Si tomamos en cuenta que de los 30 mil recintos museográficos en el mundo, el Museo del Louvre es el más visitado, con 8.3 millones de personas al año, México todavía tiene mucho por hacer para estar cerca de esa cifra récord.
De acuerdo con la Encuesta de Hábitos de Consumo del 2010, publicada en el Atlas de infraestructura y patrimonio cultural de México 2010, en nuestro país, 37.6 por ciento de los mexicanos nunca ha acudido a un museo. Según el documento, las personas pretextan varias razones, entre ellas que no tienen tiempo, que los recintos están muy lejos o, simplemente, que no desean conocerlos. Esto cobra relevancia en un país donde hay más de mil 185 museos, uno por cada 91 mil 437 habitantes.
Un museo es “una institución permanente, sin fines de lucro, al servicio de la sociedad y de su desarrollo, abierta al público, que adquiere, conserva, investiga, difunde y expone los testimonios materiales del hombre y su entorno para la educación y el deleite del público que lo visita”, según el Consejo Internacional de Museos (ICOM, por sus siglas en inglés), organización internacional no gubernamental fundada en 1946, dedicada a la promoción, el desarrollo y la comunicación entre museos de todo el mundo.
Involucrar al público
Expertos como Néstor García Canclini, consultor en temas de cultura y desarrollo de la Unesco, y Emilio Montemayor, consultor y promotor cultural, dicen que la falta de asistencia obedece, en gran medida, al espíritu y a las colecciones que presentan, pues en muchas ocasiones no son del gusto y el agrado del público.
Así lo demuestran los datos recientes obtenidos por el Sistema de Información del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), que hablan de que la mayoría de las personas que van a los museos lo hacen, generalmente, por motivos escolares. Las instituciones culturales han emprendido esfuerzos por conocer a sus visitantes, lamentablemente no ha sido un proyecto que arroje datos significativos.
García Canclini, autor del libro Culturas híbridas, indica que uno de los problemas está en que gran parte de la oferta cultura sólo llega a algunas minorías. La cuestión es cuando la política del museo, que implica la selección de una muestra o el precio que hay que pagar por entrar al espacio, crea exclusión. Otro de los aspectos a considerar es la formación educativa en las escuelas, desde donde se discrimina a los estudiantes al no darles los instrumentos mínimos para entender y disfrutar el arte.
“En uno de los últimos estudios que hicimos hace 10 años, encontramos gente que antes de entrar al Palacio de Bellas Artes se persignaba, por la sensación de que era un lugar sagrado. Hay algo intimidatorio en ciertos edificios”, indica García Canclini.
El antropólogo Emilio Montemayor, autor del ensayo Los estudios de público en los museos, apunta que los nuevos públicos están constituidos por los jóvenes entre 15 y 25 años. Pese a ello, los museos no han usado esa información para atraer y retener a los jóvenes, a quienes deberían involucrar para lograr su participación. Recomienda que las instituciones actúen de inmediato para no perder la oportunidad de desarrollar sus propios públicos.
El Museo de Antropología, el de mayor afluencia
El Museo Nacional de Antropología (MNA) de la Ciudad de México es el más visitado del país, pero apenas reporta más de un millón 800 mil personas cada año. De acuerdo con un profundo estudio de públicos realizado por la institución, más de 57 por ciento de sus visitantes asiste para cumplir con algún trabajo escolar o para acompañar a otra persona a este espacio que, en alrededor de 45 mil metros cuadrados y más de 24 salas permanentes, cuenta con una colección de más de 100 mil piezas.
El MNA ha registrado un número sin precedente de visitantes con la exposición Faraón. El culto al sol en el antiguo Egipto. Fue recorrida por 618 mil 874 personas, cifra que contribuyó en gran medida a que, en 2008, el recinto tuviera una asistencia de aproximadamente 2 millones de personas.
Agencias