The post: la prensa libre debe servir a los gobernados no a los gobernantes: Raúl Castellanos

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La Guerra de Vietnam, también llamada de “Indochina” o para los vietnamitas “contra Estados Unidos”, comenzó cuando ante un intento de unificar los dos Vietnam, el gobierno y los intereses norteamericanos en la región, en el escenario de la Guerra Fría, impusieron dictaduras violentas, corruptas e ineficientes que lograron en poco tiempo un consenso unánime en su contra, provocando el surgimiento del Frente de Liberación Nacional, Viet Cong, y la consolidación del ejército de la República Democrática de Vietnam –Vietnam del Norte-, financiados y apoyados por las entonces poderosa Unión Soviética y China.

Según las estadísticas, se calcula que murieron entre un millón y 5.7 millones de personas; cuantificados están 58,159 soldados norteamericanos y 725,000 vietnamitas; miles de desaparecidos, bajas norteamericanas por minas 25%, por “fuego amigo” 20%, sólo en tres años se arrojaron 500,000 toneladas de bombas sobre Vietnam del Norte. En lo más álgido del conflicto, había en Vietnam más de medio millón de soldados estadounidenses, de los cuales miles regresaron en féretros, otros muchos más lisiados, drogadictos o seriamente afectados psicológicamente.

El conflicto que se prolongó por dos décadas fue predominante la guerra de guerrillas por parte de los vietnamitas (a quienes favorecía el terreno y el clima), los bombardeos indiscriminados que provocaron miles de víctimas civiles y el uso de armas químicas por parte de Estados Unidos. Emblemática de lo que sucedido, es la foto que ganó el Premio Pulitzer, que inmortalizó a Kim Phuc: la niña que corría desesperada y desnuda envuelta en napalm.

Para principios de la década de los setentas, el pueblo norteamericano se preguntaba hasta dónde y hasta cuándo se prolongaría una guerra en la que sólo ponían los muertos, sin comprender qué ganaba, además de llenar las arcas de la industria armamentista, proteger los intereses de la clase política que no podía aceptar una derrota que se tradujera en las urnas y hasta del negocio del tráfico de drogas, todos envueltos en el “orgullo nacional” y la bandera de las barras y las estrellas.

Es en este contexto, cuando el 13 de junio de 1971, el periódico The New York Times publicó en su portada un artículo de Neil Sheehan que revelaba partes de un informe secreto solicitado por Robert McNamara, durante 7 años Secretario de Defensa en los gobiernos de John F. Kennedy y Lyndon Johnson, en el que se evidenciaban una serie de decisiones tomadas al margen de la ley, violatorias de los más elementales derechos civiles, que habían llegado, incluso, a bombardear zonas de Laos y Camboya sin anuncio previo ni autorización del Congreso con un costo de miles de víctimas. Pero lo más nefasto y dramático lo era que el informe evidenciaba cómo los gobiernos de Estados Unidos involucrados, siempre habían tenido claro que se trataba de una guerra que nunca podrían ganar. Como finalmente sucedió.

Como era de esperarse, el gobierno de Richard Nixon respondió rabiosamente argumentando que la revelación ponía en riesgo la “seguridad nacional” y consiguió una orden judicial que obligó a The New York Times a suspender la publicación. Y aquí comienza el segundo acto de esta historia, narrada por Steven Spielberg en “The Post”, película estelarizada por dos iconos de Hollywood, Meryl Streep en el papel de Katharine Graham, propietaria y editora del periódico y Tom Hanks interpretando al mítico Ben Bradlee, Director del Washington Post; periódico que a través de Ben Bagdikian, Subjefe de Redacción, logra contactar a Daniel Ellsberg, el hombre que había filtrado el informe al The New York Times.

Conseguido el informe que constaba de siete mil páginas y 7 volúmenes; Bradlee convocó a sus editores de confianza; consciente que para las noticias el tiempo es oro trabajaron en un extenso reportaje; sólo faltaba la gran decisión, publicarlo o no, sabiendo los riesgos legales que corrían, ya que la fuente de ambos periódicos era la misma. La última palabra la tenía la propietaria Graham, quien además de enfrentar problemas financieros que la tenían en medio de una compleja negociación para refinanciarse a través de la Bolsa de Valores, era íntima amiga de McNamara.

El debate interno fue intenso; ambos Graham y Bradlle fueron advertidos que podían ir a la cárcel si divulgaban el informe secreto y perder el periódico; finalmente, Graham, tomó una decisión histórica: leal a sus afectos, informó a McNamara que publicarían el reportaje que apareció en la primera plana del Washington Post el 18 de junio de 1971.

La respuesta fue acusar y procesar a Ellsberg, invocando la Ley de Espionaje de 1917 –y como suele suceder por fallas en el debido proceso se salvó de una condena de más de cien años-. Por su parte, la Fiscalía Federal, por razones de –nuevamente- seguridad nacional, les prohibió realizar más publicaciones, la única alternativa que quedaba era llevar el caso a la Corte Suprema de Washington y así lo hicieron. El fallo fue, por seis votos contra tres, los editores y periodistas quedaron absueltos y recibieron luz verde para seguir publicando.

Dichas revelaciones en 1971 de los “oscuros secretos del Pentágono” sobre la Guerra de Vietnam Fueron determinantes para alentar la insurgencia de la sociedad norteamericana demandando el fin de las hostilidades. Del litigio que resolvió la Corte Suprema de Washington a favor del Washington Post, sus editores y periodistas, me quedo con el juicio del Magistrado Hugo Black “solo una prensa libre y sin ataduras puede impedir que un gobierno engañe a los ciudadanos”.

En lo personal, creo que los medios de comunicación no tienen como objeto derribar o cambiar regímenes políticos, pero sí informar con la verdad para que las sociedades tomen decisiones “la prensa debe servir a los gobernados no a los gobernantes”. Porque al final, como bien lo definió Phil Graham: “el periodismo es el primer borrador de la historia”.

Y ya para concluir, aunque no formo parte de la Academia que definirá sobre los Oscares, mi voto es para “The Post” como mejor película y Meryl Streep como mejor actriz.

¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?

RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh