Unas horas para que este gobierno termine: Horacio Corro Espinosa

Print Friendly, PDF & Email

Solo unas horas para que el ayuntamiento municipal de Huajuapan, el de Luis de Guadalupe Martínez Ramírez, termine su periodo.

Para los más, esta noticia es buena, muy buena; y para los menos, es una noticia mala pues se les acaba el empleo, las relaciones y el poder.

A partir de las primeras horas del día 1 de enero, toda esa gente que disfrutó del poder durante tres años, comenzará a cargar sobre sus hombros el peso de la soledad y de la inseguridad, pues ya no tendrán el respaldo político ni económico del que gozaron todo este tiempo.

El gobierno de Luis de Guadalupe fue como el de un dictador, porque fue dueño de vidas y destinos.

El rumbo del gobierno municipal de Huajuapan de León, fue decidido por un solo hombre, también dispuso de las vidas de sus regidores.

Luis de Guadalupe abandonó el poder por la puerta trasera. Su actividad política costó muchísimo económicamente. Por todo lo que hizo, muchos desean que la justicia se ejerza a favor del pueblo, pero eso jamás sucederá, pues con las modificaciones que le hicieron a la ley los diputados de la 62 legislatura de Oaxaca, los corruptos gozan de toda garantía y seguridad.

Martínez Ramírez no pudo terminar su segunda oportunidad como presidente municipal. No concluyó su administración como cualquier otro servidor público lo hace: rodeado de parientes, amigos, regidores y barberos, sino solitario. Posiblemente esté acompañado de algún cura, de esos que a él le gustan, para que le diga que por sus buenas obras tiene garantizado el cielo.

El presidente con licencia, el notario, el candidato del PAN, no pudo terminar el trienio que le confió el pueblo. Tampoco terminó linchado, ni sus estatuas fueron derribadas. Terminó, si se puede decir, en el exilio y de una manera poco cómoda políticamente.

Luis de Guadalupe no terminó mezclado entre los huajuapeños como si nada hubiera pasado. Eso es tan cierto como grandioso.

El hombre que tuvo en sus manos la suma del poder público a su antojo, sólo es honrado por unos cuantos jerarcas religiosos y mimado por políticos priístas quienes no pudieron llevarlo al partido que les convenía.

Terminan tres años y no hay nada para celebrar, es verdad. Pero en estas horas que le quedan de vida a esta administración municipal, los huajuapeños tienen el derecho, y yo diría que hasta el deber, de sentirse profundamente orgullosos porque a Luis de Guadalupe ni a su equipo cercano se les aplicó la pena de muerte ni fueron lapidados ni vengados ni mucho menos encarcelados. Simple y maravillosamente el pueblo le deja al tiempo que lo juzgue, y si lo encuentra culpable que lo condene.

Es mucho mejor esta justicia silenciosa y definitiva. Sobre él pesará la mirada de poco más de 120 mil paisanos, más otras tantas de oaxaqueños entendidos. O lo que es lo mismo, de una inmensa mayoría.

Este político que se dice de carrera, de mucha experiencia, fue incapaz de regresar con su pueblo para ofrecer sus disculpas y decirles de frente que no volvería al cargo que se le confió.

Ojalá este triste final sea el símbolo de la concluyente época de improvisaciones, ocurrencias, turbiedades y marañas.

Tres años bastaron y sobraron para que los servidores municipales demostraran que su periodo fue el peor gobierno registrado en la historia de Huajuapan. Si no me creen, pregúntenle al cronista de la ciudad.

Ahora que Luis de Guadalupe dejó el poder voluntariamente, que descanse en paz. Si puede.

Twitter:@horaciocorro

Facebook: Horacio Corro

horaciocorro@yahoo.com.mx