Desde hace meses, México abrió la puerta a la desgracia, no se trata de ser catastróficos ni de tener pensamientos sepultureros, pero desde el primer momento que se permitió que se ocultaran datos, sabíamos que las cosas no pintarían nada bien, el Presidente de la República mostró un despreció por la verdad, por las opiniones científicas y por las recomendaciones de organismos internaciones, se mostró irreverente, cómico e ignorante, retó al destino y comenzó a mandar mensajes equivocados, contrarios a la lógica, dirigidos a una masa no pensante que lo ha elevado a nivel de héroe, aunque la realidad dista mucho de ello, se empezó a administrar la información de la pandemia de manera perversa, se dijo que estábamos cerca de terminar, que saldríamos el 18 de abril, después que ya se había domado la curva y las calles empezaron a llenarse de gente.
Se nos mintió cuando dijeron que se habían preparado desde tres meses antes, que había insumos, que tendríamos ventiladores el 15 de mayo, la realidad desnudo muy pronto a un sistema que miente como respira, los muertos aparecieron y los servicios de salud colapsaron en distintas partes del país antes de tiempo, los médicos y personal de salud comenzaron a sentir el embate de la enfermedad, muchos de ellos murieron.
Con información poca clara la gente comenzó a decir que se trataba de un invento del Gobierno, en muchas comunidades no permitieron labores de limpieza porqué decían que eran para dispersar el virus, se relajaron las medidas de distanciamiento y el virus comenzó a desplazarse hasta en los lugares menos imaginables.
Con la pandemia se destruyeron fuentes de trabajo, formales e informales, si bien es cierto que ataca por igual, esta vez los pobres, otra vez, tuvieron que pagar la mayor parte del costo.
Cuando la pandemia se salió de control producto de decisiones erráticas, el Gobierno Federal, decidió voltear la mirada a todos lados menos a la realidad, entonces se optó por seguir mintiendo, y por continuar con una campaña dogmática, surgieron los Municipios de la esperanza como otra de las grandes mentiras, y por si faltara algo, se puso plazo a la “nueva normalidad”, el termino por si solo es contradictorio y atroz, comienza justo cuando la pandemia se encuentra fuera de control, cuando los contagios y fallecimientos van en espiral y cuando no estamos ni al 50% del total de muertos en las proyecciones más optimistas.
La nueva normalidad tiene un olor necrótico, se acompaña de una crisis económica, de nuevos conflictos y de una perdida de más de dos millones de empleos.
El concepto es una definición del fracaso, a la que no tenemos por que acostumbrarnos, los mexicanos debemos luchar y hacer nuestro esfuerzo por regresar a la normalidad, no a la nueva que nos venden, plagada de errores, de mentiras y de muerte.