El número de muertos a causa de un deslave que se tragó parte de una aldea periférica de la capital guatemalteca aumentó a 62, mientras unas 350 personas continúan desaparecidas tras quedar sepultadas 125 casas, informó una fuente vinculada al rescate.
“Desgraciadamente descartamos la posibilidad de encontrar personas con vida, pero seguimos trabajando con la esperanza de encontrar alguna”, dijo a las 14:00 (hora local) Sergio Cabañas, oficial de Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), en conferencia de prensa en el lugar de la tragedia, según el diario local Prensa Libre.
Julio Sánchez, del cuerpo de Bomberos Voluntarios y vocero del puesto de comando de rescate, comentó en rueda de prensa que otras 2 mil 500 personas fueron evacuadas, pero unas 50 familias que viven en las laderas del lugar de la tragedia se niegan a salir, pese a las peticiones para que abandonen el lugar debido al peligro que corren al residir en esos sitios.
En horas de la mañana, el comandante Sergio Cabañas, dirigente de la protección civil, había indicado que el número de muertos era de 32 y los desaparecidos sumaban unas 600 personas, tras el deslave en un caserío del municipio de Santa Catarina Pinula, 15 kilómetros al este de Ciudad de Guatemala.
Sánchez indicó que unos mil 600 personas, entre socorristas, militares y voluntarios trabajan en las tareas de rescate y se impidió el ingreso a decenas de guatemaltecos que intentaron sumarse a las labores pues los que trabajan son suficientes.
Asimismo, comentó que las labores de rescate se suspenderán si comienza a llover en el lugar o en horas de la noche para no poner en riesgo al personal que trabaja en esa tarea.
En una iglesia evangélica del municipio suspendieron la boda entre Leyda y Mario debido a la tragedia y avisaron sobre la decisión en un cartel blanco con letras negras. Parte de la comida para el festejo lo donarán a los afectados, dijo Graciela Monterroso, una comerciante de 60 años que iba a participar en el acto religioso.
En tanto, en uno de los albergues habilitados había movimiento para el traslado de agua, comida enlatada, frazadas y medicina, observó la AFP.
“Yo subí a hacer un mandado de mi mamá y cuando regresé ya no había nada”, narró un desconsolado joven de 17 años, Carlos Ac, quien sigue sin encontrar a su progenitora y siete hermanos.
Apostado en las afueras de una improvisada morgue, a unos 400 metros del lugar de la tragedia, el joven vestido con las únicas prendas que le quedaron, un pantalón de mezclilla gris y un abrigo negro, contó que su familia proviene de la ciudad de Quetzaltenango, unos 206 kilómetros al oeste de la capital, y su sustento era la venta de tortillas.
En tanto, dos bomberos resultaron heridos al caerles un paredón encima cuando intentaban rescatar un cuerpo entre los escombros.
En el lugar se pueden observar colchones retorcidos y muebles destruidos, mientras un perro olfatea el sitio en busca de su amo desaparecido y cuatro aves carroñeras sobrevuelan el lugar del siniestro.
“Aquí ya no se puede habitar”, lamentó escuetamente Carlos Hernández, un electricista damnificado que con sus pocas pertenencias al hombro salió del lugar caminando entre los socorristas que trabajan en las tareas de rescate.
“Estamos dolidos por lo que pasó, estamos muy tristes”, comentó Elena García, una ama de casa de 50 años y vecina del sector de la tragedia.
Mientras continúan las labores de rescate, en el cementerio del lugar comenzaron los sepelios como el de Pamela Pérez, de 16 años, uno de los primeros cadáveres en ser rescatado.
Pérez fue sepultada en medio de un acto fúnebre evangélico con plegarias, en un panteón múltiple y en un ataúd de madera café con flores blancas sobre el féretro. Los papás y otros tres familiares de la joven siguen sin aparecer.
Según la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), la cantidad de víctimas mortales podría aumentar en las próximas horas en la aldea El Cambray 2.
El titular de la entidad, Alejandro Maldonado, precisó que la estimación se hace al contabilizar unas 125 viviendas afectadas por el deslizamiento.
El deslave sorprendió a los vecinos en la oscuridad de la noche del jueves en una zona que ya había sido declarada de alto riesgo por estar asentada entre altas laderas y cercana a un río.
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