Un año sin Paula: Alejandro Leyva Aguilar

Print Friendly, PDF & Email

Hoy cumple cuarenta y tres años un sobrino y amigo que también conoció a Paula Moreno y la trató como compañera de escuela. Gibe estaba celebrando su cumpleaños número 42, cuando se enteró del secuestro de nuestra compañera.

 

Desde entonces no sabemos absolutamente nada de ella y si para los que conocemos a Paula es difícil aceptar que no está entre nosotros, no quiero imaginarme el martirio que han de estar sufriendo sus familiares.

 

Su madre Doña Sabina y su Padre Don Carlos, deben haber perdido no solamente muchos pesos buscándola, sino algo que es fundamental en estos casos y que es la esperanza, deseo que a un año de distancia, ésta (la esperanza) esté todavía presente en sus corazones.

 

He seguido de cerca la actuación de las autoridades respecto de lo que pasa en Oaxaca con los secuestros y el gobierno puede decir lo que quiera pero es una certeza que se han incrementado. No sólo los plagios, sino también las ejecuciones entre bandas criminales.

 

Huatulco es una muestra clara de la inseguridad que priva en territorios otrora tranquilos de la costa oaxaqueña. La distribución de drogas como la cocaína es constante y parece que hasta permisible en esos centros vacacionales.

 

Muchas personas saben quiénes son los distribuidores, conocen los horarios de reparto, las rutas, todo lo referente al jugoso negocio de las drogas en las bahías e incluso en la tranquilísima cabecera municipal.

 

Y por todos lados en Oaxaca hemos tenido noticias de cómo se ha incrementado el consumo y la distribución de estupefacientes ante la vista –imagino que gorda- de las autoridades, entonces no es difícil que otras “industrias” hayan sentado sus reales en el Estado y una de esas es la que nos tiene sin Paula Moreno desde hace un año.

 

Pregunté donde debía preguntar y hasta donde no debía y no encontré respuesta alguna sobre su paradero. Ofrecí mi correo electrónico mucho tiempo para saber si era posible hacer contacto con los secuestradores y todo lo que recibí fueron “recomendaciones” que las hice llegar a la familia.

 

No sé qué más hacer y entiendo que la familia de Paula está en las mismas circunstancias que yo porque para ellos, el silencio de los secuestradores, es un silencio que mata.

 

Sé que no es un secuestro que pudiera compararse con los demás y que hay elementos distintos a los de la industria del secuestro como tal, entonces debería de ser un caso más fácil para las autoridades, por eso me pregunto ¿por qué aún no sabemos nada?

 

¿Qué es lo que le pasa a las autoridades que no le ponen atención a un caso que debe ser un poco más sencillo de resolver que cualquiera de los demás porque en él –al parecer- no está involucrado el crimen organizado?

 

Un año sin noticias de Paula hace pensar muchas cosas y la primera que se me viene a la mente es que ya no está con nosotros. Es decir que sus secuestradores, al no encontrar ninguna respuesta positiva y ante la posible cercanía de las autoridades, tuvieron que deshacerse de ella.

 

Duele pensar que la pudieron asesinar, pero es una posibilidad que lastima.

 

De cualquier manera no es de humanos hacer sufrir de más a la familia y si es de esa manera, también ofrezco mi correo electrónico para que puedan darme información y para que podamos recuperarla, como esté.

 

La historia de Paula Moreno es una historia que se ha repetido en la vida actual de México. Apenas en Huatulco encontraron a una pareja que habían reportado como desaparecida. La hija del ex director de la CONADE, es otro ejemplo más.

 

Es muy difícil entender cosas como esta y seguramente la familia se está preguntando ¿por qué a ellos les pasó esta desgracia?… de cualquier manera no queda más que seguir teniendo fe y esperar que los plagiarios la regresen sana y salva, por el precio que sea pero viva.

 

Me acuerdo mucho de un día que no hubo unas clases en la escuela y fuimos a desayunar a mi casa con mi madre. Oaxaca es muy chico y entonces era mucho más por eso no fue raro saber que la abuela de Paula era comadre de mi mamá o algo así. Pasamos una mañana de esas cuando las familias se reencuentran al través de los hijos y desentrañan los parentescos, quién sabe con qué fin.

 

Fue una mañana bella con mi madre y Paula porque ambas son excelentes conversadoras y a mi me gusta escuchar.