Leonardo Herrera Morgan pasea su mirada a lo largo de la única calle del fraccionamiento Esmeralda- Los pinos, se detiene en el cúmulo de lodo que se halla a orillas del río Seco y dice en tono grave: “Éstos rostros son de desesperación, si no les ve el llanto es porque ya no hay lágrimas.”
Son vecinos y vecinas que acuden a platicar las penas que dejó la inundación del pasado domingo diecinueve en la capital oaxaqueña, conversan con Gabino Cué, mandatario electo y le piden: “Gobernador queremos que nos ayude.”
Gabino entonces agradece la deferencia generosa de los afectados, pero explica sutilmente las limitantes para actuar ahora con mayor efectividad:
“Decidimos venir a verlos porque hay mucha desesperación, aunque todavía no asumimos el gobierno, era necesario venir a solidarizarnos con ustedes, que sientan que no están solos, queremos ayudarles en lo que se pueda; vamos a tocar puertas de amigos para que nos apoyen.
Leonardo insiste: “Son tantas las necesidades, pero podemos empezar con un poco de limpia.”
Ante el alcalde electo de Oaxaca de Juárez, Luis Ugartechea, los ojos del improvisado vocero enrojecen, la voz y los labios le tiemblan cuando pide desde lo más hondo de su humilde corazón: “Lo mínimo que nos den es mucho para nosotros.”
Comienza el rosario de exposiciones, las peticiones, los reclamos porque “tenemos quince años pidiendo el muro de contención al municipio de San Pablo Etla, y sus autoridades no cumplen; pero eso sí, tenemos que pagar puntualmente el predial”.
Hombres y mujeres de este asentamiento, relatan compungidos que “nunca había pasado esto, el agua no dio tiempo de nada, se perdieron todos los muebles; si hubieran desazolvado, esto no habría ocurrido”.
Después de mostrarles sus casas y patios rellenos de lodo, conducen a Gabino hacia donde estuvo un pequeño puente peatonal cuyos restos yacen en el lecho del río. “Se cayó –redundan ante lo visible-; servía para el paso de los niños a la escuela, lo construimos con recursos de los vecinos.”
Desde sus miradas de desesperanza lanzan la petición como quien se agarra al último asidero: “Queremos que se reponga la red de agua potable, no podemos lavar nuestra ropa; que venga una máquina a levantar todo este lodo, pipas de agua para limpiar nuestras casas…”
Es el poniente de la ciudad, en los límites con San Jacinto Amilpas, a un lado de las riveras del Atoyac; son ochenta casas donde moran 350 vecinos, son las voces que cuentan sus penas, como seguramente querrían contar las suyas todos los afectados de la ciudad por tanta y tanta agua de dios.
Gabino Cué les mira a los ojos, aprieta la mandíbula, luego relaja la expresión para ofrecer su ayuda: “ Hay que tocar puertas para que pronto vengan las pipas, la máquina…”
Por lo pronto, Gabino les dejó despensas – colectadas en el Centro de Acopio del Gobierno electo- para distribuirlas entre todos, pero “también quería venir para decirles que estoy con ustedes, que vamos a evaluar para saber qué hacer cuando ya estemos en el gobierno…”
Se dirige a quienes observan ahora con ojos de esperanza, que ahorita hay que atender lo urgente para que puedan restablecer sus vidas, y luego, cuando inicie el ejercicio de Ugartechea, tendrán que tomarse, en coordinación con el gobierno, medidas de prevención para evitar que estos daños se repitan.
Gabino acude con colaboradores y colaboradoras que toman nota de las necesidades; Ugartechea con regidores y regidoras electos que observan la gran responsabilidad que les aguarda en unos meses.
Esmeralda- Los pinos, es una de las muchas colonias afectadas en esta vieja Antequera, una de las centenares de comunidades oaxaqueñas golpeadas por un temporal que todavía no termina.