Oaxaca se mueve en un solo escenario: el presente porque el futuro ya nos rebasó. Las denuncias, acusaciones, llamados o descalificaciones entre los protagonistas de la Reforma Educativa como son los maestros, autoridades y padres de familia son tan comunes como lo es eludir las responsabilidades.
Y en este andar de protestas y acusaciones mutuas, en mis recorridos de comunidad en comunidad encontré una realidad concreta: Jacinta es una niña oaxaqueña de 8 años a quien le gusta estudiar. Vive en una comunidad de poco más de 100 habitantes: Los Limones, Sola de Vega. Es inquieta, activa y en el futuro quiere ser maestra.
in embargo, enfrenta una verdad conocida: Oaxaca es el último lugar en el país en calidad educativa, solo superado por el Estado de Guerrero o en otras palabras, Oaxaca ocupa el nada honroso segundo lugar nacional en rezago educativo.
Pero Jacinta construye su vida en dos vías: la primera, donde el ciclo escolar no inició y la segunda, donde edifica el sueño y anhelo de la superación.
Y una vez más, la realidad concreta se impone: es brutal el futuro de las niñas en Los Limones: cada mujer tiene un promedio de tres hijos y un promedio de estudios de tercer año de primaria; en el de los hombres es de cuarto grado.
En el mejor de los casos, si Jacinta concluye su educación primaria tendrá muchas limitaciones por una enseñanza de baja calidad como de instalaciones inadecuadas para responder a la realidad laboral. Lo mismo ocurrirá si continúa y concluye con la secundaria y la educación medio superior. Y finalmente, concluirá sus estudios y con suerte logrará su sueño, pero siguiendo los mismos protocolos actuales.
En el peor de los casos, los padres de la niña al ver que en la escuela no existen las condiciones mínimas de enseñanza optarán por sacarla de sus estudios y enseñarle el oficio de su madre: ama de casa y con ello aquél sueño de ser profesionista y desempeñar una actividad que a ella le gustaría se irá por la borda.
Esta es la realidad de Jacinta y desafortunadamente es la realidad de miles de niños en Oaxaca. No destruyamos el futuro de estos chiquillos a costa de nuestro presente.