Violencia y migrantes amenazan rebasar a autoridades en Oaxaca || Alfredo Martínez de Aguilar

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* Ambos problemas se agravarán con el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos y su amenaza de cerrar la frontera y deportar a millones de migrantes indocumentados, y considerar “terroristas” a los cárteles del narcotráfico que operan en México.

* Para frenar la violencia, es imperioso que el Gobernador Jara haga cambios en materia de seguridad y estreche la coordinación con el Gobierno federal para eficientar la prevención y combate a la impunidad en la persecución de los delitos.

 

 

Sin exagerar, dicho está que Oaxaca, la Gran Señora del Sur, es la gran reserva natural, cultural y espiritual de México y de América Latina. Al mismo tiempo, es tierra de brutales contrastes.

 

A lo largo de la historia, la privilegiada y, por tanto, envidiable ubicación geográfica de Oaxaca, le ha convertido siempre en apetitoso y ambicionado botín por todos los imperios de ayer y de hoy.

 

Siendo cintura del continente americano entre los océanos Pacífico y Atlántico, con los años y los siglos se convirtió en paso obligado de todo tipo de mercancías del mundo, legales e ilegales.

 

Hoy, más que nunca, en la guerra comercial entre China y Estados Unidos, la región del Istmo de Tehuantepec reviste singular importancia geopolítica estratégica por el Corredor Interoceánico.

 

Su inserción en la economía y el comercio global es una de las principales razones que explican el creciente tráfico de migrantes de todo el mundo, provenientes de los cinco continentes del planeta.

 

Presumiblemente por el puerto de Salina Cruz ingresan a México precursores químicos para producir fentanilo, al igual que ocurre en los puertos de Manzanillo, Colima, y Lázaro Cárdenas, Michoacán.

 

A ello se suma el creciente tráfico de armas y drogas, que cierran el círculo vicioso y perverso, que provoca la brutal violencia en Oaxaca y que amenaza rebasar a las autoridades federales y locales.

 

En un ejercicio de creación de escenarios futuros, la imparable violencia que pudre a las diversas regiones del estado y las caravanas de migrantes, amenazan rebasar a las autoridades en Oaxaca.

 

A la vista de los oaxaqueños están en las diversas regiones el cobro de piso, las extorsiones, desapariciones, ejecuciones, asesinatos y feminicidios, algunos con brutales descuartizamientos.

 

Ambos problemas se agravarán a la luz del triunfo de Donald Trump, como Presidente de Estados Unidos y su amenaza de cerrar la frontera y deportar a millones de migrantes indocumentados.

 

 

La política migratoria de Trump obligará a miles de migrantes que seguirán llegando a México a quedarse a vivir en las diversas regiones de Chiapas y Oaxaca, al no poder cruzar a los Estados Unidos.

 

El establecimiento de miles de familias migrantes en las regiones del Istmo de Tehuantepec, la Costa, la Cuenca y los Valles Centrales, generará graves problemas sociales por la demanda de servicios.

 

Al mismo tiempo, la amenaza del mandatario republicano de considerar “terroristas” a los cárteles del narcotráfico que operan en México, detonará en mayor medida el nivel de violencia en el país.

 

Al tratarse de un asunto de seguridad nacional indispensable es que el Gobierno de Salomón Jara fortalezca una mayor y estrecha coordinación con el Gobierno de la Presidenta Claudia Sheinbaum.

 

A la luz de la terca realidad, cuyos hechos finalmente terminan por imponerse, es evidente, público y notorio que ningún gobierno de ninguna entidad federativa puede enfrentar por sí solo la violencia.

 

Para frenar el impacto de la espiral de la violencia, cada día es más imperioso que el Gobernador Jara dé un golpe de timón en materia de seguridad y haga los cambios necesarios en esta área.

 

Solo una mayor y estrecha coordinación con el Gobierno federal permitirá fortalecer y eficientar, particularmente la prevención y combate a la notoria impunidad en la persecución de los delitos.

 

alfredo_daguilar@hotmail.com

director@revista-mujeres.com

@efektoaguila