La variante Delta plantea nuevos riesgos para la segunda mayor economía mundial, ya que se está extendiendo desde la costa hasta las ciudades del interior de China y presenta nuevos desafíos para unas autoridades que durante meses han logrado evitar brotes generalizados del coronavirus.
Apenas un mes después de causar disrupciones a la industria en el centro de exportación sureño de Guangdong, se detectaron casos de la variante Delta en Nanjing, capital de la provincia de Jiangsu en la costa. Las infecciones se remontan a un vuelo procedente de Rusia.
Desde que Nanjing confirmó sus primeros casos de Delta el 20 de julio, numerosas ciudades en el sur de China y algunas en el norte, incluida Pekín, han informado de infecciones. El recuento de casos transmitidos localmente se situó en 353 hasta el domingo.
No quedó claro de inmediato si Nanjing fue la fuente de todas las infecciones, ya que algunas autoridades aún no han revelado el resultado de sus iniciativas de rastreo del virus.
Jiangsu, la provincia con la segunda mayor producción económica después de Guangdong en 2020, es con mucho la más afectada, ya que representa alrededor del 80% de los casos confirmados.
La aparición de la variante, que es más transmisible que la cepa original detectada por primera vez en la ciudad de Wuhan a fines de 2019, provocó el regreso de duras medidas contra la epidemia.
La economía general de China no es invulnerable. Creció más lentamente de lo esperado en abril-junio, debido a los precios persistentemente altos de las materias primas, el cauteloso gasto de los consumidores y un mercado inmobiliario débil.
“La variante Delta es la mayor prueba de la estrategia de cero COVID de China desde el brote inicial el año pasado”, dijo Julian Evans-Pritchard, de Capital Economics. “Pero dado el historial del país en el tratamiento del virus hasta ahora, asumimos que sofocarán el brote antes de que se salga de control. Por supuesto, hacerlo tendrá algún costo económico”.
Cae manufactura a mínimo de 15 meses
El crecimiento de la actividad manufacturera de China cayó con fuerza en julio, debido a que la demanda se contrajo por primera vez en más de un año, en parte por los altos precios de los productos, mostró el lunes un sondeo a empresas que subraya los desafíos que enfrenta la segunda economía del mundo.
El Índice de Gerentes de Compras (PMI) del sector manufacturero recopilado por Caixin/Markit cayó a 50,3 el mes pasado desde 51,3 el mes anterior, su nivel más bajo desde abril de 2020.
Analistas encuestados por Reuters esperaban que el índice bajara a 51,1. El umbral de 50 separa el crecimiento de la contracción en la actividad según una base de comparación mensual.
La economía china se ha recuperado en gran medida de las interrupciones causadas por la pandemia del coronavirus, pero ha enfrentado a nuevos desafíos en los últimos meses, como el aumento de los costos de las materias primas, que afectó el crecimiento de las ganancias en las empresas industriales en junio.
Las autoridades han intensificado sus esfuerzos para frenar los crecientes precios de las materias primas, que han reducido los márgenes de los fabricantes.
Los resultados más débiles del sondeo privado, que cubren principalmente a los pequeños fabricantes orientados a las exportaciones, están mayormente en línea con los de un sondeo oficial publicado el sábado que mostró que la actividad creció a su ritmo más lento en 17 meses.
“La economía aún enfrenta una enorme presión a la baja”, dijo Wang Zhe, economista senior de Caixin Insight Group, en comentarios publicados junto con los datos. Los altos precios de los productos redujeron la demanda, especialmente de bienes de consumo y bienes intermedios, dijo Wang.
Un subíndice de nuevos pedidos se contrajo bruscamente por primera vez desde mayo de 2020, mientras que un subíndice de producción tocó su ritmo de expansión más lento desde marzo del año pasado.
Forbes