Posicionar a México y a Oaxaca en el mundo, sobre todo promover mayores flujos de inversión productiva y de intercambio comercial, fue el sentido de mi participación en los foros de debate con legisladores, académicos y representantes de la sociedad civil, en el marco de la XVII Reunión de la Comisión Mixta Unión Europea – México, celebrada en Estrasburgo, Francia, del 16 al 17 pasados, con actos preparatorios en Bruselas, Bélgica.
Se trata de la última reunión de la Comisión Mixta previa a la renovación del Parlamento Europeo, en las elecciones de mayo próximo, y la elección también del nuevo presidente de la Comisión Europea, el órgano ejecutivo de la Unión Europea, el mayor y más fuerte bloque de países coaligados hasta ahora, 28 países, la mayoría de ellos clasificados como desarrollados o industrializados.
La Unión Europea, a pesar de las severas crisis financieras de algunos de sus miembros los últimos años, como Grecia rescatada ya dos veces, España, Portugal e Irlanda, sigue concentrando el 20 por ciento del comercio mundial, sumadas las exportaciones y las importaciones, es el segundo bloque inversionista y junto con Estados Unidos, es el mayor generador de tecnología de punta en el mundo.
Haber firmado un acuerdo de cooperación con este bloque económico y político, durante la última administración priista, previa a la alternancia, ha sido la mejor decisión estratégica después del Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte, suscrito en noviembre de 1993 entre México, Estados Unidos y Canadá, y puesto en vigor desde el primero de enero de 1994.
Por eso, el tema predominante de la XVII reunión fue la revisión de ese instrumento, el Acuerdo de Asociación Económica, Concertación Política y Cooperación entre la Unión Europea, los países que la integran, por una parte, y México por la otra, un documento suscrito en 1997 y que entró en vigor en el 2000, es decir hace 14 años, un largo período de cambios profundos en el mundo que exigen su adecuación inmediata.
En Bruselas, capital de la Unión Europea, lo más destacado fue la reunión sostenida con el Embajador Juan José Gómez Camacho, Representante Permanente de México ante los organismos internacionales con sede en Ginebra y con el connotado jurista Santiago Oñate, Embajador permanente de México ante el consejo de Europa.
En Estrasburgo, sede del Parlamento Europeo, tuve la oportunidad de participar en el debate del capítulo “diálogo político”, rumbo a la actualización del Acuerdo de Asociación Económica, Concertación Política y Cooperación entre la Unión Europea y México, insistí en la necesidad de dar mayor contenido y riqueza a este importante, pero claramente subutilizado, acuerdo bilateral.
No puede ser, comenté, que de 30 capítulos de cooperación que comprende el Acuerdo entre ese importante bloque económico y nuestro país, apenas se hayan abordado 7 rubros y consolidado cuatro: productos financieros (banca), agua, energía y derivados petroleros.
Por supuesto, fuera de los acuerdos de cooperación firmados entre México y algunos de los países europeos en lo individual, como Francia, con quien la semana pasada se suscribieron más de 30 acuerdos en rubros como la creación de una gendarmería nacional, energía, transporte, ciencia y tecnología, desarrollo sustentable, cultura, entre varios más.
En todo caso, el Acuerdo global con la Unión Europea, puede dar mucho más y es responsabilidad de los actores políticos, los gobiernos y los parlamentos de ambas partes, revisarlo para fortalecerlo, sobre todo en los rubros del comercio y la inversión productiva.
Hasta ahora, de los 170.6 billones de euros que la Unión Europea invierte anualmente en el mundo, a México sólo ha llegado una cantidad considerable para adquirir activos consolidados como la banca, no para crear nuevas empresas. Lo que es peor es que esa inversión sólo ha llegado a 6 de las 32 entidades del pacto federal. De ahí que en la reunión pusiera el acento en los innumerables atractivos culturales y turísticos de Oaxaca, para incentivar el intercambio cultural y el flujo de capitales productivos.
El comercio de México por otra parte, dije, sigue teniendo como mercado abrumadoramente predominante a Estados Unidos, el destino de casi el 80 por ciento de las exportaciones mexicanas y el primer lugar como proveedor de insumos para la producción nacional, mientras que los países de la Unión Europea, en datos del 2010, apenas representaban el 5 por ciento de las exportaciones mexicanas y México a su vez era apenas el proveedor de mercancías y servicios número 24 para Europa.
Las cifras dejan muy claro, pues, que el acuerdo global de cooperación con la Unión Europea debe revisarse para que explote todo su potencial. La renovación del Parlamento Europeo y el cambio en la Comisión Europea, el órgano ejecutivo de gobierno, este año, son la oportunidad histórica para relanzar el instrumento comercial y de cooperación integral con ese importante bloque económico, todavía el de mayor peso específico en el mundo, sobre todo en el mercado de los bienes y servicios de mayor sofisticación y tecnología.
Diversificar las relaciones comerciales con el mundo, el TLC de América del Norte, el mercado de nuestros hermanos de América Latina, la unión Europea, el mercado Asia Pacífico (APEC), fortalecerá la soberanía económica del país y dará mayores oportunidades de bienestar a los mexicanos.
Desde la comisión de relaciones exteriores de la Cámara de Diputados y como miembro de la Comisión Parlamentaria Mixta México-Unión Europea, seguiré aportando mi voz y mi voto para crear y ampliar los espacios de participación de México y Oaxaca en los foros internacionales de deliberación y decisión, para generar las oportunidades de inversión y desarrollo que exigen y merecen nuestros pueblos.