Sobre el amor y el desamor: Raúl Castellanos

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En realidad no creo que pueda haber una definición concluyente sobre el amor y el desamor entre una pareja. Las personalidades, las circunstancias, las presencias supervinientes, los cambios en las visiones de vida y hasta las adversidades, pueden determinar el principio o el fin de una relación. Me parece que cada ser humano sabe bien cómo le ha ido en el intrincado sendero del amor y el desamor; y cada uno podríamos aportar argumentos para grandes historias de amor por siempre, porque, como diría el poeta “no hay una sola historia de amor con final feliz, si es amor no tendrá final y si lo tiene no será feliz”. En contraparte, los finales en muy pocas ocasiones son tersos, pueden concluir en tragedia como Romeo y Julieta, con el sacrificio de una de las partes como Cleopatra y Marco Antonio, o pasar a formar parte de los recuerdos que nos acompañarán por siempre.

¿Quién mejor para dibujar en líneas las vivencias del amor y el desamor que los trovadores y poetas? Por ello y para no errar, en este día me he permitido realizar durante una buena parte de la madrugada una sesión de lectura y escucha para compartirles diversas visiones sobre el tema, para que cada uno de ustedes ubique sus momentos de inmensa felicidad o desolación; y si gustan, le den gusto a la imaginación, descorchen una botella de moet-chandon, o un buen mezcal, y brinden por aquellas -o aquellos- que forman parte de su vida, les hacen felices, o alguna vez les partieron el corazón. ¡Salud!

Comencemos con la prosa de Luis G Urbina: “Era un cautivo beso enamorado de una mano de nieve, que tenía la apariencia de un lirio desmayado y el palpitar de un ave en agonía. Y sucedió un día, que aquella mano suave, de palidez de cirio, de languidez de lirio, de palpitar de ave, se acercó tanto a la prisión del beso que ya no pudo más el pobre preso y se escapó. Más con voluble giro, huyó la mano hasta el confín lejano. Y el beso que volaba tras la mano, rompiendo el aire, se volvió suspiro”.

El inmenso Neruda no puede faltar: “Me gustas cuando callas y estás como ausente y me oyes desde lejos y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrará la boca. Como todas las cosas están llenas de mi alma, emerges de las cosas, llenas del alma mía. Mariposa de sueño, te pareces a mi alma y te pareces a la palabra melancolía. Me gustas cuando callas y estás como distante y estás como quejándote, mariposa en arrullo y me oyes desde lejos y mi voz no te alcanza. Déjame que me calle con el silencio tuyo, déjame que te hable también con tu silencio, claro como una lámpara, simple como un anillo. Eres como la noche, callada y constelada, tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo. Me gustas cuando callas porque estás como ausente, distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa bastan y estoy alegre, alegre de que no sea cierto”.

Vayamos ahora con los trovadores, los juglares del amor y el desamor y usted escoja lo que mejor se adapte a sus circunstancias: “Si me dieran a elegir una vez más, te elegiría sin pensarlo, es que no hay nada que pensar. Tú me das el aire que respiro, la vida en un instante. No, no se olvidan, esos besos que me diste no se olvidan. Aquí estás otra vez, en cada parte de mí, es que no puedo olvidarte, ni siquiera un instante y qué le has hecho a las noches que juntos pasamos hasta enloquecer y qué le has hecho a los sueños que juntos tejimos hasta amanecer. Quisiera ser un pez para tocar mi nariz en tu pesera y hacer burbujas de amor por donde quiera. Quisiera que me hablaras cuando callas o al menos ser el nudo en tu garganta. Procuro olvidarte siguiendo la ruta de un pájaro herido, procuro alejarme de aquellos lugares donde nos quisimos, me enredo en amores sin ganas ni fuerzas por ver si te olvido y llega la noche y de nuevo comprendo que te necesito. Lo que haría porque volvieras tú. Abrázame y no me digas nada sólo abrázame, como si fuera ahora la primera vez”.

“¿Dónde estás? ¿Qué cielo cruzas nube perdida? De sobra sabes que eres la primera, que no miento si juro que daría por ti la vida entera. Lo que yo quiero corazón cobarde es que mueras por mí y morirme contigo si te matan y matarme contigo si te mueres, porque el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren. Y desnudos al amanecer nos encontró la luna. Si alguien tocase tu cuerpo como yo, no digas nada, no vayas a decir mi nombre sin querer a la persona errada. Te propongo, disfrutar de una mañana o que algún violín gitano nos regale con su voz. Vas a acordarte de mí, aunque quieras olvidarme, de mi risa, de mis bromas, de mi manera de ser, de mi mundo, de mis cosas y hasta mis locuras sé que vas a echar de menos, la ternura de mi voz y de mis besos. Quiero ser la primer sensación que tengas al amanecer, quiero que pienses en mí, aunque no quieras pensar, quiero ser tu obsesión y tu dicha, hacerte enloquecer, amarte hasta morir y un poco más después”.

“Como yo te amé jamás te lo podrás imaginar. Y duermo con tu nombre besando mi boca. Voy desvelado, por estas calles esperando encontrar a esa voz de ángel que quiero amar. Nos fallaron dos palabras y sabernos perdonar, que fácil era haber dicho lo siento, pero nos sobraba orgullo y nos faltaba humildad. Amor como el nuestro no hay dos en la vida. Tú serás mi última aventura, tu juventud me robó la cordura. Es que me gusta tu cara, me gusta tu pelo, soñar con tu voz cuando dices te quiero. Si me hubieras dicho que era aquel nuestro último beso, todavía estaría besándote. Esperaré a que sientas lo mismo que yo, esperaré que aprendas de noche a soñar, que en tu recuerdo me quieras llevar”.

Así, en este 14 de febrero, a su manera, en sus recuerdos felices cada quien rendirá culto al amor invocando a los juglares “tú y yo, un nido de pájaros, tú y yo llenando un silencio, haciendo una fábula, tú y yo construimos un verso, sin comas, sin reglas, sin tiempos ni acentos, dejamos los verbos crecer”. “Me gusta tu pelo, me gustan tus ojos, me gusta tu boca, me gusta creer que por mí estás loca”.

Como también en las soledades, no faltará quien rinda pleitesía al desamor al estilo Odin Dupeyron “Y mira quién perdió más, yo aquí solo y sin nadie a quien amar, tú rodeada de personas que son copias nada más, mas tú te conoces menos, yo me conozco más, yo soy real, tú eres mentira, tú por buscar tu espacio, yo por respetarlo, tú por no verte, yo por verte mejor, tú por huir de ti, yo por quedarme en ti. Tú sin mí, yo sin ti, yo conmigo, tu sin ti. Al final, ¿quién perdió más?”.

Finalmente ¿Qué es el amor? Me quedo con la definición de un poeta anónimo “navegar en mares misteriosos, transgredir convencionalismos, caminar al vacío sin red protectora, disfrutar cálidas playas, conquistar utopías, escribir una historia de encuentros y desencuentros”. O como diría Arturo de Córdoba, en aquella cinta “La tres perfectas casadas”, al rendir pleitesía a la muerte para guardar la honra de su amada “Si tú me regalaste los instantes más bellos de mi vida. ¿Por qué no he de regalarte mi ausencia?”.

¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?

https://youtu.be/KVGsP405JCM

RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh