Si sigue las reglas escritas y no escritas del sistema político priísta y se ajusta a la liturgia del poder institucional, entonces el candidato presidencial 2018 efectivo del presidente Enrique Peña Nieto es el secretario de Educación, Aurelio Nuño Mayer.
En este escenario, los otros nombres son maniobras de distracción: José Antonio Meade es el economista del grupo, pero tiene el defecto que nunca ha querido corregir: no es priísta, y Peña Nieto sí lo es. Miguel Ángel Osorio Chong es el político más completo del peñismo, pero –como a Manuel Camacho en el salinismo– le han impedido movilidad en temas económicos y sociales.
Como todo presidente saliente, Peña Nieto busca la continuidad de su proyecto –la modernización–, requiere de un político de nuevo cuño que no dependa de los acuerdos priístas tradicionales y alguien que llegue sin compromisos para la continuidad del grupo-equipo.
La liturgia de las viejas reglas invocada por el propio Peña Nieto se ha visto en el antiguo juego del tapado; los presidentes salientes han escondido a su sucesor para evitar golpeteos o compromisos tradicionalistas: López Mateos con Ruiz Cortines, López Portillo con Echeverría. Los casos abiertos también han sido registrados: Díaz Ordaz con López Mateos, De la Madrid con López Portillo, Salinas con De la Madrid y Colosio con Salinas.
A la luz de este escenario, Peña Nieto ha actuado como un priísta típico. A diferencia de otras sucesiones, ahora no hay factores disruptores (como Camacho en 1993). Los viejos sectores corporativos son inexistentes, por lo que las élites sobrevivientes no garantizan votos. A lo largo de estos años, Peña puso a Nuño en las negociaciones del Pacto por México en 2012, luego lo designó jefe de la oficina de la presidencia donde operó como una especie de vicepresidente operativo sin visibilidad externa y lo mandó a la Secretaría de Educación para foguearse con la reforma educativa que pudo imponer aunque no desarrollar.
Nuño fue construido como Salinas hizo con Colosio: salió del grupo de Luis Videgaray Caso en la Cámara de Diputados en el sexenio anterior, pero ya cuando a través de la comisión legislativa de presupuesto y cuenta pública el entonces gobernador mexiquense Peña Nieto funcionaba como una especie de presidente en funciones de la disminuida pero efectiva república priísta.
En junio del 2016, el presidente Peña hizo una finta –a lo mejor era real, pero la pudo disfrazar– para intentar poner a Nuño en la presidencia del PRI a raíz de la renuncia de Manlio Fabio Beltrones, pero al final se decidió por Enrique Ochoa Reza, un funcionario medio sin militancia en el PRI. La forma en que obligó a los priístas a aceptar a Ochoa dejó en indicio de que bien pudo haber impuesto a Nuño, pero al final quedó sólo como el indicio de que Nuño era una pieza fundamental del grupo de Peña Nieto.
Como titular de la SEP, Nuño ha sido uno de los principales operadores del presidente Peña Nieto en funciones ajenas a su cargo. Algunos políticos veteranos han sentido que Nuño tiene el mismo trato presidencial que tuvo Salinas de Gortari con Luis Donaldo Colosio hasta antes de su nominación como candidato.
Si bien la decisión la toma el presidente en la soledad de su despacho, el escenario de Nuño sería una mezcla de ortodoxia y nuevas reglas de continuidad.
Política para dummies: La política es, a nivel presidencial, la supremacía de los individualismos, aunque medio disfrazados de consensos.
Sólo para sus ojos:
- Los problemas al interior del Frente Ciudadano por México se han agudizado por la decisión del dirigente panista Ricardo Anaya de no permitir que alguien (Miguel Ángel Mancera) le quite la candidatura presidencial. Aunque hay algunos –pocos– que creen que si las cosas se complican como para reventar la experiencia aliancista, Anaya podría “sacrificarse” y abandonar su ambición.
- Y del lado de Morena, algunos creen que López Obrador prepara un movimiento estratégico que pueda superar el golpe negativo de los terremotos en delegaciones morenistas. Por eso, dicen en los pasillos del poder, Ricardo Monreal no se ha salido de Morena, no se inscribió como independiente y no aceptó los coqueteos del PRI.
- El aumento en la tarifa de prestación de enlaces va a beneficiar a Telcel porque hasta ahora operaba la tarifa cero. Pero los que saben de política dicen que fue un dulcecito de negocios para Carlos Slim, a fin de que no intente meterse en la designación del candidato presidencial priísta y ayude a su victoria para mantener esos beneficios que aumentarán –como si lo necesitara– las utilidades del hombre más rico de México.
@carlosramirezh