La metodología de los alrededor de doscientos atentados con explosivos que se han atribuido a los grupos antisistema en Chile desde 2005 han sufrido este lunes un trágico vuelco. Un artefacto ha estallado a plena luz del día en un centro comercial subterráneo de la capital, Santiago, y, por primera vez, dejó heridos de gravedad: dos de los catorce que resultaron atacados. Se trata de la acción anarquista más violenta desde que regresó la democracia en 1990. “Este es claramente un acto terrorista”, ha señalado la presidenta Michelle Bachelet, que esta tarde ha visitado a algunos de los heridos.
“Afortunadamente, las víctimas están fuera de riesgo vital. Es un acto abominable y usaremos todo el peso de le ley, porque los responsables de estos actos tendrán que responder. Vamos a tomar todas las medidas para que las personas puedan tener una vida tranquila y en paz”, ha indicado la socialista. Pero ha negado que el terrorismo esté instalado en Chile y ha hecho un llamado: “Quiero llamar a la calma: lo que ha sucedido es horrible, abominable, pero Chile es y seguirá siendo un país seguro”.
Dos hombres jóvenes instalaron un extintor con pólvora negra en un basurero de un centro comercial subterráneo, ubicado junto a la estación de metro Escuela Militar, donde transitan 120.000 personas a diario. El mecanismo estaba asociado a un sistema de relojería y estalló a las 14.04 hora local, en pleno horario de comida. Algunas de las víctimas son trabajadores de los locales comerciales y otros, transeúntes. Los responsables huyeron en un automóvil Chevrolet desde el lugar de la explosión, una zona del sector oriente de la capital chilena altamente transitada.
Los Carabineros informaron de que se trata del mismo mecanismo utilizado en las otras dos explosiones que se han registrado en los últimos meses en otras estaciones del metro, la de Puente Alto y Los Domínicos, y en una comisaría del centro de Santiago. El ataque de este lunes en el centro comercial Subcentro, sin embargo, es el único donde se han registrado heridos: una trabajadora de Metro perdió parte de su dedo y un informático venezolano de 36 años, Jorge Arias Riera, tuvo que ser intervenido por una fractura expuesta. Y a diferencia de todos los artefactos explosivos que han afectado a Chile desde 2005, se hizo estallar a plena luz del día, en la hora de comida y cerca de algunos restaurantes.
Las autoridades han reaccionado de inmediato: “El Gobierno no descansará hasta que los responsables estén en la cárcel”, ha señalado el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo. La presidenta Bachelet ha suspendido la agenda de actividades y ha convocado para este martes a un consejo operativo de seguridad en el Palacio de La Moneda.
Los ataques se han transformado en un problema inesperado para la actual Administración. En lo que va de año se han producido por lo menos 26 explosiones. El Ejecutivo anunció en agosto una reforma del sistema nacional de inteligencia, que ha mostrado su fragilidad, con la intención de modernizarlo frente a amenazas como el terrorismo, el crimen organizado y el narcotráfico.
La mitad de los atentados desde 2005 han sido reconocidos por 31 grupos anarquistas, aunque el de este lunes no se lo ha adjudicado ningún grupo. De acuerdo a un informe policial, de las 11 personas enjuiciadas, sólo una cumple pena de prisión. Los bombazos tienen una arista española: Francisco Solar y Mónica Caballero. Los dos ciudadanos chilenos fueron procesados en julio como autores del atentado con bomba cometido contra la Basílica del Pilar de Zaragoza, el 2 de octubre de 2013. El juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco señaló en su auto que planificaban colocar otro artefacto en el monasterio de Montserrat en Barcelona y que estaban vinculados a una organización terrorista de carácter internacional. Ambos habían estado detenidos en Chile durante dos años, desde agosto de 2010. La Justicia chilena, sin embargo, no logró acreditar su participación en la trama y, por falta de pruebas, finalmente, quedaron libres. A comienzos de 2013, la pareja viajó a España.
En los últimos meses, Estados Unidos, Canadá, Australia, Gran Bretaña y Bélgica advirtieron a sus turistas sobre los bombazos en Chile. Peñailillo, sin embargo, señaló: “Chile es un país que se puede visitar tranquilamente”.
El Pais.es