Muerte, enfermedad, literatura, vida, política y deporte fueron algunos de los temas desmenuzados por Rafael Pérez Gay durante el encuentro que sostuvo este viernes con los medios de comunicación oaxaqueños y estudiantes de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO).
Amable, con un gran sentido del humor, admirador de Ibargüengoitia y Salvador Novo, el editor, traductor y periodista, hilvanó entretenidas pláticas en las que lo mismo habló de su pasión por la letras, de su afición por el futbol, de su permanente ejercicio de la crítica abierta, del humor como filosofía de vida y de la tragicomedia que envuelve a todo ser humano.
En la víspera de la presentación en esta ciudad, de su más reciente publicación “El cerebro de mi hermano”, Pérez Gay desentrañó los motivos que le llevaron a escribir esta que llamó “una secuela indeseada” de otra de sus obras: “Nos acompañan los muertos” (2009), en la que dibuja la historia de sus padres en el México de los años 60.
Concebido como “un intento de mostrar un retrato intelectual” de José María Pérez Gay -su hermano y compañero de letras hasta su muerte en mayo del 2013-, “El cerebro de mi hermano” muestra algo más que un hombre que camina a la penumbra de la enfermedad, subrayó; muestra además, la vida y su continuación en medio de un escenario marcado por la muerte.
Lo mismo con periodistas que con estudiantes de medicina, Pérez Gay destacó la necesidad de desarrollar el humor como una actitud ante la vida, el “reírse de uno mismo”, de la tragicomedia en que se convierte la vida, apuntó.
Acompañado por el coordinador académico de la Facultad de Medicina de la UABJO, Willebaldo Cruz Cortés, la catedrática de la misma institución, doctora Alba Cerna, y el director de Editorial Almadía, Guillermo Quijas-Corzo, el escritor conversó con la comunidad estudiantil de la Máxima Casa de Estudios, donde fue recibido con gran expectación.
Durante poco más de una hora, estudiantes y escritor, traspasaron una y otra vez la línea entre la literatura y el lenguaje médico, en un claro vínculo de las letras con la medicina, de la crónica con la ciencia, de la enfermedad con la vida y la forma de abordarla desde estas dos áreas ya que de acuerdo al también periodista, “hablar de la muerte, es también hablar de la vida”.