Llegando a Villa Alta no se puede pasar por alto la hermosa iglesia dedicada a San Ildefonso, una eterna observadora del paso del tiempo, ahí, justo en el curato de la iglesia se encuentra un hombre jovial, carismático, una persona dedicada a fomentar el proceso de evangelización de la iglesia católica, un sacerdote y amigo.
Él es el padre Joel Martínez Mendoza, sacerdote y párroco de San Ildefonso Villa Alta y Santiago Camotlán, quien actualmente atiende dos parroquias dadas las necesidades de la Diósesis, para el padre Joel la idea de servir a Dios nace desde la catequesis.
Ahí, dentro de cuatro paredes nuestro amigo el padre Joel recuerda que cuando joven conoce al padre Álvaro Gómez Hernández, rector de la Basílica de la Soledad, y con quien se siente motivado para acercarse al altar y a servir a Dios, posteriormente fue madurando la idea de la vida sacerdotal, entró al seminario a estudiar para su preparación.
Durante sus estudios acepta que hubo altibajos, sin embargo nada pudo desviarlo de su objetivo de ordenarse sacerdote, “el seminario es una casa bendita de formación, disfruté mi estancia en el seminario”, comenta entusiasta.
A pesar de que le atraían las leyes y la comunicación, pudo más ese amor hacia Dios el que marcó su camino, sus pasatiempos son leer, correr, disfrutar del silencio, del campo y el contacto con la naturaleza.
Él define así su actividad como sacerdote “Lo que me ha enseñado la iglesia ha sido una experiencia extraordinaria”, y con esta reflexión continúa haciendo un recuento de su vida comosacerdote.
El 14 de agosto de 2002, Joel fue ordenado sacerdote en la Basílica de Nuestra Señora de la Soledad a las 6 de la tarde, al día siguiente realizó su cantamisa en la misma Basílica, de ahí el arzobispo le pide lo apoye en el Santuario de Juquila, luego se traslada a San Pedro Teotzacoalco en la mixteca, después se hace cargo en San Juan Bautista Chiquihuitlán, una parroquia de las más lejanas de Oaxaca pero de las más hermosas.
Posteriormente regresa a la Basílica de la Soledad a apoyar al ahora fallecido Padre Gopar, después asiste tres meses en la parroquia de San Agustín Etla, el Arzobispo Chávez Botello le pide apoyarlo en San Mateo Peñasco y San Miguel Achiutla, después a Villa Alta y Camotlán donde reside actualmente.
El padre Joel se caracteriza por ganarse rápidamente la confianza y la simpatía de las personas. Es un párroco de nuevos bríos que deja ver a un padre innovador. Para oficiar una misa para él no hay impedimento, ni la lluvia, ni la neblina, ni lo hosco del camino es impedimento para que él pueda realizar sus funciones evangelizadoras.
Y es que “la obediencia es algo importante” subraya, la misión en las parroquias es de unidad y él acepta que le pide mucha humildad al señor para poder guiar con la verdad, buscando siempre la paz, el diálogo, la tolerancia, el respeto, todo ello con ayuda de la paciencia, el amor y la fe.
La vida en las comunidades debe regirse procurando la oración, “hay ser ordenado en las actividades, tengo que salir a veces a dos o tres comunidades, los lunes procuro estar siempre en la parroquia por ser un día donde las personas acuden a solicitar algún servicio, tengo con las personas un trato sacerdotal, para que puedan ver en mí una persona de confianza” señala.
Un día normal para el padre Joel es cuidar su salud mental por medio de la oración, y su salud corporal por medio del cuidado practicando algún deporte. Su enseñanza se basa en la Libertad, ya que mediante la práctica de esta las personas participen con fe, no obligados.
A toda comunidad que ha llegado ha buscado interactuar con la población de manera responsable, con respeto, ha enfrentado retos, pero la gente se organiza y las adversidades se sobreponen con tranquilidad. El sacerdote tiene que calmar con mucha sutileza, conservar y fomentar la paz.
El joven padre Joel Martínez Mendoza es considerado por muchos como el guía, el sacerdote, una mano que ayuda, el amigo…