Turquía da un balón de oxígeno a Maduro con inversiones y apoyo político

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Recep Tayyip Erdogan, el presidente de Turquía, llegó el lunes con una promesa de salvación a Caracas. “Nosotros vamos a cubrir la mayoría de las necesidades de Venezuela, tenemos esa fuerza, tenemos esa oportunidad”, aseguró.  En su primera visita oficial a Venezuela, Erdogan fue recibido con honores por su homólogo Nicolás Maduro. Escuchó a la Orquesta Sinfónica de Venezuela, ofrendó flores al Libertador Simón Bolívar en el Panteón Nacional y ambos se reunieron en el Teatro Teresa Carreño con unos 200 empresarios de los dos países. Todo un periplo que concluyó en una reunión de trabajo el Palacio de Miraflores.

Ninguno de los Gobiernos ha detallado, por el momento, los acuerdos bilaterales. Según Maduro, existe un interés mutuo de invertir más de 5.100 millones de dólares en diferentes áreas. El presidente turco pidió “mejorar el ambiente de negocios para los empresarios”.  Turquía se convierte en un as debajo de la manga para el decadente chavismo. Al mando de un país arruinado y con un Gobierno aislado, acusando como nunca los rigores de las sanciones económicas internacionales, Maduro intenta capear el temporal apoyándose en uno de sus nuevos aliados.

Ambos Ejecutivos han decidido colocar sus relaciones e intereses “en el más alto nivel”, según el vicepresidente del área económica de Venezuela, Tarek El Aissami. El objetivo de la visita es “estrechar lazos de cooperación” y darle continuidad a las buenas migas que han cultivado las dos administraciones en los últimos tres años. Maduro ya estuvo en Ankara, en la toma de posesión de Erdogan, el pasado mes julio. Para el experto en política internacional Carlos Romero no caben las coincidencias ideológicas entre estos jefes de Gobiernos, pero sí otros intereses comunes. “Venezuela está jugando con países que tienen dos características fundamentales: posiciones antioccidentales y carácter autoritario”, explica.

El sucesor político de Hugo Chávez procura ofrecer la imagen de que con la visita de Erdogan, su invitación a la toma de posesión del presidente de México, Andrés López Obrador, y ahora con un sorprendente encuentro con su homólogo ruso Vladímir Putin, no está aislado plenamente por la comunidad internacional. “Voy saliendo a Moscú para cerrar el año 2018 con broche de oro en cuanto a las relaciones estratégicas que Venezuela construye con el mundo”, dijo Maduro la noche del lunes cerca de su avión presidencial.

El experto Sadio Garavini considera que se trata de un “fenómeno de imagen” y destaca la opacidad de los acuerdos económicos. “En el caso de Turquía, seguramente obtendrá una porción de las reservas de petróleo. Hay muchas reservas y poca producción. Lo otro son ventas de oro y coltán, seguramente a precios muy favorables para los turcos”, dijo.

De momento, Erdogan ha mencionado inversiones en las áreas de energía, minería, turismo, agricultura, transporte, salud, educación y seguridad. No obstante, un reportaje del portal Armando.info demuestra que sus negocios se extienden hasta los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), un programa de distribución de comida denunciado por corrupción, y por convertirse en un mecanismo de control social del chavismo.

Turquía está atraída por los yacimientos minerales del país caribeño, ya explotados anárquicamente, mientras que Maduro ha procurado ofrecer el máximo de garantías y regalías posibles a sus nuevos socios. En agosto, las estatales Compañía General de Minería de Venezuela (principal productora de oro) y Carbones del Zulia se asociaron con dos sociedades registradas en Estambul entre 2014 y 2015, Marilyns Proje Yatirim y Glenmore Proje Insaat, y con propietarios de poca reputación en el mundo empresarial. Víctor Cano, ministro de Minas de Venezuela, dijo en una entrevista concedida a Reuters en julio que el Banco Central de Venezuela prefirió exportar y refinar oro en Turquía y no en Suiza por la “preocupación” generada por las sanciones aplicadas por Estados Unidos y Europa. Para entonces declaró que se habían exportado casi 800 millones de dólares en oro solo en el primer semestre de 2018.

La empatía entre los gobernantes de dos países que tienen poco en común encuentra asidero en el ejercicio técnico de la política y la dimensión autoritaria de sus proyectos de poder. Maduro hereda de Chávez una óptica muy especial para identificar dictaduras de carácter multipartidista, desgajadas de los valores de Occidente, en los cuales poder apalancarse, como fue el caso de Bielorrusia, otro exótico amigo de Venezuela.

En 2016, el líder chavista instó a la oposición a verse reflejada en el “espejo” de Turquía, país donde hubo un intento de golpe de Estado militar que fue duramente reprimido por Erdogan, y en el cual muchos militares y activistas civiles terminaron en la cárcel. Tras justificar el proceder de su homólogo euroasiático y saludarlo, Maduro advirtió que Erdogan sería “un niño de pecho” frente a lo que le haría si sus adversarios políticos hicieran algo similar. Las relaciones bilaterales no han parado de crecer desde entonces, aunque ya existían lazos comerciales.

Turkish Airlines había desembarcado en Caracas con itinerarios ambiciosos, en un momento en el que muchas aerolíneas abandonaron el país por deudas no canceladas por el Estado. En la televisión venezolana gubernamental comienzan a colocarse algunos seriados turcos. Turquía es uno de los pocos destinos que pueden visitar despreocupadamente los jerarcas chavistas, comenzando por el propio Maduro, que protagonizó hace poco un escándalo viral tras ser grabado con su esposa Cilia Flores cenando en el lujoso restaurante del chef Nusret Gokce, conocido como Salt Bae, en Estambul.

El intercambio cultural también es notorio en esta alianza. Las recién finalizadas ferias del Libro de Caracas y de Turismo, organizadas por el chavismo, presentaron entre sus ofertas novedades, alfombras, cocina, productos terminados y danzas folclóricas turcas a los asistentes. La hermandad parece no ser transitoria.

El País