El pasado jueves el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) le entregó la constancia que acredita al Ciudadano Enrique Peña Nieto como Presidente Electo de los Estados Unidos Mexicanos, lo anterior después de una serie de señalamientos y aportación de pruebas que integrantes del “Movimiento Progresista” hicieron para demandar la invalidez de la elección y que en su gran mayoría fueron desechadas. Con ello se legitima; más no se limpia, un proceso que a la vista de todos estuvo llena de situaciones evidentemente irregulares, pero que a criterio de los jueces no influyeron en la decisión ciudadana de emitir su sufragio en forma libre e imparcial. Con tal determinación se limpia un proceso pero se ensucia nuestra incipiente democracia.
Y sin embargo la pregunta que muchos se hacen es ¿y ahora qué?
Como todos sabemos el fallo dado por el TEJF es inapelable, por lo cual y dadas las reformas electorales recién aprobadas, el Presidente electo habrá de rendir protesta en donde le sea posible, teniendo al menos para ello tres escenarios. Visto así y dadas las manifestaciones de inconformidad de grupos simpatizantes del ex candidato Andrés Manuel López Obrador es previsible que para el día 1 de diciembre el acceso al Palacio de San Lázaro se convierta en la principal disputa por quienes a toda costa impedirán que llegue a tal sitio a rendir la protesta de ley, aunque no hay que esperar hasta esa fecha para comenzar a observar las expresiones de rechazo a lo que califican como un “fraude electoral descarado”. Toma de casetas de cobro, manifestaciones callejeras, toma de edificios públicos y diversas convocatorias a desconocer al Presidente electo serán las notas de las próximas semanas, que no se verán en las televisoras, pero que si se difundirán insistentemente en las redes sociales.
Pero con eso de que la “ley es la ley”, quizá la forma y el lugar en donde llegue a tomar protesta Enrique Peña Nieto, sea lo de menos. Lo verdaderamente trascendente sucederá a partir del día 1 de diciembre, pues habrá que preguntarse ¿cuál y cómo será su forma de gobernar? ¿Será un gobierno que busque la reconciliación o uno que tomará venganza contra quienes se han manifestado abiertamente opuestos a su proyecto? ¿Establecerá los puentes y la coordinación con los gobiernos estatales surgidos de partidos ajenos a la alianza que lo llevó a poder, o buscará ir minando su influencia a través de acotarlos política y económicamente a través de los delegados federales?, en resumen: ¿El ahora qué? Casos como el de Oaxaca merece un análisis especial. Pues a partir del 1 de diciembre se tendrá un Presidente de la República con un sello evidentemente tricolor, un ejecutivo estatal que aunque surgido de una coalición de cuatro institutos políticos, se le vincula con el hoy denominado “Movimiento Ciudadano” –antes Convergencia– aunque en los hechos se ha alineado con la “izquierda progresista” y en la capital un Alcalde igual emanado de una Coalición de cuatro partidos pero con lazos fuertemente atados con el Partido Acción Nacional. Pero si por esto fuera poco, habrá que recordar que en el estado se registró un voto abrumador a favor de Andrés Manuel López Obrador, a lo que se le ha llamado el “efecto peje” y que contribuyó al obtener dos escaños en el Senado y 10 de las 11 diputaciones federales.
Pero si esta mezcla de partidos y de ideologías en el poder resulta algo extraordinario, habrá que agregarle que el partido del ya ungido Presidente electo, el PRI se encuentra inmerso desde hace meses en una disputa interna que lejos de encontrar una solución próxima, habrá de incrementar las peleas por obtener la presidencia del mismo, por lo que suponer que sería a través de ese instituto político como habrán de operar en el estado, sería utópico. ¿Y entonces cómo empezar a recuperar el terreno que se perdió hace dos años, precisamente por la ambición y malas acciones de quienes desde ya se lamen los bigotes considerando que su retorno y con ello su venganza está próxima? ¿Y ahora qué?
Sin duda que se deberá privilegiar el arte de la política, suponer que en un acto de dignidad se debe rechazar el sentarse a buscar los acuerdos con el nuevo Presidente puede resultar extremadamente riesgoso para un estado que vive en gran medida de los recursos que le envía la federación; pero tampoco se trata de someterse y entregarse a cambio de ello. El hecho de que los ciudadanos oaxaqueños hayan decidido claramente por la opción que consideraban mejor para sus aspiraciones, debe darle a fortaleza y la seguridad al estado para buscar las coincidencias en términos de equidad y de respeto. Olvidar que los oaxaqueños votamos hace poco más de dos años por un proyecto distinto al que hoy regresa al Poder, deberá servir para la reflexión de qué y cómo queremos afrontar la elección del 2013 y cómo queremos que sea el transitar de los más de cuatro años que le restan a Gabino Cué al frente de la gobernación del estado. De ahí que considero que en lo inmediato la Coalición de cuatro partidos deberán sentarse para verificar y evaluar lo que hasta ahora se ha hecho bien y lo que se ha hecho mal, el no estar cohesionados y fortalecidos podría provocar situaciones que a nadie beneficiarían.
La primera señal de lo que habrá de ser la nueva relación federación-estado lo habremos de ver con la negociación del presupuesto a ejercer el próximo año, hoy con una bancada mayoritariamente identificada con el gobierno en turno, nos daría la certeza de que el estado se vería favorecido y fortalecido, pero en contraparte al tener el Congreso una mayoría distinta a la de la bancada oaxaqueña, pudiera traernos serios descalabros, de ahí que ahora más que nunca se deba permanecer unidos y como ya lo dije, privilegiar el arte de la política.
El entregarse de “a pechito” con el único propósito de congraciarse con el nuevo Presidente, pudiera resultar altamente riesgoso en un estado en donde mayoritariamente se ha votado en las últimas elecciones por un proyecto que de rectificar el camino y de ubicar los propósitos de su creación, pudiera incluso convertirse en una posición de gran peso para la elección del 2018.
Esperemos.
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