Zimatlán de Álvarez es una de las localidades de los Valles Centrales de Oaxaca que realizan más celebraciones a lo largo de todo el año, iniciando desde la tercera semana de enero con su fiesta patronal en honor al Dulce Nombre de Jesús.
Al igual que muchos pueblos de Oaxaca, este municipio ubicado a 30 kilómetros de la ciudad capital tiene arraigadas diversas costumbres y tradiciones que son la herencia de sus ancestros y fuente de la identidad de sus pobladores.
Sin embargo, este año, debido a la pandemia del coronavirus y en un acto de solidaridad y suma de esfuerzos con las autoridades sanitarias, todos los festejos programados, tan importantes para la vida social de Zimatlán de Álvarez, fueron cancelados.
Laura Curiel Cuevas, regidora de Salud del municipio de Zimatlán de Álvarez, señaló que luego de que el Gobierno de Oaxaca, que encabeza Alejandro Murat Hinojosa, diera a conocer a mediados de marzo las diversas medidas y acciones encaminadas a proteger la salud de las y los oaxaqueños, esta comunidad se sumó con gran compromiso a estas disposiciones, cancelando sus actividades públicas y emprendido una intensa jornada de concientización entre las y los pobladores.
Curiel Cuevas compartió que estas medidas se intensificaron luego de que el municipio registró su primer caso por coronavirus hace un mes, por lo que las y los pobladores decidieron cancelar también sus fiestas patronales más próximas en dos de sus cinco barrios tradicionales: el de San Antonio, que tendría lugar el 15 de junio, y el de San Juan, el día 24 del mismo mes.
La cancelación total de estas festividades religiosas se realizó mediante un acuerdo tomado por los comités de los barrios. Fue una decisión de gran relevancia, puesto que la organización de estos eventos implica un trabajo que muchas personas realizan por varios meses.
Y es que, en tiempos ordinarios, las festividades tienen una duración de una semana. Inician un viernes con el tradicional convite; el sábado realizan la cera, un recorrido que incluye veladoras y flores, y por la tarde-noche se lleva a cabo el baile del pueblo, la quema de castillo y fuegos artificiales. El domingo, que es el día principal, la gente acostumbra a visitar la capilla y disfrutar de la feria de juegos mecánicos y puestos de comida. Las actividades concluyen con jaripeos y el baile de octava.
Esto implica una gran movilidad, no sólo de los habitantes de cada barrio, sino de todo el pueblo, e incluso de comunidades vecinas que también arriban al lugar; lo que a su vez deriva en una importante derrama económica.
Por ello ha sido tan importante contar con la comprensión de las y los habitantes del lugar, especialmente de las y los comerciantes, quienes desde el inicio de esta contingencia se han sumado para defender y acatar las medidas sanitarias establecidas, las cuales han incluido el cierre de los negocios a partir de las seis de la tarde y la venta de alimentos sólo para llevar.
Sin duda los pueblos de Oaxaca sabrán retomar con gran vigor sus tradicionales y emblemáticas fiestas una vez que la contingencia haya concluido. Por lo pronto, el Gobierno del Estado de Oaxaca agradece el compromiso y sacrificio que realizan muchas personas para respetar las medidas de prevención que nos permitirán transitar a una nueva normalidad igualmente colorida y alegre, como son nuestros pueblos originarios.