Las definiciones geopolíticas del gobierno de Donald Trump en los próximos tres meses van a obligar a México a tomar una posición de confrontación contra la Casa Blanca. El problema radica en que Washington tiene muy claros sus intereses estratégicos y de seguridad nacional imperial con México, pero la diplomacia de Marcelo Ebrard tiene la esperanza de que Hillary Clinton sea la candidata en el 2020 e impida la reelección de Trump.
Ebrard no es visto con buenos ojos en la Casa Blanca porque tuvo un posicionamiento claro a favor de Hillary y llegó inclusive a grabar spots para difundirse en los EE. UU. pidiendo el voto para la candidata demócrata. Por ello el canciller mexicano ha visto muy complicadasu gestión en la casa presidencial de Trump.
El muro de Trump no es un capricho, sino que obedece a tres realidades: asume el sentimiento racista de la mayoría silenciosa estadunidense, se adelanta a los intentos de penetración masiva de latinoamericanos huyendo de sus países en busca de empleo y no de inserción en el american way of life –estilo de vida americano– y eleva a la categoría de problema transnacional el cruce de drogas, cárteles y de paso terroristas por la frontera sur.
En la campaña del 2016 Trump ascendió a candidato competitivo cuando se apropió de la agenda de la migración, del muro, de los ilegales en los EE. UU. y del consumo de drogas provenientes del otro lado del sur de su frontera. El problema no tiene que ver con el hecho de que ilegales y droga hayan crecido por el aumento en la corrupción de funcionarios estadunidenses fronterizos, ni que hasta ahora no haya habido más de un terrorista atrapado entre los ilegales. La realidad alternativa de Trump ha sido impuesta, por la vía de las redes sociales, como un factor y de los temores desatados en la zona de confort del estadunidense medio.
El presidente Peña Nieto y su canciller Luis Videgaray nunca fijaron una estrategia de seguridad nacional respecto a Trump y sus acercamientos no formaron parte de alguna táctica de previsión electoral. Videgaray se conformó con la puerta abierta del yerno Jared Kushner, pero sin entender que se trataba de una puerta giratoria por el hecho de que Trump es el poder absoluto y sus consejeros, asesores y secretarios son empleados menores.
El muro será la bandera de campaña de Trump en el 2020, con la realidad de decenas de miles de latinoamericanos tratando de entrar legales o ilegales. Y mientras más el congreso estadunidense bloquee el muro, más será agenda de Trump.
La parte más conflictiva del muro y la frontera mexicana es la percepción en algunos medios de una alianza de condados estadunidenses con el cártel del Golfo en la zona de Texas-Tamaulipas para bloquear la construcción del muro o de vallas. Esa zona, de Ciudad Juárez a Matamoros, es la más caliente en materia de tráfico de ilegales y cruce de droga. Una versión del sitio conservador Breitbar News revela que los tres condados donde se prevé la construcción de barreras –Starr, Hidalgo y Cameron– tienen funcionarios policiales encarcelados por recibir sobornos del cartel del Golfo. La ley de Trump permite la aprobación de condados para construcción del muro.
El problema con el muro de Trump no radica en la construcción de vallas para impedir el cruce físico de personas sin documentos legales, sino en su inserción en el concepto de seguridad fronteriza como una vertiente de la seguridad nacional, una fase que domina cualquier intento de vecindad o amistad. El único lenguaje que maneja Trump en su relación con México es el de la seguridad nacional, en tanto que del lado mexicano hay una preocupante carencia de funcionarios especialistas en el tema.
Venezuela será una prueba para la cancillería mexicana, pero todo indica que el canciller Ebrard será una mala copia del canciller salinista Fernando Solana que arrojó a la basuralos principios geopolíticos y de seguridad nacional de la política exterior mexicana al avalarla invasión estadunidense a Panamá en diciembre de 1989 para que el presidente George Bush Sr. pudiera arrestar al jefe de gobierno panameño Manuel Antonio Noriega, por cierto reclutado para la CIA por el propio BUSH cuando fue directos de la CIA el año de 1976.
La estrategia de seguridad fronteriza de Trump como parte de su política de seguridad nacional imperial buscará anular a México en el tema del muro y sobre el muro colocar su candidatura presidencial para el 2020. Hasta ahora, la política de seguridad nacional de México es local, carece de criterios geopolíticos y se ha alejado de su participación en los litigios internacionales. Los casos de Cuba y Venezuela son ejemplos de una no-política exterior y de los no-principios de la diplomacia de seguridad.
A lo largo de dos siglos de vecindad, México ha sido el problema uno de seguridad nacional de la Casa Blanca, en tanto que los EE. UU. no aparecen en la seguridad nacional de México.
Política para dummies: La política es la relación incestuosa con el poder.