Hacinados en una esquina, los primeros fulgores del día revelan el rostro de cada uno de ellos, entre el tumulto y el ruido llevan a cuestas la esperanza de que este sea una buena jornada laboral, son los trabajadores de la construcción, los albañiles, los más marginados y con pocas oportunidades.
La Central de Abasto se ha convertido en el centro de “colocación” de empleo, al interior del estacionamiento ubicado sobre Avenida Periférico se les ve ofrecido sus servicios, albañiles, plomeros y demás buscan desesperados sobrevivir.
Trabajan más de 40 horas a la semana y aunque en algunos casos su salario rebasa el de un profesionista, las jornadas laborales son difíciles y largas.
Este 3 de mayo se ha instaurado como un día de celebración para ellos, los trabajadores de la construcción.
De acuerdo a las crónicas antiguas el 3 mayo del año 292 Santa Elena halló la cruz donde murió Jesús de Nazaret para ello movilizó a un “ejército” de trabajadores de la construcción.
Fue precisamente el 3 de mayo que bajo los escombros aparecieron no una sino tres cruces, por lo que dedujo que una correspondía a Jesús y las otras a los ladrones crucificados a su lado: Dimas y Gestas.
Desde esa fecha, los albañiles celebran su día colocando una cruz en los edificios, casas u otras construcciones en donde laboran.
Este día es de festejo entre banda, cohetería y misas, con esta fiesta se mitiga y olvida un rato la situación por la que atraviesan los empleados.
Los trabajadores no cuentan con seguridad social, no hay días feriados; laboran entre los rayos del sol y muchas veces entre la lluvia y aunque su salario puede rebasar algunos otros, permanecen marginados y olvidados.
Carina García