-Reavivar el debate
Hace tres años unas de las palabras mas utilizadas en el argot político era, sin duda, “Transición” y sus diferentes combinaciones con el concepto de democracia: “Transición democrática”, “transición a la democracia” en fin, una palabra que se puso momentáneamente de moda y que invocaba un sentimiento de esperanza y un anhelo de tránsito hacia un nuevo estadio de convivencia entre los oaxaqueños.
Con el paso de los meses la palabra “transición” fue cambiándose en las conversaciones y en los análisis políticos por “alternancia”, que en una comparación somera pareciera que implica la aceptación de que aquel anhelo de cambio profundo no se ha concretado, esta aceptación además pareciera cobijar la idea de que es mejor cualquier pequeño cambio que continuar con lo que se tenía, luego entonces implica conformarse con poco y encontrar decenas de justificaciones para explicar nuestro anhelo no satisfecho.
El contexto actual me parece pertinente para reavivar el debate sobre la Transición política en Oaxaca pero sobre todo para hacernos algunas preguntas sobre el tema: ¿Qué elementos mínimos debe contener un proceso de transición política? ¿Hubo transición en Oaxaca?¿Hay transición ahora?¿Se proyecta una transición en el corto plazo?¿Hay condiciones para la transición?¿Debemos generar un modelo de “transición a la oaxaqueña”?
En las siguientes semanas en este espacio iremos tratando de responder cada una de estas cuestiones, la intención como ya se escribió, es avivar el debate, para estar en constante revisión de nuestro avance democrático, en permanente diálogo con nuestro contexto, es imprescindible, desde mi punto de vista, teorizar el devenir cotidiano para encontrar nuestro propio matiz de transición política hacia la democracia.
Considero también necesario revisar algunos casos de transiciones políticas en Europa y América Latina para detectar esos elementos mínimos que debe contener un proceso de transición y en una suerte de política comparada dilucidar nuestro estatus, o por el contrario generar nuestros propios lineamientos sobre lo que debe ser un proceso de cambio profundo, en cualquier caso, es importante retroalimentarnos continuamente para reconocernos.
En todo momento hay que tener en cuenta que para arribar a un proceso de transformación en cualquier ámbito de la vida humana hay que contar con dos elementos fundamentales: voluntad y claridad. La primera implica tener la aspiración, la intención y la determinación para lograr un objetivo; la segunda conlleva conocer aquello a lo que se quiere llegar y establecer la ruta para hacerlo. El caso de la transición política hacia la democracia no es la excepción, sin esos dos ingredientes no habrá en ningún momento cambio profundo.
Aquí podría surgir otra pregunta ¿Voluntad y claridad, de quien? Esta también trataremos de responderla.
Golpe de timón.
Resulta lamentable el caso de una madre que tiene que dar a luz a su hijo en un patio, nunca mas debe volver a suceder en ninguna parte del mundo. Es lamentable también como fue manejado el tema por parte del Gobierno del Estado, tienen que reconsiderar su política de comunicación social, es de las áreas más débiles desde el inicio de la administración, hay ahí un punto de inflexión.
*Regidor de Economía en Oaxaca de Juárez e
Integrante de la Dirigencia Estatal de Movimiento Ciudadano
Twitter: @ricardosangines