Durante la etapa de las 13 colonias la iglesia católica estaba conformada por una pequeña minoría. Con el paso del tiempo, el catolicismo creció de forma impresionante al grado de que en el presente la iglesia católica constituye la iglesia más grande y poderosa de los Estados Unidos y la cuarta a nivel mundial.
70 millones de católicos conforman el número de fieles en el país más poderoso de la Tierra. Su estructura está conformada por la Conferencia de obispos católicos quienes solo responden a la supremacía del Papa. Financieramente es muy poderosa, se calcula que cada familia dona a la iglesia 10.00 dólares a la semana en cada una de las 17,958 parroquias de la Unión. De esta forma, las parroquias recaudan un promedio de 8,500 millones de dólares anuales solamente por donaciones de los fieles.
Un estimado de The Economist, calculaba que la iglesia católica en Estados Unidos aporta el 60% de la riqueza de la entidad religiosa en todo el mundo. Ahora bien, es importante señalar que el dinero que se recauda no se envía al vaticano sino, que en gran parte, se queda en las parroquias que gozan de una amplia autonomía y, por supuesto, de una enorme influencia y poder.
Hay muchos más datos al respecto para evidenciar el músculo de una institución que representa y ejerce un poder político indiscutible mostrado recientemente en la participación directa en las negociaciones con los gobernantes de Cuba y Estados Unidos convocados por el Papa Francisco considerado el arquitecto de la histórica reanudación de relaciones entre los dos gobiernos.
¿Por qué toda esta descripción general del poder católico en los Estados Unidos?
Simplemente por el reciente diferendo provocado por el precandidato republicano Donald Trump, señalando al Papa Francisco de estar haciendo labor de peón del gobierno mexicano, provocó la siguiente respuesta del Pontífice: “El cristiano no levanta muros, sino que construye puentes. Los cristianos que tienen miedo de construir puentes y prefieren levantar muros, son cristianos que no están seguros de su fe cristiana, no están seguros de Jesucristo. Y se defienden erigiendo muros”.
La iglesia, por su propia naturaleza, tiene una vocación política y como tal no se le puede descartar de cumplir una función como lo ha venido haciendo al través de la Historia, unas veces bien, otras lamentablemente.
De manera que, cuando se comete un dislate en contra de un líder como el Papa Francisco, lo es también contra toda una institución que representa un gran poder económico, político y una enorme influencia sobre las grandes masas del orbe las cuales alcanzan una cifra de 1,254 millones de católicos en todo el mundo, cifra que significa el 17.7 % de la población total repartidos geográficamente en un 49% en América; el 22% en Europa; el 16.4% en África; 10% en Asia y un 0.8% en Oceanía.
Cuando no se calcula o se reflexiona en el momento de lanzar la afrenta, se corre el riesgo de ser lanzado al abismo.
El precandidato republicano ha hecho del discurso incendiario un anzuelo efectivo de su precampaña electoral en busca de la nominación de su partido, incluso y como resultado de esto, recién acaba de obtener el triunfo en el caucus de Carolina del Sur. Sin embargo, este diferendo del precandidato republicano con el líder de la iglesia más poderosa del orbe, supone que tal zaragata le costará el desacuerdo y la molestia de varios millones de electores católicos. Y es que, “no hay que escupir al cielo porque te va a caer en la cara”, dice el refrán. Sobre todo, cuando no se tiene la fuerza para enfrentar a un líder como Francisco.
Por último, comentando este tema con un amigo mío, con el que nos reunimos cada semana para arreglar y componer el mundo oaxaqueño, me comentaba que a Trump solo le faltaba preguntar: “¿Cuantas divisiones tiene el Papa”? En alusión a esa histórica pregunta de Stalin a Pierre Laval, entonces ministro de Asuntos Exteriores del Frente Popular francés. Laval acudió a Stalin para firmar un tratado en Mayo de 1938, quien inquieto explicó con cuántas divisiones militares podría defenderse Francia de Alemania. Después, pidió que el Gobierno Ruso rebajará la presión sobre sus habitantes católicos, argumentando que eso ayudaría a Paris en sus relaciones con el Papa; a lo que Stalin respondió: “¿Cuántas divisiones tiene el Papa”?
Historiadores como Julio Retamal, Andrés Beltramo y Luis Alberto Gómez, coinciden en que si Stalin hubiese sido más cauto, el papel de Pio XII en la postguerra para contener al partido comunista en Italia tal vez hubiese sido más moderado. Toda vez que se trabajó a través de la Democracia Cristiana continuada por Karol Wojtyla como duro ariete ideológico, y el sindicato polaco de Solidaridad para derrumbar el sistema soviético.
Stalin no calculó el poder del Papa olvidando que el vaticano posee otra clase de armas, tal vez más efectivas. Johannes Grohe menciona, en primer término, que los Papas pueden hacerse escuchar, al través de encíclicas, no solo dirigidas a los católicos, sino a “todos los hombres de buena voluntad”; o especificas, como las cartas que los Papas escriben a países, grupos o jefes de estado.
Este último dislate de aquel precandidato republicano tendrá un costo político que lo devolverá a donde pertenece: hacer fraudes en el negocio de los bienes raíces, porque la política la deben hacer los políticos y no los desquiciados.
Twitter: @luis_murat