Continuemos con la reflexión al respecto de las figuras de democracia directa; hemos ya definido un par de ellas en el numero anterior, sin embargo creo que es útil revisar brevemente algunos antecedentes de su utilización en el mundo y en América Latina, en varios casos la implementación de estas figuras son parte ya, de la cotidianeidad (he sostenido la tesis de que en México llegará el momento en que estas prácticas sean parte de la normalidad democrática, por supuesto no sin resistencias).
A continuación lo que escribe Julieta Taboada en su ensayo “Democracia semidirecta en América Latina”:
“En Europa y Estados Unidos, su uso es mucho más frecuente. En Suiza se acostumbra consultar a los ciudadanos constantemente sobre asuntos de interés público. Los gobiernos de Rodríguez Zapatero en España y Chirac en Francia llevaron adelante referendos para conocer la opinión de la ciudadanía en relación a la ratificación de la Constitución de la Comunidad Europea. El texto de la mencionada Constitución incluía en su articulado el derecho de iniciativa popular, el cual consiste en la obligación de la Comisión Europea de presentar una propuesta en un determinado sentido si al menos un millón de europeos precedentes de un determinado número de estados miembro así lo solicitan.
En Latinoamérica, solo algunos países han utilizado recientemente herramientas como el plebiscito o el referéndum, mientras que la mayoría no hace uso de estos mecanismos con frecuencia.
Uno de los ejemplos donde se utilizaron estos mecanismos es Venezuela, ya que en el 2004 fue escenario de un referéndum revocatorio sobre la continuidad del presidente Chávez, quién finalmente contó con un 58% de apoyo del electorado. Otro caso a tener en cuenta es el de Uruguay, por ser un país con una larga tradición en la utilización de mecanismos de democracia semidirecta. Ejemplo de ello es lo que ocurrió en 2004, cuando se celebró un plebiscito en relación a la privatización del agua en el país. El 60% del electorado se manifestó positivamente por introducir en la Constitución que el agua es un recurso natural esencial para la vida y que el acceso a éste y a todos los servicios de saneamiento son derechos humanos fundamentales, con lo cual los servicios públicos de abastecimiento de agua para el consumo humano serán prestados en Uruguay exclusivamente por el estado. Esto ha sentado un precedente importantísimo en defensa del agua mediante su inclusión en la Carta Magna de un país por la vía de la democracia directa, y con ello Uruguay se ha convertido en un caso modelo en la región.”
Como podemos observar ya en diversas regiones del mundo la participación ciudadana es una cultura arraigada, en nuestro país los cambios hacia la democracia se han dado de una manera mas lenta, ello se debe a que dichos avances han sido, mas bien, producto de la irreversible tendencia mundial hacia regímenes democráticos, que a una voluntad por parte de los tomadores de decisiones.
Para ejemplificar lo anterior tenemos precisamente la incorporación de las figuras de democracia directa a nuestra Carta Magna (mas como una pose que por verdadera convicción), pero la ausencia de leyes que las reglamenten para ponerlas en práctica; así sucedió con las candidaturas independientes, por un lado fuerzas emergentes en el Congreso de la Unión proponían desde la primer década del siglo XXI su incorporación a la Constitución mientras que los partidos tradicionales se oponían rotundamente a considerarlas (reforma política 2007-2008, verificable en el diario de los debates del Senado de la República), las fuerzas tradicionales erigidas en dique del avance fluido de la democracia.
Para que este fenómeno deje de suceder -el de la hipocresía de los partidos tradicionales- es necesario replantear el componente más relevante de la participación ciudadana: El ciudadano. La dilación del avance democrático producida por las fuerzas tradicionales lleva implícita una idea: pretenden que nada cambie para conservar el poder ó, si el cambio es incontenible, que sea mínimo. Es por ello que aquí el rol del ciudadano se torna trascendental. Pero ¿Qué clase de ciudadano? Habrá que plantearnos un Nuevo Modelo de Ciudadano. De ello escribiré la siguiente semana.
*Presidente del Consejo Estatal del Movimiento Ciudadano
Twitter: @ricardosangines