Después de que se diera a conocer que las selfies, fenómeno común en internet, son características entre las personas que tienen probabilidades de sufrir paranoia… ¿por qué no abundar sobre una realidad que también abunda en internet: los trolls?
Aquellas personas cubiertas bajo un nombre real o ficticio abundan en los foros, en los artículos de opinión e incluso en las notas más duras de un diario en versión web. Su método de ‘ataque’ es escribir desde una serie de insultos (los más incautos) hasta los más sofisticados datos o palabras que puedan enmascarar toda clase de ofensas con tal de dejar en claro una sola cosa y no ser eliminado o bloqueado. La idea es que el autor no tiene idea de lo que habla, pero el troll sí.
Para el troll es claro que algo está mal en lo que ha leído o visto y, en la mayoría de las ocasiones, no parará hasta ridiculizar el contenido e incluso la autoridad de quien lo escribió y su conocimiento en el tema.
Es más, el troll puede incluso volverse ‘cliente frecuente’ en el medio, de tal forma que se convierta en un problema… porque para el autor puede pasar desapercibido, pero para la comunidad no, debido a su real capacidad de condicionar la respuesta del lector.
Esto resulta preocupante para muchos medios, así que Mark Griffiths, profesor de Estudios sobre el Juego, en la Nottingham Trent University y conocido por su trabajo sobre la adicción al juego, realizó un estudio en el que concluyó que el impacto de estos seres puede ser más que ‘devastador’.
Además, Griffiths encontró que aunque muchos lo hacen por diversión, “obviamente hay un pequeño número de gente que lo hace por venganza y porque están aburridos”.
Pero más allá de esto, tres universidades de Canadá (Winnipeg, Manitoba y Columbia Británica) realizaron otro estudio y encontraron un correlación entre la sensación de poder que da el anonimato de internet y que anima a despotricar, con un perfil sádico, psicópata, maquiavélico y una cierta falta de escrúpulos cuando se trata de engañar o manipular a otras personas
“Sadismo cotidiano y por diversión”, según sus conclusiones.
Así es, según este estudio, el internet es la vía perfecta para dar escape a los impulsos de estas personas, pero es una forma divertida de hacerlo; quizá sin complicaciones para ellos.
Sobre todo, lo más interesante de este estudio es la idea de que el hecho de trolear no surge de la oportunidad que ofrece el internet, sino a partir de las características innatas que poseen estas personas tanto en la vida online como offline.
El estudio sugiere que hay un gran número de “sádicos cotidianos entre nosotros”.
En tanto, el disfrute de otras actividades en línea, como el chat y el debate, no estaba relacionado con el sadismo.
Agencias
