En México, 80 por ciento de las empresas de seguridad privada no cuenta con algún registro para prestar sus servicios, es decir, de las más de 12 mil compañías sólo 2 mil 500 tienen algún permiso para funcionar en esta área estratégica, en la que la violencia y la inseguridad van en aumento.
De acuerdo con el Consejo Nacional de Seguridad Privada (CNSP), existen más de 300 empresas afiliadas con los requerimientos suficientes que generan ganancias por más de 6 mil millones de pesos anuales.
“En un estudio reciente que realizamos descubrimos que hay cerca de 12 mil empresas a escala nacional que prestan servicios de seguridad privada en cualquiera de las modalidades. De esas 12 mil, únicamente 2 mil 500 cuentan con algún tipo de registro local o federal.
“En este último ámbito existen 486 empresas que cuentan con registro; estamos hablando de una informalidad de 80 por ciento del sector de la seguridad privada”, afirma Ricardo León Dorantes, presidente del CNSP.
Advierte que contratar a una empresa irregualr es un riesgo: “Es importante que los contratantes no le abran la puerta al delincuente, porque muchas veces, sin pensarlo, estamos dándole la llave para que vuelvan a delinquir en nuestros hogares o nuestras empresas”.
Para Arturo Arango, especialista en seguridad, las mismas autoridades se niegan a hacer cumplir la ley: “Parece ser que a la autoridad lo que menos le interesa es hacer que se cumpla la ley, y aunque tenemos una norma general que establece las bases de coordinación, la obligación de que todos deben estar ahí, de que se tienen que hacer revisiones, es letra muerta”, advierte.
Aunque existe desde 1996, el CNSP intenta revertir la informalidad en el sector, aunque sin mucho éxito. “Las empresas que alberga el consejo son aquellas que cuentan con más de 500 elementos y tenemos afiliados de hasta 20 mil; nosotros hacemos directamente un estudio de las empresas que van a concursar para entrar al consejo, además de una auditoría para revisar su documentación y que se encuentren en regla, que no estén cambiando de razón social porque, obviamente, esas hacen el desprestigio del sector.
Certeza y preparación
Julio César García, presidente de la Sociedad Mexicana de Guardaespaldas: “El escolta ya no puede ser simplemente de nombre, debe ser un escolta totalmente disciplinado, una persona atlética, culta, porque no solamente debe conocer de seguridad, si no también de muchas cosas, incluida cultura general, religión y, obviamente, los modos de operar de las bandas criminales, porque si tú no sabes eso, entonces no puedes proteger a nadie”.
Afirma que al principio, cuando inició su empresa, se acercaba gente del sector empresarial a pedir sus servicios, pero ahora lo están haciendo los ciudadanos comunes que no tienen grandes empresas ni mucho dinero.
“Tienen miedo y la gente quiere saber en determinado momento cuánto le puede costar un escolta porque acaba de realizar una operación: depositan dinero en el banco y los secuestran por el simple hecho de que ya saben que depositó”, abundó.
Asegura que la necesidad de este servicio se ha generalizado. “Políticos y gente de gobierno se acercan a nosotros para pedirnos consejos de cómo contratar a un escolta, porque a los mismos gobernadores les ponen policías a su disposición para la custodia de la familia y temen que se les vaya a filtrar el delincuente al equipo de seguridad”, continuó.
Sin embargo, acepta que su oficio, a pesar de tener un alto riesgo, no es bien reconocido. “La paga, desde hace más de 15 años, no es buena; te matan por 15 mil pesos y tu familia se queda en el desamparo, entonces, eso es lo que también estamos buscando, que se dignifique la profesión del escolta, que se profesionalice con capacitación y ganemos lo que se debe, alrededor de 30 mil pesos, además de contar con un seguro de vida”, apunta.
Actividad redituable
Para Arturo Arango, la seguridad “es un gran negocio. De forma legal nos hemos gastado en los últimos 10 años 975 mil millones de pesos, una cifra de 12 dígitos. Entonces, todo mundo está contento con que siga la inseguridad: las empresas que viven de ello y los policías que cada vez tienen mayores mandos. Pero cuando nos damos cuenta, ya tenemos un severo problema, casi nadie hace cumplir la ley; en la medida que no se cumpla, en esa medida tenemos mayor inseguridad y, en esa medida, podemos traer más policías, más armamento, más equipo”.
El propio CNSP afirma que el servicio de seguridad privada sí es un negocio redituable. “Claro, es un negocio que reporta ganancias anuales de más de 6 mil millones de pesos. La demanda se ha incrementado y se presta para que algunos charlatanes se atrevan a prestar el servicio, por eso queremos hacer conciencia en el usuario, que verifique y se acerque al consejo y a la autoridad para que determine que la casa que le va a prestar los servicios sea una empresa perfectamente establecida y reconocida”, señala Ricardo León Dorantes.
Arturo Arango, investigador del Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad, refiere que la única salida ante el ambiente pesimista de inseguridad es la creación de un órgano ciudadano vigilante de las autoridades para hacer presión.
“Tendríamos que tener un mecanismo con dientes y uñas, donde se obligue a la autoridad a hacer pública su información y que alguien de la sociedad esté haciendo contrapesos con ellos para saber qué está pasando y con eso hacer evaluaciones; al final de la jornada debemos tener ese mecanismo para rendición”.
Milenio