Hablar de películas de culto es algo realmente complicado. Primero porque encontrar la fórmula de qué sí y qué no debe contener una cinta de esta naturaleza es algo debatible a más no poder; segundo, porque lo que para gran parte del público puede ser una cinta de culto, para algunos no, por los motivos que sean y así podemos citar un sinfín de ejemplos.
Pero en una en la que todos coincidimos de que se trata de una cinta de culto y quizá de las más influyentes de las últimas dos décadas es sin duda “Trainspotting”, película escocesa dirigida por Danny Boyle y que vino a poner muy claras un par de cosas muy complicadas de tratar en el cine de aquél lejano 1996. El 23 de febrero de ese año, llegaba a las primeras salas de cine esta película que sorprendió a la audiencia y a la crítica por su historia: cruda, depresiva, compleja y en cierto punto, hasta asquerosa; pero también por su estética, su fotografía y los elementos de producción que hicieron a “Trainspotting” no solo una película fuerte de ver, sino hermosa en las imágenes que nos entregaba. Por cierto, a nuestro país llegó casi a finales de ese año.
Pero eso, no dejaba de lado la polémica que causó en los círculos de espectadores que veían en esta historia, un riesgo latente de animar a los jóvenes, en ese entonces, los confundidos integrantes de la generación X, en experimentar con las drogas que los protagonistas consumían, en específico la heroína. Y es que a pesar de que en el cine ya se habían tratado temas complicados hasta 1996, sí fue la primera vez que se retrataba en el celuloide, la crudeza y la violencia que provocaba el mundo de las drogas. El público maduro de mediados de los noventa, buscaban justificar sus argumentos en que mostrar eso en el cine podría acabar con la vida y estabilidad emocional de muchos jóvenes que, en esos años, experimentaban una libertad más alternativa que la juventud de generaciones pasadas, tomando como un ejemplo situaciones que se presentaban en esas historias. Y bueno, aún estaba relativamente reciente lo que había pasado con Kurt Cobain, otro icono de esa generación; y por lo que se temía que el publico juvenil, pudiera acabar como Mark Renton (Ewan McGregor) y sus amigos. Realmente, el tratamiento del uso de drogas de una manera más humana, real y las consecuencias de eso, causaba mucho miedo en los espectadores mayores. Seamos claros, eso pasaba.
La banda sonora de esta película fue otro elemento que llamó poderosamente la atención de todo el público y contribuyó sin duda, a que este filme fuera aún más poderoso, vigorizando su argumento y su cruda historia. En esos años, le formato del disco compacto era sinónimo de modernidad y vanguardia; para ello y para que la gente que gozó de esta historia en las salas de cine tuviera la experiencia completa de cada uno de los temas que fueron elegidos para acompañarla, se hizo un lanzamiento de dos volúmenes de este, hasta la fecha, grandioso ‘soundtrack’. En ese disco se contó con un gran número de artistas nuevos que gracias a esta película, se dieron a conocer en el mundo entero, tal fue el caso de agrupaciones como “Elastica”; “Underworld”; “Pulp”; “Blur” y “Sleeper” entre algunos otros. Sin embargo, también contenía canciones de artistas que en su tiempo formaron parte del círculo de música alternativa y que en esos años, contaban ya con una reputación de grandes maestros y estrellas, pues tenía piezas de David Bowie; Iggy Pop; Brian Eno; Lou Reed y el grupo “New Order” entre algunos otros; y sí, es evidente de que Danny Boyle es gran fan de David Bowie y su trabajo al incluir a estos artistas que de alguna forma, tuvieron que ver con él o les produjo trabajos.
Recuerdo haber ido a ver la primera vez “Trainspotting” a una sala de cine y que al finalizar, quedé contrariado y sorprendido, pues acababa de presenciar una cinta de la que estaba seguro, formaría parte de la cultura popular del séptimo arte desde ese momento, no solo por la espinosa temática y tratamiento de los personajes, sino también porque estaba seguro que pasarían muchos años en que su narrativa y maestría en su realización, pudieran ser superadas; y eso no pasó ni siquiera con su secuela de 2017, que más bien quedó en un intento deslucido de superar a la primera. La que fue llamada “la Naranja Mecánica” de los noventa, llega al cuarto de siglo de existencia, con el reconocimiento de que es y seguirá siendo, una película fundamental en la construcción del cine moderno.
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