El perfil político de Donald Trump sólo va a reproducir, treinta y cinco años después, la ofensiva imperial de Ronald Reagan de 1981-1986; al final del día, la intención imperial del próximo presidente de los EE.UU. nada tiene que ver con migración sino que se prepara una reorganización de la política exterior de seguridad nacional de la Casa Blanca.
La estrategia imperial de Trump va a profundizar la dependencia mexicana del paraguas político-militar de Washington, retomando parte de las políticas antiterroristas de George W. Bush y la hegemonía diplomática de Obama reflejada en la deportación masiva de mexicanos y en el trato despectivo hacia el presidente de México.
De 1983 a 1986, la Casa Blanca de Reagan convirtió a México en un objetivo de seguridad nacional para sacarlo de su participación en la estabilización política de Centroamérica con reconocimiento a la guerrilla y para abrir México a las estrategias de control del tráfico de drogas.
La ofensiva comenzó en 1979 con un artículo del académico Constantine Menges titulado “México, the Irán next door?”, resaltando la posibilidad de que México estallara con una revolución nacionalista. Menges fue llamado por Reagan a su campaña, el senador ultraderechista Jesse Helms lo envió a la CIA y luego al consejo de seguridad nacional de la Casa Blanca.
En 1983, por órdenes de Reagan, el director de la CIA, William Casey, ordenó que la oficina de asuntos mexicanos redactara un informe especial concluyendo que México estaba a punto de estallar y que requería la intervención de Washington. El redactor de la CIA, John Horton, exjefe de la estación en México, se negó a hacer el reporte, renunció y publicó un artículo en el The Washington Post diciendo que la CIA estaba fabricando informes falsos. La historia la desarrolla Bob Woodward en su libro Las guerras secretas de la CIA.
En México, en 1983 y 1984 el embajador norteamericano John Gavin realizó reuniones para crear una Santa Alianza: PAN, empresarios radicales, obispos conservadores y la gestión de la embajada, con miras a las elecciones presidenciales de 1988. En 1985 se atravesó el secuestro, tortura y asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar –hasta ahora con indicios de doble agente– por el cártel de Ernesto Don Neto Fonseca y Rafael Caro Quintero. Gavin se colgó de ese incidente para una campaña escandalosa contra la corrupción en México, aterrizada en 1986 en Washington por el senador Helms con audiencias públicas contra México en el Senado.
El petróleo, la política exterior activa en zonas de interés estadunidense, el último suspiro del nacionalismo revolucionario en el PRI y la penetración del KGB soviético y del Stasi de Alemania comunista en los servicios de inteligencia mexicanos motivaron la ofensiva de Reagan. En México se dio en 1985 el giro de la economía progresista de Estado al neoliberalismo de mercado promovido por Carlos Salinas de Gortari –ahí ganó la candidatura presidencial– y la subordinación mexicana a los intereses de Washington.
Trump va a retomar la estrategia de Reagan.
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The White House 2016: Los seguidores de encuestas en las elecciones estadunidenses deben atender a varias lecturas: las encuestas a nivel nacional incluyendo estados o las encuestas estatales por sí mismas. Y en las locales Trump comienza a avanzar… Y Hillary Clinton no da una: su libro Stronger together armado para la campaña ha sido un fracaso: menos de 3 mil ejemplares vendidos.
Política para dummies: La política debe mostrar a los gobernantes como estadistas, no como tiranos.
Sólo para sus ojos:
- Mucho interés en Los Pinos por el giro que tomó la campaña presidencial en los EE.UU. debido al desplome de Hillary Clinton por enfermedad y al repunte de Donald Trump. Ya hubo instrucciones de no perder contactos con el republicano. Y dicen que esta vez el presidente de la república supervisará directamente la estrategia.
- Sin sentido la campaña por la renuncia presidencial. Algunos importantes articulistas cayeron en la trampa del pánico social de las redes cibernéticas. Al final, todo lo que resiste, apoya.
- Como nunca antes, los medios están sueltos como si fuera temporada de cacería de corruptos. Lo de menos es que lo hagan; lo interesante es que no existe ninguna política de comunicación social del gobierno para contrarrestarla. Los medios suponen que venderán más ejemplares y tiempo denunciando corruptos.
- Más datos de un repunte de la inseguridad y la violencia en el país.
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