La incorporación de emergencia del expresidente Felipe Calderón Hinojosa al frente del bloque opositor PRIANREDE para las presidenciales de junio podría leerse como una decisión desesperada de la candidata Xóchitl Gálvez Ruiz, aunque con indicios que prefiguran la imposibilidad de reproducir el escenario electoral de 2006 que le dio la victoria desesperada al PAN frente a López Obrador.
Quizás el punto clave del escenario electoral que quieren pero que no podrán reproducir se localiza en el papel del Instituto Electoral como el organizador del proceso, toda vez que Guadalupe Taddei no es el Luis Carlos Ugalde que en el 2006, impuesto al frente del IFE por los intereses políticos de la maestra Elba Esther Gordillo y el presidente Vicente Fox, enredó el conteo y hoy el candidato de Morena no es López Obrador, sino Claudia Sheinbaum Pardo.
El bloque opositor se ha desperdigado en pequeños grupos de interés que no configuran corrientes de poder: el activista Claudio X. González ha disminuido su papel en la conducción de la candidatura opositora, el PAN ha tomado el control de la campaña de Gálvez Ruiz y ha arrastrado al debate presidencial escándalos como el reciente del presidente nacional panista Marko Cortés con el gobernador coahuilense Manolo Jiménez, la ausencia de algún grupo empresarial con fuerza política como la principal debilidad opositora y ahora se sacan de la manga al expresidente Calderón para que desde su exilio judicial en España toma el control de la campaña opositora.
Por si fuera poco, ayer mismo la alianza opositora reconfirmó los que ya le venían diciendo desde tiempo atrás: que Movimiento Ciudadano, el partido de Dante Delgado Rannauro, no participaría en la alianza opositora, con la circunstancia agravante de que la nominación del candidato Jorge Alvarez Máynez fue realizada por el grupo político del gobernador neoleonés Samuel García y no por el presidente del partido Delgado ni menos por el otro grupo político de Enrique Alfaro.
Todos los diferentes grupos de la oposición se han dedicado a darle consejos a la candidata Gálvez Ruiz, pero en el entorno de la nominada no existe una estructura funcional con experiencia partidista para procesar la Babel de Xóchitl, al grado de que los intelectuales y analistas que convirtieron la nominación de la candidata opositora en una Santa Evita peronista en modo panista no sólo se han alejado de la temática opositora, sino que se fueron quejándose de que no los tomaban en cuenta.
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Xóchitl, el rompecabezas opositor; no habrá 2006
Por Carlos Ramírez- 10 de enero de 2024029
La incorporación de emergencia del expresidente Felipe Calderón Hinojosa al frente del bloque opositor PRIANREDE para las presidenciales de junio podría leerse como una decisión desesperada de la candidata Xóchitl Gálvez Ruiz, aunque con indicios que prefiguran la imposibilidad de reproducir el escenario electoral de 2006 que le dio la victoria desesperada al PAN frente a López Obrador.
Quizás el punto clave del escenario electoral que quieren pero que no podrán reproducir se localiza en el papel del Instituto Electoral como el organizador del proceso, toda vez que Guadalupe Taddei no es el Luis Carlos Ugalde que en el 2006, impuesto al frente del IFE por los intereses políticos de la maestra Elba Esther Gordillo y el presidente Vicente Fox, enredó el conteo y hoy el candidato de Morena no es López Obrador, sino Claudia Sheinbaum Pardo.
El bloque opositor se ha desperdigado en pequeños grupos de interés que no configuran corrientes de poder: el activista Claudio X. González ha disminuido su papel en la conducción de la candidatura opositora, el PAN ha tomado el control de la campaña de Gálvez Ruiz y ha arrastrado al debate presidencial escándalos como el reciente del presidente nacional panista Marko Cortés con el gobernador coahuilense Manolo Jiménez, la ausencia de algún grupo empresarial con fuerza política como la principal debilidad opositora y ahora se sacan de la manga al expresidente Calderón para que desde su exilio judicial en España toma el control de la campaña opositora.
Por si fuera poco, ayer mismo la alianza opositora reconfirmó los que ya le venían diciendo desde tiempo atrás: que Movimiento Ciudadano, el partido de Dante Delgado Rannauro, no participaría en la alianza opositora, con la circunstancia agravante de que la nominación del candidato Jorge Alvarez Máynez fue realizada por el grupo político del gobernador neoleonés Samuel García y no por el presidente del partido Delgado ni menos por el otro grupo político de Enrique Alfaro.
Todos los diferentes grupos de la oposición se han dedicado a darle consejos a la candidata Gálvez Ruiz, pero en el entorno de la nominada no existe una estructura funcional con experiencia partidista para procesar la Babel de Xóchitl, al grado de que los intelectuales y analistas que convirtieron la nominación de la candidata opositora en una Santa Evita peronista en modo panista no sólo se han alejado de la temática opositora, sino que se fueron quejándose de que no los tomaban en cuenta.
Con la decisión de un candidato solitario para Movimiento Ciudadano y la tendencia de votos en las encuestas de alrededor de apenas 5%, el desafío de interpretar las elecciones presidenciales del 3 de junio es cada vez menos desafiante: sólo una crisis en modo de colapso al interior de Morena o que coordine a los adversarios de López Obrador podría modificar la tendencia favorable que mantiene Sheinbaum en las encuestas, aunque en el bloque de la candidata y el presidente de la República existe la meta alcanzar de una votación presidencial no menor a 55%, porque López Obrador no quiere permitir que su sucesora obtenga menos de los votos que él logró, un poco por razones de valor propio, pero mucho también porque la elección presidencial tendría que jalar hacia Morena un mayor porcentaje de votos para obtener la ansiada meta de mayoría calificada –dos terceras partes– en las dos cámaras para modificaciones constitucionales sin negociaciones con la oposición.
Sin embargo, cuanto menos hasta ahora, la tendencia electoral para las dos cámaras apenas está alcanzando para una mayoría morenista de alrededor de 55% –y no el 67%– sobre todo porque se percibe en el ambiente un desplome en las expectativas legislativas de Morena y sus aliados, derivados de los conflictos de los desacuerdos en la designación de los candidatos.
La decisión el de Movimiento Ciudadano designar a un candidato simbólico que no movió las expectativas de 5% de votos cerró la segunda etapa del proceso electoral y enfiló lucha a los tres candidatos –con los ajustes legales ante el IFE– ya a la disputa de los votos presidenciales. La ventaja en la coalición de Morena necesariamente tendrá que ajustarse a la realidad competitiva y sobre todo al primer indicio sobre la falta de expectativas del candidato de Movimiento Ciudadano y un realineamiento de sus votos hacia la candidata Gálvez Ruiz.
Como no hay plazo que no se cumpla, de modo formal comenzó la carrera presidencial por el 2024.
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Política para dummies: en política siempre se llega al realismo.
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