UABJO: la ‘familia real’ se mantiene en la convicción de pelear con todos: Adrián Ortiz

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Al interior de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, se vive una feroz guerra entre el ex rector Eduardo Martínez Helmes, y todos aquellos que ya no están dispuestos a seguir plegados a las aspiraciones políticas y ambiciones del grupo que él encabeza. Han sido muchos los desencuentros entre la llamada ‘familia real’ y los demás grupos al interior de la Universidad. Y uno más se sumó recientemente a esa lista de los conflictos que, a estas alturas, es lo único que puede darle la ‘familia real’ a la UABJO.

En efecto, más reciente conflicto es el que tuvo como base de la disputa el Centro de Evaluación e Innovación Educativa, que igual que varios otros espacios universitarios, la familia real pretendía tenerlo bajo su dominio franco. Al final, su resistencia a cualquier forma de control, provocó un nuevo conflicto que se suma a la larga lista de frentes que la familia real mantiene abiertos en los espacios más importantes de la UABJO. ¿De qué hablamos?

De que desde hace algunos meses, la administración universitaria emprendió una labor, constante pero paulatina, de deslinde de los intereses y las pretensiones de la llamada ‘familia real’ de los Martínez Helmes. Esa es la razón por la que el rector Eduardo Bautista Martínez decidió, desde hace casi un año —cuando ocurrió el conflicto en la Facultad de Derecho, por la elección de su director—, establecer una condición de cierta neutralidad frente a una situación que parecía indefendible.

En aquella elección, la ‘familia real’ de los Martínez Helmes —el viejo ex rector Abraham Martínez Alavés, y su hijo, el también ex rector y antecesor de Bautista, Eduardo Martínez Helmes, además de todos los parientes consanguíneos y por afinidad que ellos tienen repartidos alrededor de la inmensa burocracia universitaria— decidió que ya no había que cuidar las formas, y más bien establecer dos nuevas directrices para su grupo político. Por un lado, decidieron que el juego y el discurso de la democracia interna y la defensa de la academia estaban agotados; y por el otro, decidieron que era el momento de hacer patente su alianza con los grupos porriles, a través de los cuales ahora habrían de mantener el poder que amasaron durante tres rectorados consecutivos.

Ello explica el resultado y las características de la elección de Director de la Facultad de Derecho: los Martínez Helmes decidieron ya no hablar ni de la defensa de la academia ni del respeto a la democracia, e impulsaron a un auténtico dirigente porril —el segundo, de manera consecutiva— como Director. Cuando vieron que las fuerzas opositoras no serían tan mínimas, ni controlables, como inicialmente pensaron, decidieron pasar por encima del candidato opositor descalificándolo de la contienda electoral el mismo día de los comicios.

Así, no dejaron ni competir a los candidatos. E impusieron a través de maniobras violentas e ilegales a quien sería el nuevo Director. Desde entonces, la Facultad entró en una fase de crisis que todavía hoy no termina. Los Martínez presionaron para que no se reconociera al grupo opositor que se quedó con el Edificio Central Universitario. Y sin embargo, la Rectoría tomó una primera gran decisión importante al establecer que si bien no compartían la idea de seguir dividiendo a las escuelas y facultades, tampoco le negarían la realización de trámites y reconocimiento de los estudios, para los grupos que se habían declarado en rebeldía en contra de la ilegalidad en la elección del Director de la Facultad de Derecho, pero que sobre todo le habían dado la pauta a todos los universitarios de cómo se debía emprender un rompimiento de fondo con el cacicazgo y los excesos de la llamada ‘familia real’.

 

LOS HELMES SE QUEDAN SOLOS

Casi al mismo tiempo, los Martínez Helmes emprendieron acciones en la Facultad de Contaduría, a la que también mantienen dividida, pero con una influencia menguante. Lo mismo han hecho con otras escuelas como Bellas Artes, el Instituto de Ciencias de la Educación y algunas otras escuelas a las que han preferido dividir y confrontar, antes que comprender que no se puede tener todo el poder, todo el tiempo, y a costa de todos.

Por eso, en el caso del Centro de Evaluación e Innovación Educativa, desde hace varias semanas la administración universitaria había dispuesto la incorporación de un coordinador general que le hiciera contrapeso a la ahora ex directora, Magaly Hernández Aragón. La posición que ocupaba la también profesora de tiempo completo, había sido una de tantas exigencias de los Martínez Helmes a la administración universitaria como parte de los acuerdos por los que ellos dieron su respaldo inicial al rector Bautista Martínez para acceder al máximo cargo universitario.

El problema es que, como otros casos, los propios Martínez decidieron llevar dicho acuerdo al límite (es decir, al hecho de que no existiera contrapeso alguno a las posiciones dispuestas); y entonces se encontraron con que nadie en ese Centro —comenzando por la directora— estaba dispuesto a aceptar los contrapesos dispuestos desde la Rectoría. ¿Qué ocurrió? Que lejos de transigir, la directora Hernández Aragón intentó llevar su inconformidad al espacio mediático acusando arbitrariedades que en realidad eran el reflejo de la búsqueda de un balance al poder franco que intentan seguir teniendo los Martínez Helmes.

Ello fue lo que provocó que finalmente anteayer martes, el rector Bautista decidiera la sustitución de quien ostentaba el cargo de Dirección, ya como una forma de frenar de fondo —al menos en este caso— los afanes avasallantes de la familia real. En el fondo, parece reiterarse el hecho de que las disputas al interior de la Universidad ya no tienen ningún fondo académico e incluso político. Todos, son movimientos basados en los afanes de control por parte de los Martínez para no perder el amplio poder que llegaron a ostentar, y que terminó minado por su propia intolerancia y por la condición de nocividad en que se tornó su presencia al interior de la Máxima Casa de Estudios.

En el fondo, todo tiene como telón de fondo la ambición de Eduardo Martínez Helmes por alcanzar una posición política legislativa, local o federal, a través de Morena, y presumiendo su supuesto control de las masas universitarias. Eso cada día está más en entredicho, porque los propios universitarios están dando signos claros de que su amplio poder de otros tiempos, hoy está en el ocaso.

 

SER ALGO… LO QUE SEA

Primero, Eduardo Martínez Helmes dijo que una vez que dejara la rectoría, quería ser diputado federal. Cuando sintió que su control era amplio, dijo que en realidad quería ser Senador. Las circunstancias lo fueron ubicando, y regresó a su idea de ser diputado federal. Ahora, ante tantas vicisitudes, dice que por lo menos quiere llegar a ser diputado local. En una de esas, su mayor logro sea ser concejal en la tierra natal de su padre, San Juan Bautista Jayacatlán (total, ahora ya nadie en Oaxaca goza de fuero…). Sí. Podría ser.

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@ortizromeroc