En lo que pudiera hacer una elección típicamente mediática, la senadora panista/no-panista Xóchitl Gálvez se perfila como la imagen con intenciones de disputarle espacios electorales al presidente López Obrador y a Morena, pero detrás de ella se encuentra el bloque ideológico neoliberal salinista conformado por Claudio X. González, José Ángel Gurría Treviño e Ildefonso Guajardo, los que están redactando el plan de gobierno opositor y tendrán el control del gabinete.
En su momento cumbre de su poder de movilización de la clase media antilopezobradorista –que caracterizó a López Obrador en un video como “indio patarrajada”–, el Señor X. dijo que él en persona estaba redactando el plan de gobierno de la oposición, inclusive en momentos en que Xóchitl Gálvez no aparecía en el escenario político.
Gurría había despertado muchas expectativas en esa clase media antipopulista que tiene la mirada fija en el desarrollismo diazordacista, deslumbrando con su estancia de quince años, impulsado por Salinas de Gortari, en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, uno de los tres ejes dominantes del neoliberalismo que nació del Consenso de Washington y el origen del libre mercado y se trasladó a la OCDE como la economía mundial.
Gurría era uno de los dos precandidatos del presidente Zedillo para la sucesión del 2000, pero la incompetencia política presidencial nunca supuso que tenía que cumplir los estatutos del PRI que exigían un cargo previo de elección popular para el candidato presidencial. Ese candado le fue impuesto a Zedillo por los priistas que previeron de manera astuta la continuidad neoliberal con Gurría o Guillermo Ortiz Martínez.
En su historia burocrática, Gurría procedía del gabinete de los Chicago boys mexicanos que se configuraron en los gobiernos de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari como los controladores inflexibles de la política económica, todos ellos educados en universidades americanas y la mayor parte en la Universidad de Chicago, cuya escuela de economía estaba dirigida por Milton Friedman, el santón del neoliberalismo, que había ganado el premio Nobel por su política sólo monetarista con ideología autoritaria de mercado, que lo llevó a la asesoría del proyecto económico del general Augusto Pinochet en Chile. Por cierto, su socio Arnold Harberger trabajó como asesor en la Secretaría de Hacienda del Gobierno de De La Madrid, a invitación del jefe de los Chicago boysmexicanos y subsecretario, Francisco Gil Díaz.
Idelfonso Guajardo, ahora encargado de las relaciones económicas internacionales del bloque que potencia a Xóchilt Gálvez, fue el negociador de la segunda gran etapa del Tratado de Comercio Libre con Estados Unidos, a partir del Pacto por México suscrito por el PRI, el PAN y la facción perredista de los Chuchos. Guajardo fue más privatizador que Salinas y abrió los sectores eléctrico y petrolero a la inversión extranjera como parte de la desnacionalización exigida por Estados Unidos.
Xóchitl Gálvez aparece como la figura mediática de la oposición. Pero el verdadero bloque de poder se encuentra en la troika Señor X-Gurría-Guajardo, reproduciendo el modelo ya conocido de Vicente Fox como el político dicharachero que ganaba votos con sus botas y sus frases rancheras, en tanto que la continuidad neoliberal De La Madrid-Salinas de Gortari-Zedillo operaba a través de Gil Díaz –profesor adjunto de Friedman, por cierto, en la escuela de Chicago– como secretario de Hacienda y desde entonces el poder real se ejerció desde ese ministerio: después de Gil Díaz, el secretario de Hacienda de Felipe Calderón fue nada menos que Agustín Carstens, llevado a esa posición directamente de la subgerencia general del Fondo Monetario Internacional –por si cupiera alguna duda sobre el neoliberalismo panista–; y Peña entregó el poder económico a Luis Videgaray Caso, alumno y socio de Pedro Aspe Armella como el poder neoliberal equiparable a Gil Díaz en el control de los Chicago boys mexicanos.
Como Fox en papel de botarga en su sexenio y el bloque real de poder en los Chicago boys en Hacienda, ahora Xóchitl Gálvez viene con un remarke.
Política para dummies: La política es una noria y los políticos dando vueltas y vueltas.
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