En la entrega anterior escudriñamos brevemente la historia de “Juan” quien nos ayuda en este ejercicio para revisar algunos patrones de conducta que algunos hemos adoptado por diversos motivos: inercia, comodidad, conformismo, apatía, etc. pero que tienen repercusión en la sociedad en su conjunto, recordemos que estas líneas buscan provocar la reflexión sobre la pertinencia de plantear “Un Nuevo Modelo de Ciudadano”.
Es así que este planteamiento implica un gran y trascendental cambio social que fuere el resultado de la sumatoria de millones de pequeños cambios individuales. Antes de pasar a lo que propondremos como ideal sigamos observando a “Juan”, ya vimos su actitud en el ámbito laboral y su desinterés por lo que sucede a su alrededor, ahora vayamos a ver, continuando con la historia, lo que respecta a su ámbito familiar.
Una vez que Juan levantó la cartera que segundos antes vio como se le caía a algún desdichado, y entendiendo con mucha disposición la “señal” del cielo, por supuesto giró varias veces la cabeza para cerciorarse que nadie se hubiese percatado de tal milagro, esperaba que no, total “los milagros se hacen completos o mejor no se hacen”, parecía que en tal momento el altísimo le sonreía pues nadie mas logró mirar la situación, así pues, Juan apresuró el paso, no es que dudara del gran benefactor, era solo por precaución. Cuando hubo salido de la zona de riesgo pudo por fin revisar el contenido del milagroso encuentro, dentro encontró varios objetos: dos fotografías tamaño infantil de un niño y una niña, una pequeña imagen enmicada de la Virgen de Juquila, una tarjeta de abonos chiquitos, un talón de lo que parecía ser algo relacionado con la nómina y 770 pesos…miró al cielo y agradeció.
Ni tardo ni perezoso Juan fue apresurado a comprar el tan esperado regalo para su hija, ya podría llegar a casa con una sonrisa en el rostro para hacer feliz a su retoño, confiaba que le alcanzara también para un pequeño pastel para salir del paso y cumplir con su obligación, por esa noche trataría de llevar la fiesta en paz con Guadalupe, su esposa, a quien conoció en sus años de estudiante universitario y con quien había llevado un par de años de intenso noviazgo hasta que decidieron casarse. Cabe decir que ella siempre lo admiró cuando era estudiante, proyectaba mucha confianza en el futuro y ella sentía esa seguridad que algunas personas buscan para dar el gran paso.
Sin embargo una vez que decidieron casarse y que los padres de Juan les retiraron el apoyo toda aquella actitud avasalladora de Juan se fue muriendo aceleradamente, cada noche después del trabajo sobraban los pretextos para no hablar, se asomaban frecuentemente las quejas y los reclamos, así se fue trastocando la armonía, poco a poco empezaron a no reconocerse. Pero por hoy, solo por hoy, y a la salud del milagro que acababa de sucederle, quería llevar la fiesta en paz.
Y así, sin ningún tipo de voz interior que le hiciera zumbar los oídos, abrazó a su pequeña y le acercó el obsequio, por un momento fue el gran padre que siempre se imaginó, con una sonrisa de oreja a oreja, y el pecho mas erguido que de costumbre, hasta se sintió mas alto de estatura, por un momento vio la clásica imagen del superhéroe mirando a horizonte con las manos en la cintura y el viento revoloteando su capa. Ya me vi –pensaba-.
*Presidente del Consejo Estatal del Movimiento Ciudadano
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