El 4 de abril de 1973, con la espectacularidad al estilo Hollywood con que acostumbran los norteamericanos celebrar sus logros –buenos y malos-, fueron inauguradas en el complejo de edificios World Trade Center ubicados en el bajo Manhattan las emblemáticas Torres Gemelas. En aquel momento las más altas del mundo; posteriormente, en 1985 se concluyó la construcción de los edificios WTC 3, 4, 5, 6 y 7. El costo fue de 2,300,000,000 millones de dólares de 2014. El espacio requerido fueron 1.24 millones de metros cuadrados; el complejo fue diseñado a principios de la década de 1960 por Minouro Yamasaki y Asociados y Emery Roth e Hijos. Las Torres Gemelas tenían 110 pisos cada una. En suma, eran el orgullo del imperio americano, algo así como el coliseo romano o el partenón de grecia.
Quienes sostienen la verdad oficial, argumentan que los Estados Unidos ya habían sido objeto del terrorismo islámico –por supuesto no se dice o se oculta que algunos de estos actos, no justificables bajo ninguna razón humana, fueron en respuesta de “otros”, organizados, financiados y operados por la CIA en defensa de las “libertades democráticas” en muchos países del Medio Oriente-; en los años ochenta, en 1983 un atentado mato a 241 soldados estadounidenses y 58 franceses en Beirut; en 1993 las Torres ya habían sido objeto del deseo de los kamikazis, una furgoneta con bombas colocada en los cimientos de una de las torres mató a seis personas; en 1998 atentados a las embajadas en Kenia y Tanzania ocasionaron la muerte de 213 personas, entre ellas 12 estadounidenses; en el 2000 para iniciar el siglo, una lancha bomba suicida estrellada contra el USS Cole, cobró 17 marineros americanos.
Ya en esta lógica de responsabilizar a los islamistas se plantea que la iniciativa de los ataques suicidas con aviones tomados como rehenes fue de Jalid Sheij Mohamed, quien se unió a Osama Bin Laden cuando ya había dejado de ser “aliado” en las “travesuras” de la CIA; ello ocurrió en 1996 después de una abortada incursión en Filipinas; ya cooptados un buen numero de simpatizantes suicidas que deseaban alcanzar la paz y servir al señor la Célula de Hamburgo se involucró, adiestrada en Afganistán, en la Guerra de Chechenia; luego fueron adoptados directamente por Bin Laden que comenzó a preparar los ataques del 11-S. Incursión que en principio consideraba el secuestro de 12 aviones para estrellarlos en 11 edificios emblemáticos, desde Nueva York hasta los Ángeles, incluyendo, Arlington, Boston, Washington DC, Seattle, Chicago y San Francisco. Finalmente –por complejo- se redujo el ataque a las Torres Gemelas, el Pentágono, el Capitolio y la Casa Blanca.
Así llegamos al fatídico 11 de septiembre de 2001. 19 miembros de Al Qaeda secuestraron cuatro aviones, los vuelos 11 de American Airlines y 175 de United Airlines fueron los primeros y los estrellaron en las Torres Gemelas, las que se derrumbaron dos horas después. Un tercer avión de American Airlines fue impactado en una parte lateral del Pentágono; el cuarto avión, el 93 de United Airlines no alcanzó su objetivo –el Capitolio- tripulación y pasajeros, algunos anónimos aún, enfrentaron a los secuestradores; el avión finalmente se estrelló en un campo abierto inhabitado de Shanksville, Pensilvania. El atentado en su conjunto, el más grande hasta hoy –que esperamos nunca más suceda- cobró –oficialmente- 2973 personas muertas, más de 6000 heridas, 24 todavía desaparecidas, miles de traumas emocionales, dolor eterno a un numero inimaginable de familias y el “sacrificio” de los 19 terroristas.
Vistos en perspectiva, por sus consecuencias y posterior abatimiento de Osama Bin Laden, puede no quedar duda de que éste fue el ideólogo, artífice y ejecutor de los atentados. Sin embargo siempre flotarán en el imaginario colectivo especulaciones en torno a los entornos políticos, sociales y geopolíticos que influyeron en tan devastador ataque.
Según crónicas periodísticas “Hay muchos testimonios y teorías que indican que el colapso de las Torres Gemelas en Nueva York el 9/11 no fue un ataque terrorista en manos de Osama bin Laden y uno de cada tres estadounidenses cree que George W. Bush permitió intencionalmente el atentado, según una encuesta realizada por Public Policy Polling. Los resultados del sondeo hecho en 2009 arrojaron que 37% de ciudadanos piensa que George W. Bush permitió el ataque a las torres para justificar la intervención de Estados Unidos en Irak”.
Para Morgan Reynolds, antiguo economista del Departamento del Trabajo de Estados Unidos durante el mandato de Bush, “los atentados a las torres insignia de Nueva York no fueron cometidos por todo el gobierno estadounidense, son sólo algunos elementos del gobierno, más seleccionados, agentes de fuera, la motivación era obvia. El Departamento de Defensa estaba muriendo junto con sus compañeros de inteligencia sin ningún enemigo que valiera la pena. Todo era cuestión de los necesarios falsos enemigos para hacer prosperar el invento de los musulmanes terroristas, asustar y enfurecer a los estadounidenses. Luego están los banqueros internacionales que se benefician de la orgía de gastos de guerra del gobierno, junto con las compañías petroleras, el tráfico de drogas auspiciado por la CIA y la inundación del gobierno con dinero impreso”, Concluyo Reynolds.
Como se advertirá el final de esta historia, sus orígenes y sus causas, los actores embozados y los cómplices por comisión u omisión aún están por escribirse y conocerse.
El presente aniversario del cataclismo de las Torres Gemelas se da en un momento de profunda incertidumbre mundial ante la inestabilidad mental de Donald Trump y su lucha de egos con Corea del Norte. La civilización está, al igual que en los tiempos de la Guerra Fría, a un botón de distancia de transformar radicalmente el orden de las cosas, la forma en las que vivimos día con día. Vaya tiempos nebulosos que enfrentamos.
Es viernes ¡hoy toca! Diría Germán Dehesa.
¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?
RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh