Trata de personas | Moisés Molina

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A invitación del Centro Nacional de Derechos Humanos de la CNDH, estaré en los próximos días impartiendo una conferencia bajo el título: “La trata de personas en el marco del modelo constitucional de derechos humanos”, dentro de un ciclo de formación especializada.

Es realmente preocupante que cada día más problemáticas dejan de ser importantes para pasar a ser parte de lo urgente.

Y es que en México y sus entidades tenemos muchas urgencias a la vez y todas reclaman el tratamiento de lo urgente. La trata de personas es una de ellas.

¿Y cómo no debiera serlo cuando atenta principalmente contra los más vulnerables? Niños, niñas, mujeres, indígenas y personas en algún grado de pobreza son las víctimas preponderantes de este tipo de delito.

Y es que la trata es un fenómeno complejo que tiene varias “modalidades”: las personas pueden ser “enganchadas” o privadas ilegalmente de la libertad para “utilizarlas” con fines de explotación laboral, sexual o tráfico de órganos.

En México, la tercera actividad que más ganancias deja a la delincuencia organizada es la trata de personas y México ocupa el deshonroso segundo lugar en turismo sexual infantil, sólo por encima de Tahilandia.

México es destino turístico preferido por personas extranjeras que buscan sexo con niñas y niños. Y lo más grave es que existe un mercado que los oferta. Es un fenómeno que siempre ha estado presente en los principales destinos turísticos del país y al parecer no entra en la lista de lo urgente para las autoridades.

En algunos casos sería terrible pensar que las mismas autoridades pudieran ser parte de estas redes de trata por acción o por omisión.

La trata rompe la vida de las víctimas. En el caso más extremos literalmente les quita la vida y en los demás, rompe horizontes y proyectos de vida. Y es que la trata va asociada al consumo de alcohol y drogas que llevan a las víctimas a la dependencia.

Cuando pensamos que la esclavitud era un fenómeno históricamente superado y prohibido desde nuestra constitución, la esclavitud aquí sigue con ropajes de trata de personas.

Pero no siempre está presente la delincuencia organizada. Como si las cosas no pudieran estar peor, existen comunidades indígenas donde la venta o el “trueque” de niñas para el matrimonio sigue siendo una “costumbre” que hay que seguir honrando.

Y se han conocido casos de familias que venden a sus niñas para fines que no obedecen a la “costumbre” es decir, no se sabe con quien, a donde ni para qué se las llevan.

Después de la vida, el segundo bien jurídico más valioso es la libertad. La trata atenta contra los dos.

Cada una de las manifestaciones de la trata de personas tiene sus propias cifras, escalofriantes todas ellas. Y nadie puede considerarse exento. Los enganchadores van siempre un paso adelante y nuestras infancias son cada vez más vulnerables.

Es también un tema de conciencia, de cultura. Algo en que la sociedad debía estar pensando cómo ayudar a resolver. Y el primer deber de toda familia es proteger a los niños. Ninguna protección es tan eficaz como la permanente y adecuada comunicación.

Los padres tenemos que escuchar y escuchar mucho a nuestros hijos para que no busquen fuera de casa lo que ahí se les brinda. Los enganchadores ofrecen no sólo dinero y cosas materiales , ofrecen amor y comprensión.

Nuestros niños y nuestros jóvenes necesitan, antes que nada, amor y comprensión. Mientras nuestros gobierno y nuestros sistemas de procuración y administración de justicia no estén a la altura del grave problema, lo único que nos queda es la prevención. Y la prevención está en casa.

*Magistrado de la Sala Constitucional y Cuarta Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca