Con la llegada del final de año, cosa que permite nuestro sistema de medición de tiempo, existe la posibilidad de replantear estrategias y evaluar resultados cada 365 días, ello representa siempre una nueva oportunidad de hacernos preguntas que la inercia de la vida cotidiana esconde entre sus ropas, por supuesto que los ejercicios de gobierno no son la excepción, esto normalmente se materializa en los informes de gobierno que se rinden cada año, sin embargo dichos informes se limitan casi exclusivamente al relato de una serie de acciones que en la mayoría de las veces esta mas relacionado a la ejecución del gasto público que a una estrategia de fondo.
Aquí vale la pena mencionar que muchas de las actividades de un gobierno, ya sea estatal o municipal, están encadenadas a procesos burocráticos de triangulación de recursos de una dependencia a otra, o peor aún, al contentillo de funcionarios que asignan a discreción los recursos públicos sin otro criterio que los intereses de grupo. Por lo anterior parece que los informes de gobierno giran en función de la fluidez de recursos financieros más que en función de una visión de estado que vaya modificando el rostro de una entidad o municipio.
Así pues, que a pesar de presupuestos históricos pareciera que nada fluye y por lo tanto lo que se puede informar cada año es lo poco que se pudo hacer con muy poco, luego entonces un informe deviene en una relación mas o menos detallada de cómo se fue reaccionando a la ministración de los recursos (esto se agudiza en entidades como la nuestra en la que la recaudación tributaria es mínima en relación con las necesidades), lo anterior genera gobiernos precisamente de eso, de reacción en lugar de gobiernos de proacción.
Mencionamos todo esto por que justamente lo que se podría esperar de un proceso transicional es que detectara esos cuellos de botella que hacen ineficiente a la administración e iniciara el camino para cambiar esas inercias, por ejemplo, es inadmisible que recursos que han sido etiquetados a municipios y que por “procedimiento” llegan a una dependencia estatal, sean condicionados o retrasados con cualquier pretexto, con el fin de usar esa atribución para amasar fortunas o crear clientelas políticas. De todos es conocido que eso sucedía en el régimen anterior, la pregunta sería ¿después de la llegada de un gobierno de alternancia esta situación ha desaparecido o por lo menos esta en vías de..?
En esta lógica, trajimos a colación los informes de gobierno, por que parecen ser el esfuerzo de ordenar una serie de acciones que se hicieron en el desorden de estrategias por diferentes factores, pero que en el fondo carecen de autocrítica y de esas preguntas básicas que regresan los pies a la tierra ¿En donde estamos con relación al estado inicial? ¿Se inició una profunda transformación del binomio gobierno-sociedad en nuestra entidad? ¿Se han eliminado prácticas nocivas que caracterizaban a otras administraciones?. Cada uno de nosotros tenemos nuestras propias respuestas.
En suma, el inicio del último mes del año es el pretexto perfecto para redireccionar, para reflexionar profundamente y para corregir sin miramientos, propongo retomar el esfuerzo para revitalizar la transición a la democracia en Oaxaca, es un gran momento, hay oportunidad y también percibo voluntad en diferentes sectores, debemos reavivar el debate desde el poder público, desde los partidos políticos, desde la academia, desde las organizaciones civiles, cada visión, cada opinión, cada propuesta es relevante para delinear entre todos lo que debe ser un proceso de transición y que en el mediano plazo podamos llegar por fin, a la etapa de la consolidación democrática que tanto hemos esperado.
Presidente del Consejo Estatal de Movimiento Ciudadano
Twitter: @ricardosangines