Aunque el optimismo reina en Colombia ante la inminente firma de un acuerdo de paz con las FARC, éstas no son la única guerrilla del país, ni con la que más difícil resulta negociar.
Lidiar con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) supone un reto mucho mayor para el Gobierno colombiano debido a su radicalismo ideológico y su estructura homogénea.
“La paz será posible porque las FARC se sentaron a la mesa con la clara decisión de desmovilizarse, mientras que el ELN sigue apostando al terrorismo”, dijo a REFORMA la senadora Claudia López, una de las principales figuras políticas colombianas y fiel defensora del proceso de paz.
La guerrilla, fundada en 1964, ha incrementado su beligerancia desde el inicio de los diálogos entre las FARC y el Gobierno del Presidente Juan Manuel Santos en La Habana.
“Quieren aprovechar un eventual diálogo para fortalecerse militarmente, pero antes quieren mostrar su aparente fortaleza con actos terroristas”, remarcó López.
El pasado 26 de octubre, el ELN sorprendió al país al emboscar a una patrulla del Ejército en el departamento de Boyacá, hecho que dejó un saldo de 11 militares y un policía muertos.
El ataque desató una gran indignación en el país, y multiplicó las exigencias de arreciar la ofensiva militar contra los rebeldes.
“El ataque de Boyacá demuestra que, aunque es una organización que es apenas es una sexta parte de las FARC, tiene poder de fuego y de generar zozobra”, aseguró la senadora.
El análisis de la política coincide con el de varios analistas que auguran un muy complicado escenario de negociación.
Mientras que con las FARC han habido a lo largo de la historia varios intentos fallidos de lograr la paz, con el ELN nunca se ha pasado más allá de tímidos acercamientos.
“Dentro del Comando Central del ELN cada quien tiene su tendencia ideológica y así es muy complicado entablar una negociación seria”, opinó a este diario el analista político de Blu Radio Andrés Mejía.
Esta discrepancia dentro de la propia guerrilla queda patente en las exigencias que impone al Gobierno colombiano para iniciar un proceso de diálogo.
A diferencia de la negociación con las FARC, donde desde un principio de acordó una agenda de cinco puntos, el ELN ha pedido una especie de asamblea nacional con múltiples actores e incluso un cambio de modelo económico.
Además, la falta de acciones militares clave contra los dirigentes de la organización también influye en que ésta no se sienta presionada.
“La decisión de desmovilización de las FARC obedeció a dos razones fundamentales: el rechazo político hacía ese grupo dentro de la opinión pública y la eficacia militar en su contra. En los últimos años la mitad de su dirigencia fue abatida lo que los obligo a negociar.
“Con el ELN ha faltado la misma eficacia por parte del Estado”, concluyó López.
El 18 de octubre de 2012 el Gobierno del Presidente Juan Manuel Santos anunció la que sería su principal apuesta política: un diálogo de paz con las FARC con una agenda de cinco puntos: desarrollo rural, participación política, narcotráfico, reparación de las víctimas y fin del conflicto.
Tres años después la negociación se encuentra en un punto de no retorno y se prevé la firma de un acuerdo definitivo antes del 23 de marzo de 2016.
“Pese a las dificultades que ha representado negociar en medio de la guerra, el resultado es muy positivo.
“Nada menos que el fin de un conflicto de 50 años gracias a una negociación en la que se han pactado compromisos verificables tanto por los colombianos como por la comunidad internacional”, aseveró la senadora.
López destacó el acuerdo anunciado el pasado 23 de septiembre sobre justicia transicional que permitirá que los cabecillas de las FARC sean juzgados y condenados por crímenes cometidos durante el conflicto armado.
También se han logrado acuerdos sobre puntos como el desarrollo rural, en el que se prevé la promulgación de una Ley de Tierras en un país en donde, según la ONU, el 52 por ciento de la tierra pertenece al 2 por ciento de la población.
En participación política se logró un acuerdo que garantiza el paso de las FARC a la vida política, previo el cumplimiento de condiciones como haber cumplido penas y dejado las armas.
El gran reto para la guerrilla, liderada por Rodrigo Londoño Echeverri, alias “Timochenko”, será obtener el apoyo de la población y superar el fantasma de la UP.
En el punto del narcotráfico se logró que las FARC admitieran su participación en esa actividad y que se comprometieran a salir del negocio.
Actualmente en La Habana se continúa negociando el último punto de la agenda relativo al fin del conflicto.
Las discusiones se centran en temas como los mecanismos que permitan establecer la verificación internacional del cese al fuego y la creación de zonas de concentración para los guerrilleros.
El Presidente Santos pidió recientemente acelerar el diálogo para que la paz se firme, incluso, antes del 23 de marzo.
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