Un año después: Raúl Toledo Dehesa

Print Friendly, PDF & Email

El ejercicio del poder es finito. La gestión gubernamental está limitada por los tiempos políticos, por la coyuntura política, la electoral y en muchos casos por coyunturas económicas. En nuestro país, en muchas ocasiones a la agenda gubernamental, se le imponen las coyunturas políticas, las decisiones de gobierno se someten a la encrucijada de la medición en la afectación de los intereses que se tocan.

En Oaxaca, los primeros doce meses de los setenta y dos que tendremos al actual gobierno de la coalición, pasaron volando. Si imagináramos en un cuadrante el periodo de ese ejercicio de gobierno, cuando Gabino Cué inició con las más altas expectativas ciudadanas, legitimidad y consenso, ubicaríamos su gestión en el punto más alto de la recta; doce meses después encontramos una caída en la aceptación de esa gestión; que debería ser preocupante para cualquier político, para cualquier gobernante; en virtud de que esa caída regularmente se presenta en el último año, después de que han logrado concretar las acciones de gobierno que los ciudadanos esperaban de su gobernante.     

No es así en el caso oaxaqueño. Doce meses pasaron volando y a pesar de que los asesores del gobernador decidieron manejar en este primer año, el discurso de las acciones que supuestamente se han realizado en política social como lo más relevante de su gestión, no han logrado convencer en primer lugar a sus gobernados, mucho menos a sus adversarios.

En dos semanas, el gobernador Gabino Cué, cuyo informe fue afectado por la noticia de la candidatura de unidad de las izquierdas, por lo que a nivel nacional el primer informe ciudadano pasó completamente desapercibido en los medios de circulación nacional, ha tenido que recorrer y contratar programas de radio nacionales para dar a conocer sus primeras acciones de gobierno, haciendo énfasis en su política social (uniformes escolares gratuitos –que se enmarcaron por cierto en denuncias de corrupción tanto en la licitación como en la entrega-; cocinas y comedores comunales, etc.).

Si los doce primeros meses pasaron sin pena ni gloria para los oaxaqueños y para el propio gobierno, los próximos doce deberán preocupar y ocupara a quienes acompañan a Cué en el ejercicio de gobierno, sobre todo por la coyuntura electoral del 2012, por lo que significa y representa para un gobierno de coalición electoral.

¿A quién o quiénes apoyará el gobernador y sus funcionarios en sus aspiraciones de llegar al Senado o a la Cámara de Diputados? ¿Apoyarán a Josefina Vázquez Mota y Diódoro Carrasco? ¿A AMLO y Benjamín Robles? ¿Cómo se dividirá el apoyo del gobernador y los funcionarios del PRD y el PAN en los distritos electorales federales? ¿En cada distrito apoyará a quien esté mejor posicionado o donde alguna de las fuerzas ha tenido y tiene mayor presencia electoral? O en una decisión política decida no involucrarse y pactar con Enrique Peña Nieto, de quien en una entrevista radiofónica a nivel estatal dijo ser su amigo.

Más allá de esas preguntas cuyas respuestas se irán revelando conforme se acerque la elección, lo más importante es que su gobierno y las acciones del mismo estarán sujetas al calendario electoral, por lo que es más probable que el segundo año de su gobierno, por lo menos hasta agosto del siguiente año en que concluya el proceso electoral federal, pase igual que el primero, con claroscuros, más oscuros que claros. Y ahí llevaremos ya 24 meses; lo que representará un tercio de su gobierno perdido para el bienestar de los oaxaqueños.

La coyuntura electoral del 2012 determinará al gobierno de Gabino Cué, no debería serlo, pero por lo que hemos visto, con funcionarios aprendices, metidos en pugnas internas, descalificándose y desconociéndose mutuamente, no se observa como Gabino pueda salir del atolladero en lo que han metido.

Ya ni que hablar de los conflictos políticos por los que atraviesa el estado, que también son una piedra en el zapato para mantener la endeble gobernabilidad de nuestra entidad.