Inaugurado oficialmente el nuevo Gobierno mexicano, Paco Ignacio Taibo se presentó este lunes en las oficinas del Fondo de Cultura Económica (FCE) para tomar las riendas de la mayor editorial pública en español. Taibo arranca así de facto su mandato, aunque su nombramiento como director aun está en el aire por culpa de unas polémicas declaraciones de la semana pasada. “Vengo por instrucciones del Presidente de la República a asumir la transición en términos de gerente editorial encargado de despacho del director del fondo”, dijo a la prensa antes de entrar a su nueva oficina.
Bajo el paraguas de ese aparatoso cargo operará Taibo (Gijón, 1949) a la espera del visto bueno definitivo del parlamento, que aún tiene que modificar una ley de los años sesenta que prohíbe a los mexicanos que no sean de nacimiento ocupar puestos directivos en empresas públicas. Todo estaba dispuesto el jueves para que el trámite legislativo –el partido en el Gobierno, Morena, tiene mayoría en ambas cámaras– superara la última fase en el Senado. Pero llegaron las polémicas declaraciones de Taibo en una de las mesas de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara: “se la metimos doblada, compañeros”.
La salida de tono –que fue rectificada al día siguiente por Taibo con un mensaje de disculpa en forma de tuit– mantiene de momento paralizado el espaldarazo final a su nombramiento, además de haber servido de leña para los críticos que le acusan de propiciar una excesiva polarización. A falta del cambio en la ley, su tarea como director oficioso está respaldada “por el propio Presidente dentro del proceso interno de transición en la dirección del Fondo”, indican fuentes del equipo de Taibo.
El escritor, autor de superventas mexicanos como la novela histórica Patria, promotor de la Semana Negra de Gijón y activista editorial al frente de un proyecto de difusión de la lectura, tiene encomendada una de las transformaciones más profundas en los más de 80 años de vida de la institución. Como ya ha ido adelantó el propio Taibo durante las últimas semanas, el nuevo proyecto pasa por fusionar el Fondo –con un catálogo de más de 10.000 títulos, 28 librerías en México y presencia EE UU, España y ocho países latinoamericanos– con la red de librerías públicas Educal, la Dirección General de Publicaciones dependiente de la secretaría de Cultura y el programa nacional de la lectura.
El nuevo y mastodóntico proyecto del Fondo tendrá que navegar en un contexto de fuerte recorte presupuestario. El Ejecutivo de López Obrador ha izado la bandera de la austeridad como una de sus máximas de Gobierno, a lo que hay que añadir las sucesivas reducciones de las partidas culturales del Gobierno saliente. Una situación que ha dejado muy mermadas a las editoriales independientes mexicanas, excesivamente dependientes del dinero público, y ha colocado a la red publica de librerías Educal al borde prácticamente de la bancarrota, con una deuda a proveedores de 33,7 millones de pesos que amenaza con cerrar cerca de la mitad de los 82 establecimientos con los que cuenta por el país. Taibo adelantó la semana pasada en una entrevista con EL PAÍS el corazón de su hoja de ruta: “no cerramos librerías, no destruir libros, no despedir trabajadores”.
El País