración pública que pruebe esa mentira mediática. Solo recuerdo en la prensa el caso de un diputado Carmona, que por cierto ya no está en el PRD, que contra su propia bancada, se puso del lado del PRI. Pero si alguien puede refutar esto que lo haga con pruebas, no repitiendo lo que otros dijeron en la radio, en el marco de una estrategia de campaña, por cierto muy sucia.
Así como el 2006, fue un momento histórico, en que el pueblo se movilizó en las calles contra el autoritarismo de una forma masiva; el 2010 se perfila como otro momento de expresión popular contra el autoritarismo. Lo hará de manera pacífica en las urnas. ¿Y el magisterio?.