A la una de la tarde con cincuenta minutos de este domingo, Gabino Cué mostró a una ávida muchedumbre la constancia de mayoría que lo acredita ya como Gobernador electo de Oaxaca, y el gesto fue como una señal para que las miles de personas arremolinadas frente a las oficinas del Instituto Estatal Electoral (IEE) unieran su grito en una voz para decir ¡sí se pudo! ¡sí se pudo!
Minutos antes, en la sesión del Consejo general del IEE se aprueba por mayoría las elecciones para diputados de representación proporcional y se entregan las constancias a los representantes de los partidos políticos ahí presentes; en medio de la atestada sala de juntas Gabino observa el transcurrir de la sesión.
Enseguida, el Secretario del Consejo aborda el punto número dos, referido al cómputo general de las elecciones a gobernador; lee dos cifras que dan fría cuenta de lo ocurrido luego de dos meses de campaña, números que parecen rezumar agravios, panfletos, calcomanías y mantas colocadas maloramente al amparo de la noche, dos cantidades que provocan un griterío al interior del recinto: para el candidato de la Coalición Unidos por la Paz y el Progreso, 733 mil 783 votos; para el candidato del PRI, 613 mil 651 votos.
Mientras el Secretario pregunta a los miembros del Consejo, hay un silencio espeso en la sala, pero a medida que se conoce el sentido de la votación un murmullo crece; explota el zumbido de las voces cuando se escucha que el acta ha sido aprobada por unanimidad. Alguien grita allá atrás, “Echeverría, la porra te saluda”, y el tal saludo son cinco silbidos cortos dirigidos al presidente del Consejo del IEE, José Luis Echeverría Morales, ampliamente conocido por aquella grabación del “pendientito”.
El consejero Presidente entrega al diputado federal Javier Corral, representante de la Coalición Unidos por la Paz y el Progreso, la Constancia de mayoría; éste hace lo propio con Gabino Cué, y con ella el Gobernador electo se dirige trabajosamente hacia la salida. Los apretones de mano no cesan, los vítores aumentan con el entusiasmo de la gente, el ánimo festivo se multiplica.
Una vez afuera, Gabino reconoce la participación de las más de un millón 464 personas que participaron en la elección, “que salieron a cumplir con su deber cívico, en especial a los 733 mil 783 que confiaron en nosotros, pero también a los que tomaron una decisión diferente”.
Frente a un proyecto de continuismo –sigue Gabino-, Oaxaca votó por la paz y el progreso; vamos a gobernar para todos y todas, con pasión y entrega; tengo la cabeza fría y el corazón ardiente, no buscaremos la revancha, pero eso sí, gobernaremos con la ley en la mano. Una sentencia de Gabino re enciende el entusiasmo: “Para que haya paz, tiene que haber justicia”.
Son hombres y mujeres de todas las edades, venidos de diversos rumbos de esta añeja Antequera; sus ropas hablan claramente de su diferente condición económica, pero eso no es obstáculo para gritar juntos, para agitar banderas, para enlazar sus voces en el añejo grito del 2006, ¡ya cayó, ya cayó, Ulises ya cayó!, actualizado ahora con el ¡ya cayó, ya cayó, Echeverría ya cayó!
Desde un improvisado templete, a media calle, en la colonia Reforma y micrófono en mano, Gabino agradece “a todo el pueblo de Oaxaca, por su apoyo”; invita para una gran verbena de la victoria, el próximo sábado 17 de julio, en la Alameda de León, en el histórico y emblemático centro de la ciudad; y rubrica: “Después de 80 años va a gobernar la oposición. ¡No les vamos a fallar!”
La multitud refrenda su renovada solidaridad, lanza al aire el nombre que coreó durante todos estos días y explota en júbilo por la victoria obtenida tras 80 años de espera: ¡Gabino! ¡Gabino! ¡Gabino!