NUEVA YORK. El arribo de Luis Videgaray Caso a la Secretaría de Relaciones Exteriores tiene varias lecturas:
1.- De nuevo el enfoque económico subordinará las relaciones de seguridad nacional del Estado mexicano.
2.- El cargo refuerza el enfoque de dependencia de los intereses geopolíticos de la Casa Blanca.
3.- Se reduce al objetivo cortoplacista de tener un canal de comunicación directa con Donald Trump a través de su yerno.
4.- Entierra las posibilidades tibias de que la revisión del tratado de comercio libre pudiera beneficiar a México.
5.- Otra vez soslaya la agenda de defensa de los intereses de los migrantes mexicanos ilegales en los EE.UU. y los manda a la oficialía de partes de los consulados.
6.- Se regresa a los tiempos en los que la cancillería era la intendencia de los intereses geopolíticos y de seguridad nacional de Washington.
7.- Refuerza la percepción de que el gobierno de Peña Nieto carece de una táctica propia vis a vis la administración de Trump y no tiene una estrategia de desarrollo nacional.
El problema, en realidad, es mucho mayor. La declaración inicial del nuevo canciller Videgaray de que no sabe las funciones del cargo diplomático y que llega a aprender ha sido la más desafortunada de su carrera en el servicio público y la irá cargando como hashtag#vengoaaprender en su carrera por la candidatura presidencial del 2018. Si era lógica la lectura sucesoria de su regreso al gabinete, entonces Videgaray debió haber preparado un discurso político para fortalecer al gobierno de Peña Nieto, no para dejarlo en manos de las primeras interpretaciones en el sentido de que llegó a la SRE por decisión de Trump. Ya quedó en el inconciente colectivo nacional que sería el candidato de Trump a la presidencia, y más cuando se tienen datos de que Videgaray merodeaba la Trump Tower de la Avenida 5 de Manhattan el fin de semana en que se decidió su nombramiento.
México siempre había jugado al póker indio con los EE.UU.: la carta abierta en la frente para que la vieran los contrincantes, pero no el jugador, pero los demás también ignoraban sus propias cartas. Ahora la política exterior se vuelve más dependiente de la Casa Blanca, aunque desde el tratado de Carlos Salinas en 1991-1993 México cedió su soberanía diplomática a Washington.
Lo más grave de todo fue el hecho de que la presencia de Videgaray en la Trump Tower y la presión de Trump para cancelar el proyecto de inversión de la Ford en San Luis Potosí tuvieron referentes de tiempos y circunstancias políticas que dejaron en claro que el gobierno mexicano carece de una estrategia para enfrentar el regreso de los EE.UU. al proteccionismo y el retorno de muchas empresas estadunidenses instaladas en México a sus sedes locales.
Y queda como agregado preocupante el anuncio de Trump de que lo de la Ford “es sólo el principio y viene más”. Por ello el contrasentido de designar encargado de las relaciones con la administración Trump a un funcionario que fue felicitado por Trump al promover la reunión de agosto en Los Pinos, en lugar de jugar a los equilibrios estratégicos con funcionarios menos ignorantes de sus nuevos cargos.
El alcance de las tareas de Videgaray quedó claro cuando dijo que llegaba a aprender, porque dicen en España que “lo que la naturaleza no da, (la Universidad de) Salamanca no lo otorga”.
Política para dummies: La política es la ciencia del instinto y no una escuelita nocturna.
Sólo para sus ojos:
- Los hillaristas están abandonando el barco. La empresa Univisión, que fue la principal apoyadora de Hillary Clinton y que movió a hispanos contra Donald Trump, ya vendió 40% de acciones a Televisa, más para protegerse de venganzas del poder. Dicen que pronto el conductor Jorge Ramos será separado del noticiero porque se convirtió en activista contra Trump.
- Las acciones de violencia popular de esta semana bajo el pretexto del gasolinazo tienen muchas lecturas, entre ellas que la pasividad gubernamental fue la forma de apagarlas con mayor violencia social. Los saqueos forman parte de la anarquía en la Ciudad de México y el Estado de México.
- En caso de la cancillería tiene un antecedente importante: el economista y banquero público José Angel Gurría Treviño fue secretario de relaciones Exteriores del gobierno de Zedillo, justo en los tiempos políticos del arranque formal del tratado de comercio libre. Además, lo fueron el economista Luis Ernesto Derbez y el técnico José Antonio Meade. La diplomacia subordinada al tratado comercial.
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